La leyenda sobre sus
orígenes se remonta al año 40, cuando, de acuerdo a la tradición cristiana,
el 2 de enero la Virgen María se apareció a Santiago el Mayor en
Caesaraugusta. María llegó a Zaragoza «en carne mortal» —antes de su
asunción— y como testimonio de su visita habría dejado una columna de jaspe
conocida popularmente como «el Pilar». Se cuenta que Santiago y los siete
primeros convertidos de la ciudad edificaron una primitiva capilla de adobe
en la vera del Ebro. Este
testimonio es recogido por un manuscrito de 1297 de los Moralia, sive
Expositio in Job, de Gregorio Magno, que se custodia en el Archivo del
Pilar. La devoción mariana comenzó en los albores del siglo XIII cuando
comienzan las primeras peregrinaciones a Santa María la Mayor.
Sobre la iglesia mozárabe preexistente, se erige el templo románico del
Pilar poco después de la conquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador
(1118) que fue culminado en el siglo XIII. En esta época se documenta en el
templo una capilla primitiva para alojar el Pilar, según transmite Diego de
Espés en 1240. Para 1293 el templo se encontraba en tan mal estado que el
obispo Hugo de Mataplana promovió la restauración del
templo y su conversión en la colegiata gótico-mudéjar de Santa María la
Mayor con recursos de una bula de Bonifacio VIII que por vez primera
menciona la advocación «del Pilar». Actualmente el único vestigio conservado
del templo románico del Pilar es el tímpano de la iglesia, que ha sido
colocado en la fachada sur de la basílica barroca
La imagen y su santuario
La talla de la Virgen en madera dorada mide treinta y ocho centímetros de
altura y descansa sobre una columna de jaspe, resguardada esta por un forro
de bronce y plata y cubierta por un manto hasta los pies de la imagen, a
excepción de los días dos, doce y veinte de cada mes en que aparece la
columna visible en toda su superficie. En la fachada posterior de la capilla
se abre el humilladero, donde los fieles pueden venerar a la Santa Columna a
través de un óculo abierto al jaspe.
Se trata de una escultura de estilo gótico tardío franco-borgoñón de hacia
1435 atribuida a Juan de la Huerta imaginero de Daroca. En cuanto a su
iconografía, se observa a María coronada y con túnica y manto, que recoge
con su mano derecha, contemplando a Jesús niño que agarra el manto de su
madre con la mano derecha y un pájaro con la izquierda. El rostro de la
Virgen posee ternura y el niño puede haber sido objeto de una restauración
poco cuidadosa.
Probablemente fue una imagen donada por Dalmacio de Mur con el mecenazgo de
la reina Blanca de Navarra, mujer de Juan II de Aragón, a raíz de la
curación de una enfermedad que aquejó a la reina por entonces.
Descripción y estilo
La imagen representa a la Virgen coronada y ataviada con un vestido gótico
abotonado. Se trata de una vestidura ceñida por un cinturón con hebilla que
llega hasta los pies y permite discretamente observar el derecho más que el
izquierdo. Una gran pieza de paño cubre la cabeza y muestra un peinado
ondulado. La
mano derecha sostiene un pliegue de la ropa, que cubre todo su abdomen y
la mayor parte de sus extremidades inferiores. El Niño Jesús se encuentra en
la mano izquierda y mira desde atrás. Aparece desnudo e irradia inocencia.
Su figura gira hacia la izquierda y su cabeza apunta al cinturón de la
Virgen. La escultura de fábrica gótica se restauró en 1990 por el Instituto
del Patrimonio Histórico Español, a iniciativa del Cabildo Metropolitano de
Zaragoza.
La Santa Columna está hecha de jaspe, tiene 1,70 metros de altura, un
diámetro de 24 centímetros y un forro de bronce y plata. La tradición
pilarista afirma que jamás ha variado su ubicación desde la visita de María
a Santiago.
El 24 de marzo de 1596 se recibió en el santuario del Pilar el obsequio de
Felipe II, que consistía en dos ángeles de plata —obra de Diego Arnal— que
sirven de guardia a la Virgen. Son los únicos elementos de la colegiata
gótico-mudéjar de Santa María la Mayor que se conservan en la actual
basílica barroca.
Basílica de Nuestra
Señora del Pilar
El templo se articula en tres naves, de igual altura, cubiertas con bóvedas
de cañón, en las que se intercalan cúpulas y bóvedas de plato, que descansan
sobre robustos pilares. El exterior es de ladrillo caravista, siguiendo la
tradición de construcción en ladrillo aragonesa, y el interior revocado en
estuco. La nave central se halla dividida por la presencia del altar mayor
bajo la cúpula central. El
altar está presidido por el gran retablo mayor de la Asunción,
perteneciente a la colegiata gótico-mudéjar de Santa María la Mayor de
Zaragoza, realizado por Damián Forment en el siglo XVI.
