En
Argentina, se describen diferentes versiones sobre este tipo de
espíritus Familiares, pero la más difundida lo identifica con una especie de
criatura demoniaca que da poder y dinero a su poseedor a cambio,
generalmente de
vidas humanas. Su existencia es tomada como real por la gran mayoría de
la población de las plantaciones de azúcar en esa región, situación que
muchas veces es aprovechada por los dueños de los ingenios argentinos para
coaccionar a su peonada. Se ha denunciado que se atribuyó a
El Familiar incluso las desapariciones de trabajadores del Ingenio
Ledesma durante el Proceso de Reorganización Nacional.
Zona de influencia
El Familiar es particularmente temido en las provincias de Tucumán, Salta,
en el noroeste de Catamarca. Se hallan irradiaciones de su influencia además
en Jujuy, Santiago del Estero y, en algunos casos aislados, también en Entre
Ríos y San Juan.
Historia del mito
Los mitos acerca de perros
demoníacos tienen larga data. Durante el siglo XIX se produjo un auge de
la industria azucarera gracias a la expansión del ferrocarril. En este
contexto, los ingenios pronto comenzaron a producir
ganancias millonarias, en lapsos de tiempo tan breves que dispararon la
imaginación popular, hasta llegar a la conclusión de que los dueños de estos
se habían enriquecido tan rápidamente ayudados por el diablo, u otros
demonios mandados por el, con quienes habrían firmado un pacto demoniaco.
Pronto, la mayoría de los ingenios tuvieron su propio Familiar. Se atribuye
al
Ingenio Santa Ana de Tucumán, propiedad de Clodomiro Hileret el haber
sido el primero en conseguir su propio Familiar.
Los dueños de los ingenios mantenían a estos demonios que tomarían la forma
del Familiar escondidos en el sótano o en la chimenea, al cual dejaban
alimentarse una noche al año del o los peones que tuvieran la desgracia de
cruzarse en su camino o bien que hubiera sido llevado a su presencia
mediante engaños del capataz.
Ya en el siglo XX, durante la dictadura militar autodenominada Proceso de
Reorganización Nacional, en el Ingenio Ledesma los capataces podían realizar
sus rondas vestidos de negro o con perros negros, en representación del
Familiar.
Leyenda
Este tipo de espíritus Familiares denominados como "El Familiar" en estas
zonas, comúnmente tendrían la forma física de una víbora de gran tamaño (a
veces una mitológica serpiente con pelos llamada Viborón), o de un mítico
perro Cadejo grande y negro (a veces sin cabeza o más similar a un jabalí)
de grandes ojos color rojo o de
fuego y pelos duros como jabalí, el cual además puede presentar algunos
rasgos humanos, como garras prensiles como manos con las que destrozaría a
sus víctimas, o a veces caminar en dos patas; o en ocasiones un híbrido de
ambos seres, similar al “Teyú Yaguá” con los colmillos de jabalíes (en la
mandíbula inferior) o los de una víbora (en la mandíbula superior); e
incluso hay algunos relatos que le dan forma
humana de un "europeo" que se dice vestiría todo de negro y montaría a
caballo. En estos casos, en ocasiones pueden hablar, y en todos los casos
parece coincidir que se siente cuando anda cerca un fuerte olor a azufre y
el
sonido de grandes cadenas arrastrándose, elemento siempre relacionado a
los seres de bajas vibraciones o condenados o a emisarios del demonio;
siendo seres que recorren los cañaverales en línea recta y en caso de
cruzarse con alguna construcción las atraviesa, nada lo detiene ni hiere.
Los propietarios de los ingenios azucareros que eran sindicados como
poseedores de un "Familiar", recibirían poder y dinero a cambio,
generalmente, del
sacrificio de un obrero por año. De no transmitirse el conocimiento, una
vez muerto el patrón, el familiar moriría de hambre y la fortuna familiar se
perdería; quedando la familia maldita. Así, cuando en las grandes fábricas,
suelen ocurrir accidentes, particularmente en la caldera (es frecuente que
el trabajador caiga a la
caldera y muera carbonizado) y en el trapiche (cuando el obrero va a
tirar la caña en el trapiche puede resbalar dentro de la cinta
transportadora que la tritura) y, cuando muere un hombre, se dice que el
Familiar "ya se ha hecho la
víctima" (si muere más de uno es porque está hambriento). El año será de
mayor provecho para el dueño del ingenio cuanto más peones coma el Familiar.
Se cree que "El
Familiar" moraría en el sótano de la casa del propio dueño y según
algunas creencias el industrial podría soltarlo cada tanto para que se
alimente por sus propios medios, usualmente un obrero que moleste al
patrón. Otras versiones dicen que el familiar estaría en una habitación
y que se mandaría a un empleado a buscar herramientas en esa habitación sin
salir más.
El ataque del Familiar
El Familiar come sólo carne humana, sintiendo predilección por alimentarse
de los peones ariscos ante la autoridad del patrón. Por las noches puede
rondar los galpones de los trabajadores de los ingenios, y también puede ser
soltado voluntariamente por los patrones, una vez al año, para que se
alimenten. Se suele creer que los dueños de los
ingenios tienen un pacto con el Familiar por el cual están obligados a
permitirle alimentarse por lo menos con uno de sus peones todos los años,
aunque esta cantidad es insuficiente, generalmente, para saciar su hambre.
En caso de no cumplir la cuota, el mismo patrón puede acabar devorado.
Sólo quienes han sido víctimas del
Familiar lo conocen. No es posible matarlo ni herirlo con el filo de las
armas o disparándole. Sin embargo, sí es posible escapar con vida,
mostrándole la cruz que se forma con la empuñadura de un puñal. Fuente
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