Infancia
Nació en Mercatello, ducado de Urbino. Sus padres, Francesco Giuliani y
Benedetta Mancini, eran de origen noble.
En su infancia, si bien en un principio destacaba por ser traviesa,
caprichosa e impulsiva, apoyada por sus hermanas va desarrollando
progresivamente gran piedad y
espíritu de oración. En este
contexto comienzan a aparecer sus deseos de ser monja, los cuales se
fortalecían a través del tiempo. Su padre se esforzó por hacerla desistir de
sus ideas y que contrajera matrimonio, pero tras varias luchas con sus
parientes, con
fe y oración Úrsula consiguió ingresar al monasterio.
Vocación religiosa
En 1677 fue recibida en el convento de las clarisas capuchinas en Città di
Castello en Umbría, Italia, tomando el nombre de
Verónica, en recuerdo de la Pasión. Al terminar la ceremonia de
recepción, el obispo que presidía le dijo a la abadesa: “Le encargo
especialmente a esta nueva hija a su cuidado, porque algún día será una gran
santa”.
En el noviciado, tuvo pruebas espirituales muy intensas y grandes
tentaciones de volver al mundo, pero se sometió obedientemente a la voluntad
de sus directores espirituales. A su profesión en 1678 desarrolló un gran
deseo de padecer en unión con Cristo para la conversión de los pecadores.
Después de su profesión, pasó por todos los oficios y cargos del
monasterio, desde el más humilde hasta el más honroso, siendo
sucesivamente cocinera, despensera, enfermera, tornera, panadera,
sacristana, maestra de novicias y, finalmente, abadesa, cargo que ejerció
once años hasta su muerte.
Experiencias místicas
En 1693 comenzó una nueva etapa en su
vida espiritual cuando tuvo una visión en que Cristo le presentaba un
cáliz, simbolizando la Divina Pasión que iba a ser revivida por su alma. Al
principio no quiso aceptarlo, pero con gran esfuerzo finalmente accedió; a
partir de ese momento comenzó a experimentar por el resto de su vida un
intenso sufrimiento espiritual y posteriormente corporal. A partir de este
año su confesor le ordena registrar por escrito sus experiencias místicas,
por lo que inició la redacción de su
Diario, que consta de 42 volúmenes, con unas 22.000 páginas en total. A
pesar de su intensa actividad mística, también era una mujer muy activa en
el convento, por 34 años fue maestra de novicias, guiando a las jóvenes con
gran prudencia.
En 1694 recibió la impresión de la
Corona de Espinas en su cabeza, siendo las heridas visibles y el dolor,
permanente. El 5 de abril de 1697, Viernes Santo, recibió los estigmas de
Cristo en sus manos, pies y costado. En julio de ese mismo año, su propia
abadesa la denunciaría a la Inquisición. Esto supuso años de humillaciones y
pruebas. Se la obligó a llevar un régimen especial de comidas y a intentar
curar los estigmas con diversas técnicas médicas, que terminaron fracasando
en todos los casos. Se le practicaron exorcismos y el obispo llegó a
tratarla de
bruja. Además se la incapacitó para ser elegida para ningún cargo de la
comunidad así como para votar en las elecciones de otras para cargos
comunitarios; se la sometió a estricta incomunicación, prohibiéndole recibir
visitas y escribir cartas.
Las pruebas de la Inquisición fueron cesando en número y retirándose poco a
poco las prohibiciones. El 3 de junio de 1703 se le devolvió el cargo de
maestra de novicias. Entre sus nuevas discípulas se encontrará la
Beata Florida Cevoli. El 7 de marzo de 1716 se le permitiría ser elegida
abadesa, y así lo hicieron las hermanas el 5 de abril de ese mismo año.
Ejerció el cargo hasta su muerte, preocupándose diligentemente de las
necesidades espirituales y materiales de sus hermanas.
Muerte y canonización
En 1727 un ataque de apoplejía la postró en el lecho, falleciendo un mes
después de este evento la mañana del día 9 de julio de 1727, en el convento
de Città di Castello. Sor
Verónica había pasado toda su vida en el amoroso costado de Cristo: el
corazón de Jesús había sido su celda, su monasterio y su cielo. Como un
hecho extraordinario más en su biografía, en su autopsia realizada por el
médico Gentili ante autoridades civiles y eclesiásticas, se encontró que su
corazón tenía grabada la cruz y los instrumentos de la Pasión de Cristo, tal
y como la santa había relatado en su Diario.
Fue beatificada por Pío VII el 17 de junio de 1804 y
canonizada por Gregorio XVI el 26 de mayo de 1839. Desde 1978 hay
propuestas para nombrarla Doctora de la Iglesia. Se la representa usualmente
coronada de espinas, abrazando la cruz y con su propio corazón en la mano. Fuente
ORACIÓN A SANTA
VERÓNICA DE GIULIANI
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