Bajo las otras dos cúpulas elípticas de la nave central, se dispuso la Santa
Capilla de la Virgen del Pilar, y el coro y órgano, que también procedían de
la colegiata predecesora. Actualmente el coro y órgano, se encuentran
desplazados, al siguiente tramo, para dotar de mayor espacio los tramos del
altar mayor.
Historia
Orígenes
Primeros siglos
La comunidad cristiana de Caesaraugusta es una de las más antiguas de
España, junto a las de Mérida, León y Astorga. Hacia 254 se documenta su
existencia en el epistolario de San Cipriano. También consta que el obispo
Valerio estuvo en el concilio de Elvira a inicios del siglo IV y que el
Pilar muy probablemente fue sede del concilio antipriscilianista de 380.
En el siglo IV destaca el canon VIII del Concilio de Antioquía —celebrado en
la segunda mital del s. IV—, que establece la colocación de las imágenes
religiosas sobre columnas o pilares. De lo cual deducen estudiosos como
Mariano Nougués Secall y Manuel Aramburu que el hecho pudo haber estado
inspirado por el conocimiento de la aparición de María a Santiago, aunque
dicha tradición era muy popular en el
paganismo. De acuerdo a Francisco García Palacios, en este siglo el
obispo Atanasio de Zaragoza, discípulo de Santiago, ya utilizaba los
símbolos del cristianismo primitivo como el agnus dei.
Hacia 1608 se descubrió en una pared contigua a la Santa Capilla medieval la
tumba de un diácono de nombre Lorenzo, que aparentemente habría fallecido en
julio de 196. Siguiendo la teoría de Aramburu —aunque Juan Francisco Andrés
de Uztarroz puso en duda que el epígrafe de la tumba hubiese sido escrito en
las postrimerías del siglo II— la capilla pilarista funcionaba activamente
en 196 y contaba ya con varios diáconos ordenados. Del siglo II datarían
también las comunicaciones subterráneas de la iglesia del Pilar con varios
sitios de la ciudad cesaraugustana. En 1718, al desmontar la primitiva plaza
del Pilar, se descubrieron comunicaciones entre una casa particular y el
templo. Se cree que fueron construidas circa 130, cuando los judíos
comenzaron a utilizar las catacumbas para practicar su religión perseguida
por Adriano, táctica que poco tiempo después adaptarían las primitivas
comunidades cristianas.
Para estudiar el siglo III existe mayor diversidad de documentos que aportan
información a la historia del Pilar. Se tiene constancia de que el obispo
Valero de Zaragoza edificó un salón anejo al templo conocido como la «sala
valeriana». También se discute la existencia de la capilla del Pilar durante
las persecuciones de Diocleciano, aunque numerosas fuentes indican que
testigos visitaron el templo durante aquellos años, como Caledonio, obispo
de Braga.
El bajo imperio
En noviembre de 380 se convocó a un concilio nacional en la ciudad de
Zaragoza, presidido por el obispo Valerio II de Zaragoza. El acta del
concilio es firmada por doce obispos. Se infiere que esta catedral tenía
representadas, en pintura o en bajorrelieve, veinticuatro escenas del
Antiguo Testamento y el mismo número para el
Nuevo Testamento. En el arco fronterizo figuraba el Pantocrátor y los
veinticuatro ancianos.
Aparentemente, el poeta tardorromano Aurelio Prudencio redactó una oda a los
mártires de Zaragoza entre 380 y 395. De acuerdo a algunas interpretaciones,
en una de las estrofas de su composición alude al templo del Pilar como
«templo» y «casa llena de ángeles». Sin embargo, Juan de Arruego, Antonio de
Nebrija y Lupercio Leonardo de Argensola, cada quien por su cuenta,
desecharon esta teoría al afirmar que Aurelio Prudencio se refería a toda la
ciudad de Zaragoza y no al Pilar en particular. Cualquiera que haya sido el
caso, es seguro que para el siglo IV la capilla del Pilar había sido
ampliada y contaba con espacio suficiente para albergar a los dieciochos
mártires que, según la tradición, murieron durante las persecuciones en los
albores del siglo IV.
El mismo Prudencio fue comisionado para escribir glosas sencillas a algunas
escenas del templo, pero al colocar la explicación al Santo Pilar redactó
algo insólito: «la Columna (atado) a la cual fue flagelado el Señor».
Gracias a este testimonio autores como Lupercio Leonardo de Argensola, Diego
Murillo, Manuel Aramburu y José Félix de Amada especularon que la Santa
Columna podía ser la que sirvió para atar a Cristo en la flagelación o que
incluso era una porción de ella. Al respecto escribió Lupercio:
Dicen que el Pilar que vemos en la santa Capilla fue traído por los ángeles.
