Es llamado "El
príncipe de los Apóstoles". La Iglesia Católica Romana lo identifica a
través de la sucesión apostólica como el primer Papa de la Iglesia,
basándose, entre otros argumentos, en las palabras que le dirigió Jesús: "Tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la
Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los
Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo
que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo" (Mateo 16:18-19).
Mientra que otras Iglesias Católicas Apostólicas, como los Ortodoxos,no lo
consideran de esta manera, pues estos entienden que Jesús no edificará su
Iglesia sobre un hombre (Pedro) sino sobre la confesión de fe que Pedro
hizo: "Tu eres el Cristo,el
Hijo de Dios vivo"(Mateo 16:16), es decir que para los Ortodoxos la
Iglesia se edifica sobre Cristo Hijo de Dios y Pedro no es la cabeza de la
Iglesia, es un apostol que pudo ver en ese momento por gracia del Espíritu
Santo lo que Jesús era.
Simón Pedro en el Nuevo Testamento
Todos los evangelios mencionan el nombre de
Simón; Jesús se dirige a él siempre así, salvo con una excepción (Lucas
22,34): Pero él dijo: «Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que
hayas negado tres veces que me conoces.»
Cabe resaltar que se menciona a Pedro (Petro-πέτρος) como la masculinización
de Petra, en griego πέτρα, es decir Roca , cambiando apenas su terminación
pero manteniendo la raíz de la palabra; nunca realizan la traducción a
lithos (λίϑος), que sería lo más común, pero que vendría a señalar una
piedra del camino y con lo cual pudiera interpretarse que sería una piedra
pequeña.
Por otra parte, Pablo de Tarso siempre le llamó Cefas. Esta palabra hebrea
helenizada del arameo (כיפא) Kefa, no era un nombre propio, pero Pablo se lo
asigna como tal.
La palabra significa en ambos idiomas, por lo general, "piedra”.
Griego Original del Códice Sinaítico:
καγω δε ϲοι λεγω οτι ϲυ ει πετροϲ και επι ταυτη τη πετρα οικοδομηϲω μου την
εκ κληϲιαν και πυλαι αδου ου κατιϲχυϲου
Mateo 16:18
Origen
Conocemos la vida de San Pedro por los datos que de él recoge el Nuevo
Testamento, más algunos documentos de Clemente de Alejandría y Clemente
Romano; este último fue obispo de Roma a finales del siglo I, y con bastante
probabilidad le conoció en persona.
Simón nació en Galilea (es reconocido como tal en Marcos 14,70: Y Pedro lo
volvió a negar. Después de un rato, los que estaban allí dijeron de nuevo a
Pedro: «Es evidente que eres uno de ellos, pues eres galileo.»)
Casi todas las tradiciones e informaciones que tenemos de él son a partir de
la llamada de Jesús; muy poca información tenemos de su vida anterior. Su
padre es mencionado por su nombre en Mateo 16,17: Jesús le habla como “Simón
hijo de Jonás”, en hebreo, (סיימון בן יונה).
De acuerdo con la narración evangélica,
Pedro era un pescador judío de Galilea. Nacido en Betsaida (Juan
1,42-44), un pueblo junto al Lago de Genesaret, de cuya ubicación no hay
certeza, aunque generalmente se busca en el extremo norte del lago. Ejercía
la profesión de pescador junto a su hermano Andrés, ambos poseían un barco
(Lucas 5,3).
Simón se estableció en Cafarnaúm, donde vivía con su suegra en su propia
casa (Mateo 8,14; Marcos 1,29-31; Lucas 4,38) al tiempo de comenzar el
ministerio público de Cristo (alrededor del 26-28 D.C.). Por ende, Simón era
casado y según Clemente de Alejandría tenía hijos. Otros escritos, parte del
corpus declarado apócrifo en Nicea, mencionan que había tenido, exactamente,
una hija. También gracias al autor
Clemente de Alejandría nos llega la información de que la esposa de
Pedro sufrió el martirio. Así pues, estás son las pocas referencias que
tenemos de Simón Pedro antes de conocer a Jesús de Nazaret.
La llamada de Jesús
Pedro fue incorporado como discípulo al principio del ministerio de Jesús.
Los evangelistas sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) describen su entrada de
manera diferente a como lo hace Juan. Aquí se ven las diferencias entre
ambos:
Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón,
llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran
pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.» Y
ellos al instante, dejando las redes, le siguieron.
Mateo 4:18-20
Encontró primero a su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías.
