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De ahí en más, seducida por
la
religiosidad y la acción positiva de la Madre María, la sigue
fielmente, y su figura de alguna manera fue semejándose a ella con el
tiempo.
Como la
Madre María, tuvo Prosperina de América
seguidores y devotos que perpetuarían su nombre.
Su apasionada biógrafa,
Iderma Anzoátegui, dijo:
La
hermana Prosperina no siente fatiga, escucha con
suma paciencia a cada uno,
rn todas sus aflicciones y
dolores y para todos tiene
la palabra justa llena de esperanza,
amor y caridad. Es que Dios
protege su acción y todo
el que se le acerca recibe
la misericordia del
Señor, por
su intermedio.
Desde que se radicó en
Montevideo vivió siempre en la
misma casa, y su
hogar estuvo puesto a disposición de
la Humanidad. Sus viajes a
Buenos Aires eran seguidos, pues
visitaba asiduamente a la
Madre María.
El gentío que se agolpaba
esperando la palabra de ella
en la arbolada calle Lindoro
Forteza, llamó la atención a la policía
y comenzaron las primeras
molestias que debió soportar la
buena Hermanita. Fuente
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