Siendo así como la tradición asegura, habemos de dar alguna causa digna de
que tales ministros lo trajesen y de que la Virgen se pusiese sobre él; pues
¿qué causa más verosímil que haber sido aquel en que Nuestro Señor
Jesucristo fue azotado? Yo así lo oí predicar siendo niño al padre Govierno.
Daniel Lasagabáster Arratíbel, Historia de la Santa Capilla de Nuestra
Señora del Pilar, Zaragoza (Reyes de Aragón, 5): D. Lasagabáster, 1999, pág.
201. ISBN 84-605-8648-0.
Otro testimonio sobre la veneración a la Virgen en los tiempos del bajo
imperio es uno de los bajorrelieves del sarcófago de Santa Engracia, donde
se representa el descenso de los cielos de la Virgen para entrevistarse con
Santiago. Se conoce desde el siglo IV.
Los visigodos
Con la llegada de los visigodos a Hispania se suscitaron numerosos
conflictos
religiosos entre las dos principales doctrinas de la época: el
arrianismo y el catolicismo romano. Gracias a los Concilios de Toledo, a la
conversión del rey Recaredo y a mártires como San Hermenegildo,
paulatinamente el reino visigodo experimentó una transición unificadora
hacia el catolicismo.
Se ha puesto en duda la supervivencia de la capilla del Pilar en el siglo V,
debido a las severas invasiones sufridas por Hispania en la época.
Existen testimonios que afirman que en 542 la estola de San Vicente,
resguardada en el Pilar, fue llevada en procesión hasta París, donde
Childeberto la requirió en
agradecimiento por haber levantado el cerco de la ciudad. Asimismo, se
relata que en esta centuria fue muy común la denominación de «basílica de
San Vicente» para el templo del Pilar.
En el siglo VI se atestigua también el uso de la misa propia de la Virgen
del Pilar, que había utilizado desde 368 el misal mozárabe. También se
conoce un documento fechado en 645 por Chindasvinto —una donación— donde se
menciona el templo del Pilar como fundado por el apóstol Santiago. Por
último, en este siglo ocupó la cátedra zaragozana el obispo San Braulio,
documentado como obispo entre 626 y 651 y cuya tumba se encontró en el Pilar
en 1290. Se encuentra sepultado cerca del altar mayor.
Durante las últimas décadas de la dominación visigótica, la sede episcopal
de Zaragoza y el templo del Pilar alcazaron su mayor esplendor. Braulio de
Zaragoza es la figura señera de estos años, aunque, de acuerdo a Daniel
Lasagabáster, existe cierta extrañeza porque Braulio jamás comentó en sus
textos la existencia del edículo y la tradición pilarista.
Duchesne esgrimió este argumento contra la predicación de Santiago. Z.
García Villada lo aplica a la Visita de la Virgen a Zaragoza. Lo considera
importante ya que callan el hecho de la aparición Idacio, Orosio, Juan de
Viclara, S. Isidoro de Sevilla, S. Ildefonso de Toledo, S. Braulio y
Prudencio, que parece debían registrarlo. Y añade: «Causa extrañeza el que
Braulio no aprovechara cualquier ocasión para escribir algo sobre un
acontecimiento tan glorioso como el de la Virgen del Pilar». Aquí está
precisamente el error de García Villada. En el siglo VII el objeto de la
tradición pilarista se centraba en un edículo insignificante de 4 x 2 m,
situado en descampado donde se echaban desperdicios, lugar inhóspito fuera
de las murallas. ¡Qué tenía que decir Orosio sobre este edículo!
Daniel Lasagabáster Arratíbel, Historia de la Santa Capilla de Nuestra
Señora del Pilar, Zaragoza (Reyes de Aragón, 5): D. Lasagabáster, 1999, pág.
189. ISBN 84-605-8648-0.
Dominación musulmana
En 716 los moros capturaron Zaragoza y la convirtieron en Saraqusta. A pesar
de que los musulmanes impusieron su religión y construyeron la mezquita
mayor de Saraqusta al Baida, «Zaragoza la Blanca», una de las más antiguas
de Al-Ándalus, la religión cristiana fue permitida y el Pilar se convirtió
en uno de sus baluartes. Durante aquella época, según las crónicas, se formó
incluso la Cofradía de la Bienaventurada Virgen María del Pilar. Arruego
señala que en el siglo VIII, cuando inicia la islamización en Zaragoza, la
catedralidad pasó al templo del Pilar.
En el siglo IX se hace mención de los obispos Sénior, quien trasladó al
Pilar el cadáver de San Vicente, y Eleca, participante de numerosos
concilios y personaje relevante en el cristianismo español de dicha
centuria.
Es aquí cuando Aimoino escribe su Historia del traslado de San Vicente,
donde describe la iglesia mozárabe del Pilar en el mismo emplazamiento del
templo barroco. En torno a ella se congregaba la comunidad cristiana de
Zaragoza.