Y se lo presentó a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: «Tú eres
Simón, hijo de Jonás, pero te llamarás Kefas» (que quiere decir Piedra).
Juan 1:41-42
Según el testimonio de Juan (Juan 1:40-42), fue su hermano Andrés quien lo
introdujo al grupo, tras encontrarse ambos entre los seguidores de Juan el
Bautista. La narración de los sinópticos da otro punto de vista, como se
aprecia en los ejemplos, narrando la historia de que al ver a ambos recoger
las redes, Jesús les invitó a hacerse pescadores de hombres (Mateo 4:18-22,
Marcos 1:16-20, Lucas 5:1-10) y fue Simón el primero en reconocer a Jesús
como el Hijo de Dios, y no su hermano Andrés.
Confesor de Cristo
Simón podría decirse que fue el confesor de Jesús, su discípulo más
allegado, y esto, se nota en los evangelios. Existen muchos pasajes donde
vemos a Simón muy cerca de Jesús, por ejemplo:
Fue uno de los tres discípulos íntimos que, según la
Biblia, fueron testigos de la transfiguración de Jesús (Marcos 9:1).
Según el relato bíblico fue el primero en reconocer a Jesús como el Mesías
esperado. Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro
le contestó: «Tú eres el Cristo.»(Marcos 8:29).
Los evangelios recogen también la profecía de Jesús anunciando la traición
de Pedro quien lo negaría tres veces consecutivas avergonzándose de ser
seguidor de Jesús. Aun cuando la noche de la última cena, Pedro juró no
apartarse de Jesús, al ser interrogado por los soldados romanos que lo
habían detenido, negó tres veces conocerlo antes del canto del gallo, es
decir, antes de que la noche acabase, cumpliéndose así la profecía del
Mesías. (Mateo 26:69-75, Marcos 14:66-72, Lucas 22:54-62, Juan 18:25-27).
En el mismo pasaje, en la cena del señor: << Jesús le dijo "y tú, después
que hayas vuelto, fortalece a tus hermanos">> (Lucas 22:32). En esta tarea
encomendada por
Jesús a Pedro de fortalecer y servir de apoyo a sus hermanos después de
la muerte, ha visto la Iglesia católica otro fundamento para sostener el
primado de Pedro sobre los demás Apóstoles.
Tras la resurrección, según lo relata Juan Juan 21:15-17, Jesús resucitado
se aparece ante los discípulos y dirigiéndose a Pedro le hace reafirmar tres
veces su amor por Él, encargándole la tarea de ser pastor de sus ovejas y
apacentar sus corderos. En este episodio también se basa la Iglesia católica
para sustentar su creencia de que San Pedro fue el primer Papa.
Tras la muerte de Jesús
Tras la muerte de Jesús, la figura de Pedro es menos precisa. Si bien,
varios de los evangelios —tanto canónicos como apócrifos— dejan entrever que
había tenido un vínculo especial con Jesús. En Lucas 24:34 se narra una
comunicación especial del resucitado a Pedro, por ejemplo.
El evangelio de
Mateo no vuelve a nombrar a Pedro tras haber éste negado conocer a
Jesús. El autor de Hechos de los Apóstoles, sin embargo, presenta a Pedro
como una figura crucial de las comunidades paleocristianas; es él quien
preside la selección del reemplazo para Judas Iscariote (Hechos 1:15-26), él
quien toma la palabra y se dirige a la multitud el día de Pentecostés
(Hechos 2:14-41), él quien castiga la mentira de Ananías y Safira a los
Apóstoles (Hechos 5:1-11), él quien es examinado públicamente por el
Sanedrín junto con Juan (Hechos 4:7-22, Hechos 5:18-42).
Es el primer apóstol que supuestamente obra un milagro público: tras invocar
el nombre de Jesús, los cristianos afirman que cura milagrosamente a un
hombre a las puertas del templo de Jerusalén (Hechos 3:1-10). En otra
oportunidad, la
Biblia afirma que resucita a una mujer (Hechos 9:36-43).
Se reafirma juez en el caso de Simón el Mago, quien pretende comprar el
poder de invocar al Espíritu Santo (Hechos 8:14-25). Emprende misiones a
Lidia, Jaffa y Cesarea. Tiene una intervención destacada en el Concilio de
Jerusalén, cuando Pablo sostiene que el mensaje de Jesús debe extenderse
también a los gentiles (pueblo no judio).
