Practicaba el abigeato y
tenía habitos pendencieros. Posiblemente en estado de ebriedad mato a la que
era su compañera porque supuestamente estaba embarazada por el
Diablo. Fue perseguido por la policía y luego muerto junto con varios de
sus compinches.
Sin embargo, la superstición popular creó un culto a Antonio María y al pie
de un TIMBO' bajo el cual solía guarecerse, levantaron varias
cruces (Curuzú Jhetá significa muchas cruces).
Todos los tres de Mayo (Día
de la Cruz) acceden allí muchos "promesantes" que han deificado al
citado individuo, con el objeto de encender velas, formular pedidos, y
cumplir promesas. Con ramitas del timbó hacen cruces que estiman milagrosas,
así como las aguas de un arroyo cercano.
Santo Antonio María
Nació en Yaguareté Corá, hoy Concepción. En 1840 era un jangadero que
transportaba tacuaras por el Alto Paraná desde Ituzaingó hasta Corrientes.
Un día es sorprendido por una violenta tormenta que destrozó y hundió su
embarcación, muriendo todos sus compañeros, salvándose milagrosamente sólo
Antonio. Este hecho cambió su
vida y, regresando a su pueblo Yaguareté Corá sostuvo que "desde ese
momento Dios lo había designado a predicar la Fe Cristiana". Se internó en
un paraje de los Esteros del Iberá, seguido por un ayudante indio de nombre
Acuña y varios "apóstoles" como los llamaban los pobladores.
Se establecieron en el pueblo de Nupíh, cerca de Ituzaingó y bajo un gran
timbó (árbol de grandes dimensiones) donde
Antonio solía rezar, meditar y actuar como sanador. Llevó una vida
ascética y retirada y era visitado por los vecinos para que los curara de
las enfermedades que los aquejaban. Su fama trascendió y la gente llegaba
desde muy lejos para buscar alivio.
Tenía amigos y creyentes y también detractores. Para unos era un santo que
dedicaba su vida a servir a los demás, para otros era un delincuente que se
escondía en los esteros para cometer delitos como asaltos, asesinatos y robo
de ganado. Se le atribuyeron violaciones y todo tipo de acciones penadas.
Pero también tuvo en vida fama de médico,
curandero, predicador y sanador.
Murió junto con sus "apóstoles"
en una emboscada que hizo la patrulla de vigilancia luego de haber sido
denunciado por una mujer diciendo que Antonio que había asesinado a su
concubina por haberla encontrado embarazada del "Curupí" (un duende, una
especie de sireno con un gran miembro que cautiva a las
muchachas a la hora de la siesta). La policía mató a todos. A Antonio
María lo decapitaron y llevaron su cabeza en la pica de una lanza hasta el
pueblo. Al día siguiente la cabeza había desaparecido. Cuando regresaron a
ver el cadáver éste tenía la cabeza nuevamente en su lugar. Esto fue
considerado un milagro y a la sombra del timbó fue puesta una cruz pintada
de color celeste según su simpatía política. El paraje es conocido como
Curuzú Jhetá, que significa muchas cruces. No se sabe el día exacto de su
muerte y se lo recuerda el 3 de mayo, día en que los correntinos conmemoran
"La Cruz de los Milagros".
Los creyentes recogen astillas del timbó para confeccionar pequeñas "cruz-reliquias"
que llevan encima o colocan en sus casas. Antes de llegar al oratorio se
encuentra el "Paso del Iberá" donde los devotos recogen agua o realizan
baños. Dicen que se trata de la misma con la que el santo curaba a sus
pacientes y que el agua tiene propiedades milagrosas o curativas. Fuente
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