Fue
obispo de Benevento (en la región de Campania, Italia) en el siglo III
y, de acuerdo con la tradición, se llamaba Prócolo y pertenecía a la familia
patricia de los Ianuarii, consagrada al dios
Jano. Fue condenado a muerte durante las persecuciones a los cristianos
del emperador romano Diocleciano.
Es menos usual (aunque más cerca de la etimología) la grafía «san Jenaro».
Martirio
En el año 305, durante la persecución de
Diocleciano y Maximiano (la última que sufrió la Iglesia hasta la paz de
Constantino), Gennaro —siendo obispo de Benevento— es encarcelado, junto con
los amigos que le acompañan, por los soldados del gobernador de la ciudad,
que lo reconocen en el camino cuando se dirige a visitar a un diácono
llamado Festo que estaba en la cárcel.
Sus captores intentan convencerlo para que reniegue de su fe, pero al no
conseguirlo le introducen en un horno de donde sale sin daño alguno, sin que
ni siquiera sus ropas sufran el rigor del fuego. Al día siguiente, junto con
el diácono y otros
cristianos, es trasladado al anfiteatro, donde son echados a las fieras,
las cuales no les atacan y se echan a los pies de Gennaro como si de mansas
ovejas se trataran.
Finalmente, ante tales hechos, deciden llevarlo con los demás cristianos a
la plaza Vulcana para ser decapitados. Con él fueron
martirizados los diáconos Sosio, Próculo Januarii y Festo y también
quienes hubiesen recibido el sacramento del orden del lectorado Desiderio,
Eutiquio y Acucio.
Milagro de la
licuefacción
La fama de que goza
san Genaro se debe a un hecho, considerado milagro por la Iglesia, que
se obra todos los años en Nápoles el 19 de septiembre, aniversario de su
muerte. El hecho, que según la tradición se produce desde hace 400 años,
consistente en la licuefacción de la sangre del santo.
Ese día, un sacerdote expone en el altar de forma solemne, frente a una urna
que contiene la cabeza del santo, una ampolla del tamaño aproximado de una
pera que contiene su sangre solidificada. Los presentes empiezan a
rezar y la sangre, normalmente sólida y de color negruzco, se vuelve
líquida y rojiza y aumenta su volumen. Otros casos de licuefacción de sangre
son los de san Chárbel Makhlouf (en el Líbano) y san Pantaleón (en el
Monasterio de la Encarnación, Madrid).
Según la explicación científica, este comportamiento es habitual en fluidos
denominados no-newtonianos, en particular en los materiales denominados
pseudoplásticos, que se comportan como sólidos cuando están en reposo y se
vuelven más fluidos cuando se someten a algún tipo de esfuerzo, y
tixotrópicos, que tienen memoria, dependiendo su viscosidad de su historia
reciente. En la
revista científica Nature se publicó en 1991 un artículo que explica el
fenómeno de la licuefacción.
Tres veces al año la sangre es expuesta para la veneración: el sábado que
precede al primer domingo de mayo (fiesta del traslado de San Genaro), el 19
de septiembre (celebración que recuerda su martirio) y el 16 de diciembre
(fiesta que lo celebra como patrono de la ciudad). Durante estas ceremonias
sus participantes invocan al santo y piden el milagro. En mayo la sangre es
llevada desde la Catedral de Nápoles hasta la Basílica de Santa Clara donde
se licúa. En septiembre la licuefacción se produce en la
catedral y las ampollas son expuestas al público por 7 días para que los
fieles las besen; algunos testigos afirman que durante las noches la sangre
solidifica, pero al día siguiente vuelve a licuarse después de rezar
nuevamente. En diciembre la bóveda es abierta y si la sangre se encuentra
líquida, las ampollas son exhibidas. La superstición (aunque no la Iglesia)
afirma que es mal augurio que el milagro no ocurra, la última vez que había
acontecido fue en 1987 cuando un intendente comunista fue elegido en
Nápoles. Pero el primer sábado mayo de 2011 la sangre tampoco se licuó,
a pesar de la supertisión popular el alcalde de Nápoles dijo: "No es un mal
presagio". Sin embargo al día siguiente sí se licuó la sangre, alejando con
este hecho los malos augurios que según los fieles se abatian sobre la
ciudad.
ORACIÓN A SAN
GENARO
En Nápoles, a San Gennaro se le atribuye no solo este milagro sino también
el haber librado a la ciudad en diferentes oportunidades de las erupciones
del volcán Vesubio. Fuente
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