Hacia 985 el barcelonés Moción, hijo de Froya, hace una donación a la
iglesia mozárabe de Santa María la Mayor y a las Santas Masas de Zaragoza.
En su testamento heredaba cien sueldos «ad Santa Maria». El pergamino se
conserva en el archivo de la Archidiócesis de Barcelona. Este testimonio
permite afirmar que el templo pilarista existía desde la época visigótica,
pues, a pesar de la tolerancia
religiosa islámica, no se permitía construir nuevas iglesias.
Edad Media
Siglos XII-XIV
Las capitulaciones firmadas el 18 de diciembre de 1118, luego de la
conquista de Zaragoza, otorgaban a los musulmanes ciertas concesiones entre
las que se incluía el plazo de un año para abandonar la ciudad e instalarse
extramuros, y practicando su religión. Alfonso el Batallador le otorgó el
patronazgo de la
capilla del Pilar a Gastón IV de Bearn, adalid de la toma de Zaragoza.
De acuerdo a Lasagabáster, el hecho de que los dos encargados del Pilar tras
la conquista, Pedro de Librana y Gastón IV, fueran franceses, es una prueba
de que la devoción pilarista era ya bastante conocida en Europa.
Pedro de Librana fue nombrado obispo de Zaragoza, y al constatar el
lamentable y ruinoso estado del templo de
Santa María, extendió la siguiente carta:
Habéis oído contar (audivistis) con suficiente detalle que con la ayuda del
cielo, alcanzada con vuestras oraciones, y el arrojo de los esforzados
combatientes ha sido conquistada la ciudad de Zaragoza por las armas
cristianas y que ha sido liberada la iglesia de la bienaventurada Virgen
María, después de haber permanecido durante mucho tiempo sujeta ¡oh dolor!
al dominio de los infieles sarracenos. De antaño sabéis (novistis) que esta
iglesia es prevalente (pollere), antecede a todas por su bienaventurada y
antigua nombradía de santidad y dignidad. Sin embargo, debo daros a conocer
que ahora, como consecuencia de la triste cautividad anterior, carece de
todo lo necesario. Sabed que se halla en estado ruinoso por la falta de
reparaciones durante el largo cautiverio y que carece de todo. No se cuenta
con medios para restaurar sus destrozados muros y reponer los ornamentos.
Los clérigos que día y noche se dedican allí al servicio divino no disponen
de vivienda ni de medios de subsistencia. Acudimos, pues, suplicantes a
vuestra benevolencia a fin de que, si corporalmente no la podéis visitar, al
menos la visitéis con la generosa oblación de vuestras limosnas. (...) A los
que se compadezcan de esta iglesia, privada de los recursos más necesarios
y, condoliéndose de los gemidos de su pobreza, entreguen un denario, o lo
que puedan, para su restauración, nosotros, confiados en la
divina clemencia, en la autoridad del papa Gelasio, del arzobispo de
Toledo y de todos los obispos de España, les concedemos indulgencia
plenaria. Los demás conseguirán la remisión de sus pecados en conformidad a
la cuantía de sus limosnas y al mérito de sus buenas obras. Aquellos que
ofrezcan hospitalidad a nuestro arcediano Miorrando y acompañantes,
portadores de nuestra carta, consigan de Dios la vida eterna.
Daniel Lasagabáster Arratíbel, Historia de la Santa Capilla de Nuestra
Señora del Pilar, Zaragoza (Reyes de Aragón, 5): D. Lasagabáster, 1999.
Así, entre 1119 y 1120 el arcediano Miorrando recorrió varias diócesis de
España, Italia y Francia en busca de donativos para restaurar la capilla
pilarista. De acuerdo a los testimonios escritos debe haber obtenido una
generosa suma que le permitió a Pedro de Librana emprender cuanto antes las
tareas que había señalado.
Es en el siglo XII cuando el Pilar recibe numerosos obsequios que atestiguan
la existencia de la tradición pilarista durante la dominación islámica. El
más destacado es el olifante de Gastón IV de Bearn, donado por su viuda
Talesa de Aragón y resguardado en el Museo del Pilar. En 1138 se fundará la
primera congregación de agustinos. Seis bulas de los papas Eugenio III,
Alejandro III y Celestino III otorgan importancia al Pilar de Zaragoza. De
igual modo, el templo fue favorecido por los reyes de Aragón —tanto de la
Casa de Aragón como de la Casa de Trastámara— desde Ramón Berenguer IV hasta
el rey Fernando II, así como Alfonso VII de León y Sancho II de Navarra.
Así, el Pilar se convierte en un prestigiado y reconocido templo de culto
mariano.
Ya en el siglo XIII la tradición pilarista se difunde por toda España y poco
después se funda la primera cofradía. Es importante señalar que el pueblo
aragonés ya conocía a la Santa Capilla como «Santa María del Pilar», aunque
el templo en el que se asentaba era llamado «de Santa María la Mayor». Hasta
bien entrado el siglo XV se empleará el título de «Santa María la Mayor y
del Pilar».