En todos estos ejemplos, en los que la figura de Simón Pedro se destaca por
encima del resto de los apóstoles, ha visto la Iglesia católica una
confirmación de la enseñanza de que él ejercía el primado sobre ellos. La
prédica de Pedro, sin embargo, estuvo por lo general en los primeros años
limitada al pueblo
judío a diferencia de Pablo que predicaba a los gentiles (personas no
judías) aunque fue el quien bautizó al primer cristiano no judío, en Cesarea,
debido a una visión tenida en Joppe,fue al Centurión Cornelio y a su familia
(Hechos 10:1-33). Más tarde, según la tradición católica, se trasladaría a
Roma.
El autor de los Hechos, sin embargo, se centra luego en las obras de Pablo,
por lo que de los años posteriores es mucho lo que se ignora. De acuerdo con
la epístola a los Gálatas, se trasladó a Antioquía, donde
Pablo lo encontró más tarde (Gálatas 2:11). La primera epístola a los
Corintios deja entrever que Pedro quizá visitó la ciudad en sus misiones
(1Corintios 1:12).
Pablo habla de él destacando su lugar preeminente entre los miembros de la
Iglesia primitiva: "...como lo hacen los demás
Apóstoles, los hermanos del Señor y el mismo Cefas..." (1Corintios 9:5),
"...Santiago, Cefas y Juan –considerados como columnas de la Iglesia–..."
(Gálatas 2:9).
Pedro se habría trasladado a Roma mientras Pablo se quedaba en Jerusalén.
Allí habría participado en grupos de cristianos ya establecidos en Roma, sin
embargo no hay evidencia en los relatos evangélicos; según otras tradiciones
como las que mencionan Orígenes o Eusebio de Cesarea en su
Historia Eclesiástica (III, 36) Pedro habría sido el que fundó la
Iglesia de Antioquía, pero tampoco hay otra evidencia que lo verifique.
Muerte de Pedro
La tradición católica narra que Pedro acabó sus días en Roma, donde fue
obispo, y que allí murió martirizado bajo el mandato de Nerón en el Circo de
la colina vaticana, sepultado a poca distancia del lugar de su martirio y
que a principios del siglo IV el
emperador Constantino I el Grande mandó construir la gran basílica.
Clemente Romano, en su carta a los corintios, data su muerte en la época de
las persecuciones de Nerón. El evangelio de Juan sugiere, en su
característico estilo alegórico, que Pedro fue crucificado. Algunos retrasan
la redacción de este Evangelio hasta el siglo II, por lo que consideran su
testimonio de menor relevancia. Pedro de Alejandría, que fue obispo de esa
ciudad y falleció en torno a 311, escribió un tratado llamado Penitencia, en
el que dice: "Pedro, el primero de los apóstoles, habiendo sido apresado a
menudo y arrojado a la prisión y tratado con ignominia, fue finalmente
crucificado en
Roma". Orígenes en su Comentario al libro del Génesis III, citado por
Eusebio de Cesarea, dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no
considerarse digno de morir del mismo modo que Jesús. Lo mismo relata
Jerónimo de Estridón en su obra Vidas de hombres ilustres.
Flavio Josefo relata que la práctica de crucificar criminales en posiciones
distintas era común entre los soldados. El texto de 1Pedro 5:13, que envía
saludos desde "la Iglesia que está en Babilonia" ha sido entendido por
algunos en sentido figurativo, como señal de que Pedro escribía desde Roma
por el hecho que la antigua
Babilonia sobre el Eufrates estaba en ruinas y el término "Babilonia"
habría sido usado por la antigua comunidad cristiana para referirse a la
Roma de los emperadores (Apocalipsis 17:5). No obstante, otros estudiosos
alegan que no había razón alguna para utilizar términos crípticos para
referirse a Roma en un simple saludo y suponen que Babilonia se refería
efectivamente a una comunidad cristiana asentada en las ruinas de esa
ciudad, por lo demás, densamente habitada.
El historiador religioso de la antigüedad Eusebio informa que Pedro “fue
crucificado con la cabeza hacia abajo, habiendo él mismo pedido sufrir así.”