Para 1261 fuertes riadas dañaron severamente la estructura del
templo románico de Santa María. En 1291 el recién llegado obispo Hugo de
Mataplana decidió emprender la restauración de la iglesia y su conversión al
estilo gótico, tan en boga durante aquellos años. En marzo de 1293 ordena al
canónigo obrero idear una solución para mejorar el estado del templo
pilarista. A este hecho se le considera el fin del templo románico y el
inicio de la historia de la colegiata gótico-mudéjar. En 1296 Hugo de
Mataplana viajó a la Santa Sede para obtener el apoyo del papa Bonifacio
VIII. Aunque Mataplana falleció estando en Roma, el pontífice expidió poco
después la bula Mirabilis Deus, para acicatear al pueblo a colaborar en las
obras de restauración del Pilar de Zaragoza.
Siglos XIV-XVII
En 1318 un documento de Juan XXII menciona a Santa María la Mayor de
Zaragoza como «edificada por Santiago en el año 40» y también afirma que
dicho templo es el más antiguo de España. Sin embargo, incurre en un error
bastante común: señalar que la colegiata fue edificada en 40 cuando su
construcción data de varios siglos después. Pero este dato permite conocer
que para los canónigos la
Santa Capilla y el templo gótico formaban parte de un solo conjunto.
De acuerdo a fuentes de la época, la reina Blanca de Navarra, esposa de Juan
II el Grande, experimentó una curación milagrosa atribuida a la Virgen del
Pilar y en agradecimiento marchó al santuario en julio de 1434.
Entre 1434 y 1435 se originó en la sacristía del claustro un incendio que
arrasó con varias joyas y con el retablo de alabastro del templo. Es
aceptada casi unánimemente la teoría de que el camarín de la Virgen y el
Santo Pilar resultaron indemnes del siniestro. No existen indicios de
que el fuego haya alcanzado a la colegiata gótica. La imagen que hoy se
venera de la Virgen del Pilar, elaborada en estilo gótico tardío por una
imaginero de Daroca, muy probablemente fue una donación de la reina Blanca y
del arzobispo Dalmau de Mur.8 En este siglo continuaron las concesiones al
Pilar, otorgadas por Juan II y su hijo Fernando II.
Los fieles y la nobleza de Aragón colaboraron en las obras para restaurar
los daños del incendio. Las paredes fueron cubiertas con bajorrelieves que
representaban la aparición de la Virgen a Santiago. También se emprendió la
construcción de un nuevo retablo, «de alabastro, de los más claros y
transparentes que he visto, donde hay algunas figuras de bulto muy bien
labradas, puestas dentro de sus nichos y el semblaje y lo demás del retablo
hecho con gran primor. Acompañan a todo esto otras molduras y figuras
pequeñas de alabastro, que están en lo restante de la pared a una parte y a
otra».
El arzobispo Alonso de Aragón, hijo de Fernando el Católico, fue el
responsable de transformar la iglesia en estilo gótico y a él se debe el
magnífico retablo tallado por Damián Forment (1512-1518). En el siglo XVI la
Casa de Austria entró a gobernar en España y continuó la tradición de la
dinastía aragonesa de otorgar privilegios y protecciones al santuario del
Pilar. En 1530 la decisión de Clemente VII de exceder la jurisdicción
episcopal del Pilar generó un conflicto interno en los arzobispados locales.
La Seo interpuso un pleito por la catedralidad que fue resuelto hasta 1676,
cuando Clemente X fusionó los cabildos de la Seo y del Pilar, con lo que dio
origen al Cabildo Metropolitano de Zaragoza.
Ya entrado el siglo XVI la iglesia gótica experimenta su transformación al
estilo mudéjar. En esta centuria ocurren hechos de trascendencia para el
templo, como la construcción de una bóveda estrellada de crucería flamígera
llena de florones relucientes de oro (1504-1515), a semejanza de las que
adornaban el Palacio de la Aljafería.
Damián Forment fue contratado en 1509 para edificar un nuevo retablo de
estilo gótico, cuyas obras comenzaron en 1510 al desmontarse el anterior
retablo. Construida entre 1512 y 1518, este retablo se considera una de las
obras más logradas de la escultura del Renacimiento en Aragón.
También hubo reparaciones en la Santa Capilla, donde se cambió la verja del
presbiterio por el cerrajero maestro Pedro de Escalantes, que creó una verja
balaustrada y estañada con apariencia de platería rematada con festones
dorados. Tenía la misma altura que la nave. La verja de hierro que cerraba
la entrada al camarín de la
Virgen fue sustituida en 1644 por el príncipe Baltasar Carlos de
Austria.
Esteban de Obray, Juan de Moreto y Nicolás Lobato, construyeron el coro de
la iglesia entre 1542 y 1548. La sillería de tres hileras de sitiales
superpuestos en forma de grada y dispuestos en planta semicircular posee
trabajos taraceados con incrustaciones de boj amarillo. De los 138 sitiales
originales solo quedan 124, pues algunos han sido reubicados en el
presbiterio del altar mayor. La sillería del
Pilar es mucho más grande que la de la mayoría de las catedrales de
España. Se conserva en la actual basílica barroca, pues fue reubicada en
1716.
El 29 de marzo de 1640 ocurrió el suceso conocido como Milagro de Calanda,
pues el cojo Miguel Pellicer afirmó que por intercesión de la Virgen del
Pilar le fue restituida la pierna derecha, que había perdido en un
accidente. El hecho obtuvo gran relevancia en todo el reino, y el 27 de
abril de 1641 se dictaminó como milagro. Ya el 27 de mayor de 1642, el
municipio de Zaragoza proclama patrona de la ciudad a la Virgen del Pilar.
La devoción a la Virgen del Pilar se había extendido por toda España, y en
1678 el virrey Pedro Antonio de Aragón llamó a Cortes en nombre del rey
Carlos II, a fin de declarar a la Virgen como patrona de Aragón.
Varios templos
barrocos se habían edificado en el siglo XVII en Zaragoza. En 1670 Juan
José de Austria promovió la renovación del Pilar en estilo barroco. Felipe
Sánchez obtuvo el triunfo en el concurso celebrado por el cabildo de
Zaragoza para el proyecto de la nueva basílica. A la cabeza del proyecto se
situó Francisco de Herrera el Mozo y la primera piedra se colocó el 25 de
julio de 1681 por el arzobispo Diego de Castrillo.
De 1681 a la fecha
El templo barroco
A pesar de que la Guerra de Sucesión Española trastocó los planes del nuevo
edificio, para 1716 se reubicó en su totalidad el retablo y la sillería de
la colegiata mudéjar. El 11 de octubre de 1718 se inauguró el templo barroco
de
Nuestra Señora del Pilar.
En 1750, después de varios proyectos de reforma que jamás se llevaron a
cabo, se acepta el plan de Ventura Rodríguez para edificar la capilla
barroca del Pilar. El 6 de octubre de 1751 Rodríguez recibe el visto bueno
de Fernando VI y desde el 2 de noviembre de ese año, cuando se destruyó la
capilla medieval, comenzaron a ejecutarse las obras, que se prolongaron
hasta el 12 de octubre de 1765. La mayor parte de la construcción fue
sufragada por el obispo Francisco Ignacio de Añoa y Busto y por el pueblo
zaragozano, que en ocasiones donaba su trabajo sin pago alguno.
Entre 1863 y 1872 el obispo Manuel García Gil promovió la culminación de la
cúpula central, que se finalizó en 1869. El programa iconográfico fue
renovado gracias a Bernardino Montañés y Félix Burriel, que decoraron varias
cúpulas del templo. Finalmente, durante las Fiestas del Pilar de 1872, se
consagró la basílica.
Los Sitios de Zaragoza
Los estragos causados por los franceses durante los Sitios de Zaragoza
causaron que el pueblo incrementara notablemente su devoción hacia la
Virgen, pues incluso gran cantidad de defensores de la ciudad llegaron a
dormir dentro del tabernáculo de la Virgen. A pesar de que una bomba fue
arrojada cerca de la capilla de San Juan no produjo daño alguno, aunque el 8
de febrero de 1809 dos bombas cayeron cerca de la cúpula de la sacristía
mayor y de la capilla de Santa Ana, y en el acto pereció una cantidad
indeterminada de personas alojadas en la
Basílica. Dos días después una bomba de doce arrobas cayó cerca de la
capilla de San Antonio, pero no logró explotar.
Para el 20 de febrero la situación se había tornado insostenible y la Junta
de Defensa de la ciudad solicitó al comandante de las fuerzas galas, Jean
Lannes, la rendición de Zaragoza. El francés aceptó y otorgó todos los
honores a los más de ocho mil vencidos, que entregaron sus armas en el
Palacio de la Aljafería al día siguiente.
Para salvar a la ciudad del Ebro del saqueo al que seguramente la someterían
los galos, la Junta de Defensa de la ciudad propuso al Cabildo entregar al
ejército vencedor doce alhajas. La más suntuosa era una que había sido
regalada por Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, y que tenía casi
dos mil brillantes. La totalidad de las joyas tomadas por Lannes ascendían a
más de 130.000 pesos fuertes.
Coronación canónica de la
Virgen
1904 fue el año declarado por Pío X como «jubilar mariano». Durante este
período varias damas de España comenzaron a
invitar al pueblo a recaudar fondos para coronar solemnemente a la
Virgen. El 28 de septiembre, gracias a la intervención de la condesa de
Guiomar, Pío X otorgó su apoyo a la causa.