Sin embargo, la profecía de Jesús acerca de la muerte de Pedro no fue tan
específica. A
Catholic Commentary on Holy Scripture admite lo siguiente: “Puesto que
se coloca la extensión de las manos antes de ser ceñido y llevado, es
difícil discernir cómo debe concebirse. Si el orden es parte de la profecía,
debemos suponer que el prisionero fue atado al patibulum antes de ser ceñido
y llevado a la ejecución.” Por eso, si no fuera por la tradición que
registró Eusebio, la declaración de Jesús en sí no señalaría a una muerte
por crucifixión o por fijarlo en un madero. Considerando las palabras de
Juan 21:18-19 aparte de la tradición, llegaríamos a la siguiente conclusión:
En los años cuando Pedro era más joven podía ceñirse a gusto para cualquier
deber que quería desempeñar. Tenía la
libertad de ir a donde quisiera ir. Pero en la vida posterior esto
cambiaría. Tendría que extender las manos, quizás en sumisión a otra
persona. Otro hombre lo controlaría, ciñendo a Pedro (ya sea atándolo o
preparándolo para lo que habría de venir) y cargándolo a un lugar adonde no
querría ir, evidentemente al lugar de ejecución. Así la profecía de Jesús
respecto a Pedro realmente indicó que el apóstol moriría "una muerte de
mártir", pero no necesariamente denota la manera en que se le daría esta
muerte.
Búsqueda de sus restos
En 1939 el Papa Pío XII ordenó la excavación en los subterráneos del
Vaticano para tratar de hallar una respuesta a la tradición que en aquel
tiempo se ponía en duda (ante el desmentido de otras tradiciones): que el
Vaticano era la auténtica tumba del apóstol Pedro. Las excavaciones
duraron hasta 1949. Se encontró una necrópolis que se extendía de oeste a
este en paralelo al Circo de Nerón. La necrópolis estaba inundada de tierra,
posiblemente por ser la base de la basílica primigenia. Se encontraron cinco
monumentos, el más antiguo databa del siglo II. Se incluía una parte de un
edificio adosado a un muro revocado en rojo que servía de fondo para el más
antiguo de los monumentos. En este edificio pequeño se encontraron unas
inscripciones que datan de antes de Constantino, muestra de la devoción de
los fieles. Una de las inscripciones señalaba "Petrus
Eni" (Pedro está aquí). Asimismo, se encontró un lugar donde debería
encontrarse la tumba pero no se halló nada. Por la evidencia dada, Pío XII
suspendió las excavaciones y anunció que se había encontrado la tumba de
Pedro.
Margherita Guarducci, arqueóloga, prosiguió las investigaciones en 1952.
Estudió y descifró el famoso muro de las inscripciones y descubrió el uso de
una criptografía de tinte místico: el uso repetitivo de las letras "P", "PE"
y "PET" como abreviatura del nombre de Pedro, aunque normalmente era
vinculado al nombre de Cristo. Asimismo hay aclamaciones a Cristo, María,
Pedro, a Cristo como segunda persona de la trinidad y a la trinidad.
Los restos físicos de Pedro habrían sido encontrados años después. La
arqueóloga elaboró la siguiente teoría: cuando
Constantino quiso hacer la Basílica los huesos fueron desenterrados y
envueltos en un manto de púrpura y oro y depositados en el nicho donde
debían de haber estado, pero durante las excavaciones los obreros usaron el
martinete para derribar muros y, deseando llegar rápidamente a la tumba,
provocaron un derrumbe sobre los restos. Todo mezclado tomó la apariencia de
desechos. Monseñor Cas, jefe de la Fábrica de San Pedro, guardó todo resto
humano que se encontraba y los restos estuvieron así guardados diez años sin
conocerse su procedencia.
El antropólogo
Venerando Correnti estudió los huesos y señaló que había huesos humanos
y de ratón, un ratón que debió de haber quedado atrapado tiempo después de
producido el entierro. Los huesos humanos presentaban las siguientes
características:
Tenían adherida tierra, mientras que los huesos de raton estaban limpios. Se
analizó la tierra adherida a los huesos humanos y es la misma tierra de la
tumba abierta y que fue encontrada vacía, identificada por Pío XII como la
de Pedro, las tumbas colindantes tenían otra clase de tierra.
Los huesos están coloreados de rojo por haber estado envueltos en un paño de
púrpura y oro. Hay hilos de oro y de la tela incluso adheridos a algunos
huesos. Debían de ser huesos de una persona muy venerada, pues los
envolvieron en un rico paño de púrpura y oro, para guardarlos en ese nicho.
Parece que estos huesos fueron retirados de la tumba de tierra y guardados
para protegerlos de la humedad del terreno. Este nicho ha permanecido
intacto desde Constantino hasta hoy.