La corona fue construida en los talleres Ansorena de Madrid gracias al
patrocinio de un grupo encabezado por la reina María Cristina de
Habsburgo-Lorena. El 28 de abril de 1905 el arzobispo zaragozano Juan de
Soldevilla llevó las coronas a Roma para ser bendecidas por el Papa.
El 20 de mayo fue el día en que se coronó a la Virgen del Pilar. Prelados de
toda España y representantes diplomáticos acudieron a la ceremonia, donde
también estuvo presente un número hasta entonces inusitado de
peregrinos. A las doce en punto del día el obispo coronó al Niño y
después a la figura de la Virgen, en medio de una atmósfera de emoción
generalizada. Días después comenzaron las peregrinaciones, realizadas por
grupos, ya que no era posible obtener alojamiento en la ciudad para todos
los peregrinos. En memoria de la coronación canónica, cada día 20 del mes la
Virgen no lleva manto.
La Virgen del Pilar fue la sexta imagen mariana de España en recibir la
Coronación Canónica después de la imágenes de la Virgen de Montserrat
(1881), la Virgen de la Merced de Barcelona (1886), la Virgen de la
Candelaria de Tenerife (1889), la Virgen de los Reyes de Sevilla (1904) y la
Virgen de la Misericordia de Reus (1904).
Por Real Orden del 8 de octubre de 1908, le fue concedido el título de
Capitán General, corroborado con la solemne imposición de manto y fajín, el
9 de mayo de 1909.
Últimos años
La madrugada del 3 de agosto de 1936, durante la Guerra Civil Española, el
trimotor republicano Fokker lanzó tres bombas, de 50 kilogramos cada una,
sobre las torres de la Basílica del Pilar. Una de ellas quedó clavada en la
Basílica del Pilar, otra atravesó el techo y la última logró penetrar la
bóveda del coreto de la Virgen y causar serios daños en el marco dorado de
La adoración del nombre de Dios, de Goya. Ninguna de ellas logró estallar ni
causar daños de consideración, hecho que fue atribuido a un milagro de la
Virgen. Las bombas fueron desactivadas y hoy en día se exhiben en pilastras
cercanas a la Santa Capilla.
El 24 de junio de 1948 el Papa Pío XII concedió a la Catedral de Nuestra
Señora del Pilar de Zaragoza el título de basílica menor, mediante el breve
Decus ornarnentumque. Más de cuatro décadas atrás, el 22 de junio de 1904 el
gobierno del rey Alfonso XIII declaró a El Pilar Monumento
Histórico-Artístico Nacional.
El Congreso Mariológico y Mariano Internacional se llevó a cabo en la
Basílica en octubre de 1979. A pesar de que el papa Juan Pablo II no
asistió, para dicha celebración se mandó remodelar las cúpulas y los tejados
del templo.
Fiestas y tradiciones
El 2 de enero se conmemora la fiesta de la Venida de la Virgen, el 12 de
octubre es la fiesta del Pilar y el 20 de mayo es la fiesta de la coronación
canónica. Por eso, los días 2, 12 y 20 de cada mes la imagen aparece sin
manto, dejando ver la guarnición semicilíndrica de plata labrada de la
columna.
Es tradicional en Aragón, y también en algunas regiones vecinas, el que los
niños sean presentados una vez en su vida a la Virgen del Pilar, lo que se
conoce como «pasar por el manto de la
Virgen». Debe de hacerse antes de hacer la Primera Comunión, en esa
etapa de la vida en que se considera al niño «inocente», es decir, que no ha
alcanzado el «uso de razón». Existen tradiciones similares con otras
vírgenes en varias partes de España.
El 10 de octubre de 1613, el Concejo de Zaragoza acordó guardar anualmente
el día 12 de aquel mes, con lo que la fiesta religiosa del 12 de octubre
pasó a ser también festividad civil. Finalmente, el papa Clemente XII aceptó
en el siglo XVIII el 12 de octubre como fecha para la celebración de la
«festividad de la Virgen María Aparecida en Carne Mortal».
En lo que respecta a los actos rituales (ofrenda de flores, de frutos,
etc.), sus orígenes se encuentran en los inicios del siglo XIX, siendo
resultado de la evolución de diversas ceremonias religiosas. Se supone fruto
del fervor popular y de la iniciativa de las familias más acomodadas de la
ciudad. La Virgen del Pilar es la «Patrona de la Raza»[cita requerida] y sus
fiestas reflejan el fervor popular de Zaragoza y de Aragón, de España y de
la Hispanidad.
Fiestas del Pilar
Son las fiestas patronales de Zaragoza que se celebran en honor de la
Virgen, patrona de la ciudad. Tienen lugar la semana del 12 de octubre en
que se celebra la fiesta patronal. Por lo general, las fiestas comienzan el
fin de semana anterior al día 12 y se prolongan hasta el domingo posterior
por lo que duran unos diez días.