Los huesos humanos son de la misma persona: varón, de complexión robusta,
que murió a una edad avanzada y vivió en el siglo I.
En 1964 las investigaciones de Guarducci terminaron y un año después se
publicó su libro Reliquie Di Pietro Sotto La Confossione della
Basílica Vaticana ("Las reliquias de Pedro bajo la confesión de la
Basílica Vaticana"), libro muy discutido por la comunidad científica. En
1968 Pablo VI anunció que, según los estudios científicos realizados, había
la suficiente certeza de que se habían encontrado los restos del apóstol.
Escritos atribuidos a
Pedro
Entre los escritos del Nuevo Testamento, se considera habitualmente que el
evangelio de Marcos recoge las enseñanzas de Pedro por parte de uno de sus
discípulos.
Epístolas de Pedro
Además, dos epístolas se atribuyen tradicionalmente a Pedro. Sin embargo,
los originales griegos son muy superiores en su redacción a lo esperable en
un rústico pescador cuyo primer idioma era el
arameo y que no habría estudiado griego ni retórica (Hechos 4:13). La
explicación tradicional es que, al menos la primera de las epístolas fue
redactada por un amanuense que, si no recogió directamente de boca de Pedro
sus opiniones, lo conocía lo suficientemente bien como para hablar en su
nombre.
Sin embargo, la autoría por San Pedro de la segunda epístola está muy
discutida. El comentario de la Biblia de Jerusalén dice que "muchos críticos
modernos se niegan por su parte a atribuirla a San Pedro, y es difícil
acusarles de estar equivocados". De acuerdo con los estudios de Raymond E.
Brown, su texto era desconocido en Occidente hasta alrededor del año 350 y
luego fue rechazada por muchos cristianos. En Oriente su aceptación llegó
aún más tarde, en el siglo VI en algunos casos. En cualquier caso, la
primera mención del texto es una referencia a Orígenes recogida por
Eusebio alrededor de 250. Numerosos autores han señalado que el estilo
es muy similar al de una carta apócrifa antiguamente atribuida a Clemente
Romano (la segunda epístola de Clemente), por lo que es posible que su autor
fuese el mismo. Razones argumentales han demostrado que su redactor conocía
la epístola de Judas.
Obras apócrifas
Otras obras apócrifas han circulado con la pretensión de recoger las
palabras o los hechos de Pedro. Desde la antigüedad, sin embargo, se ha
cuestionado su autenticidad. Éstas incluyen:
El evangelio de Pedro
Los Hechos de Pedro
Una carta de Pedro a Felipe, conservada en la biblioteca Nag Hammadi
Un Apocalipsis de Pedro, considerado auténtico hasta entrado el siglo IV
La epistola Petri, una carta que consta al inicio de algunas versiones de
las obras de Clemente de Alejandría
Iconografía
Por ser considerados herederos de la llamada profesión petrina, los papas de
la Iglesia católica romana llevan un anillo con la imagen del santo echando
las redes al mar, llamado
Anillo del Pescador.
En el pasaje de Mateo 16 de acuerdo a la interpretación patrística, Jesús
habría nombrado piedra o roca a San Pedro cuando reconoció a Cristo como
Dios y Señor. El evangelista añade que el Apóstol recibirá las llaves
del cielo y de la tierra. Éste es el fundamento de la representación
habitual de Pedro en la iconografía como portador de un par de llaves, como
suele verse en las imágenes del Apóstol Pedro como fundador de la sede de
Antioquia. Estos elementos también están presentes en la heráldica vaticana
en cuanto que los Papas se consideran los sucesores de Pedro.
La tradición de la Iglesia católica apostólica ortodoxa reconoce como primer
obispo de Roma a Lino, designado por el Apóstol Pablo primer fundador y
misionero de la primitiva comunidad cristiana de Roma, en tanto que reserva
para el
Apóstol Pedro el título de Corifeo(director del coro)de los apóstoles.
La representación convencional de San Pedro lo presenta ya anciano, portando
las llaves. Entre sus atributos se cuentan también el barco (por su
profesión), el libro y el gallo (por su negación). Ocasionalmente se lo
reviste de los atributos de un obispo o de un papa, si bien las tradiciones
relativas a éstos no se fijaron hasta mucho más tarde. Las escenas de su
martirio lo presentan por lo general cabeza abajo. Fuente
ORACIÓN A SAN
PEDRO
Compartir este articulo : | | | | |
VER MAS SANTOS, SANTAS Y VÍRGENES AQUÍ
|