En las
fiestas del Pilar tienen lugar un buen número de eventos festivos
organizados por el Ayuntamiento de la ciudad a los que se unen no pocas
iniciativas privadas de organizaciones o colectivos privados que aprovechan
la semana para organizar muestras, concursos y otras actividades de interés
popular. Las más destacadas celebraciones pilaristas son:
Solemne misa de Infantes. Se celebra en el altar mayor de la basílica del
Pilar el día 12 de madrugada.
Ofrenda de flores. Representa el punto culminante de las celebraciones y la
mayor manifestación de la devoción popular hacia la Virgen. El día 12 por la
mañana, se lleva a cabo una ofrenda en la que miles de personas ataviadas
con el traje regional aragonés o de otros lugares del mundo llevan ramos o
centros de flores hasta las puertas del Pilar. Allí, en la Plaza de las
Catedrales un batallón de voluntarios teje un enorme manto a una virgen
situada sobre una estructura metálica. La gran aceptación popular la
atestiguan los 378 grupos inscritos para la edición de 2005 y las más de
ocho horas que dura el desfile. La tradición de la ofrenda data del año 1952
en que una delegación del consistorio zaragozano fue invitada a las fiestas
de Castellón de la Plana. Allí, observaron una celebración semejante que
acabarían importando a su tierra. La primera edición no obstante, se
postergó hasta el año 1958.
Misa Pontifical. Tras la ofrenda a la Virgen, el día 12 se celebra una misa
pontifical en la basílica del Pilar a partir de las 12.00, tras la que se
desarrolla una procesión.
Ofrenda de frutos. Se lleva a cabo el día 13 por la mañana y tiene un
recorrido similar al de la ofrenda de flores. En esta procesión se presentan
a la Virgen los más variados frutos de la tierra aragonesa. Su primera
edición es anterior a la ofrenda floral pues tuvo lugar en 1949.
Rosario de cristal. Un espectáculo sin parangón en el mundo, el desfile del
rosario de cristal aúna religiosidad y arte. La procesión consiste en un
conjunto de 29 carrozas de cristal iluminadas interiormente de las que, al
menos, quince representan los misterios del rosario. A ellas, se aúnan un
buen número de farolas y estandartes. Los pasos fueron portados a hombros
hasta 1926 y no se alumbraron con luz eléctrica hasta el año 1940. El
rosario parte de la Iglesia del
Sagrado Corazón de Jesús en donde tiene su sede, el día 13 al anochecer
recorriendo las principales arterias de la ciudad. Su origen data de 1889.
Milagros atribuidos
Se atribuyen a la intercesión de la
Virgen del Pilar diversos milagros, entre los que destacan la asombrosa
curación de doña Blanca de Navarra, a la que se creía muerta, y las de
invidentes como el niño Manuel Tomás Serrano y el organista Domingo de
Saludes o el llamado «Milagro de Calanda», por el que al mendigo Miguel
Pellicer, nacido en Calanda, se le restituyó la pierna que le fue amputada
en octubre de 1637. Este suceso extraordinario ocurrió el 29 de marzo de
1640 y fue proclamado como milagro el 27 de abril de 1641 por el arzobispo
Pedro Apaolaza Ramírez, tras un proceso en el que intervinieron tres jueces
civiles y fueron interrogados veinticinco testigos. Ese mismo año, el rey
Felipe IV mandó ir a palacio a Miguel Pellicer y arrodillándose ante él le
besó la pierna. Este hecho prodigioso determinó que en 1642 la Virgen del
Pilar se convirtiera en co-patrona de Zaragoza junto a San Valero. Más
mundanos resultan otros hechos que se le atribuyen, como liberaciones de
presos, superación de pruebas o éxitos económicos y deportivos.
Entre las campañas militares que los católicos consideran obra de su
intercesión se cuenta la toma de Zaragoza de manos musulmanas en 1118, la
resistencia ante el ejército francés durante la Guerra de Independencia
Española y la protección del templo en la Guerra Civil Española. De esta
última se narra el bombardeo sufrido por el templo el 3 de agosto de 1936,
cuando fueron arrojadas sobre la
Basílica de El Pilar cuatro bombas que no estallaron. Las cargas que
cayeron en el templo se exponen a los lados del Camarín de la Virgen e
integran la larga lista de hechos milagrosos atribuidos a la Virgen.
Otras
En la
Catedral de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife, Canarias) se conserva
una pequeña talla de alabrastro llamada "Virgen de Trapani" pero que algunos
investigadores sugieren que es en realidad una talla de la Virgen del Pilar.
De ser cierto sería la representación de "La Pilarica" más antigua del
Archipiélago Canario. Fuente
ORACIÓN A LA
VIRGEN DEL PILAR
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