Ya en vida de Bernadette Soubirous, multitudes de católicos creyeron en las
apariciones de la Virgen María como vehículo de la gracia de Dios, y el Papa
Pío IX autorizó al obispo local para que permitiera la veneración de la
Virgen María en Lourdes en 1862, unos diecisiete años antes de la muerte de
Bernadette. Bernadette Soubirous fue canonizada como "santa"
por Pío XI el 8 de diciembre de 1933, durante el Jubileo de la Redención.
Desde entonces, la advocación de la Virgen María como Nuestra Señora de
Lourdes fue motivo de peregrinaciones para millones de católicos de todo el
mundo y su santuario ha sido estimado popularmente como un lugar emblemático
en el que se conjugan el sufrimiento, la fe expresada en plegaria, la
curación y la conversión.
La Iglesia Católica considera a Nuestra Señora de Lourdes la patrona de los
enfermos por antonomasia.
Apariciones
Bernadette Soubirous, una pobre y analfabeta adolescente de catorce años,
aseguró haber visto en 18 ocasiones a la Virgen María en una gruta del
paraje de Massabielle, al occidente de Lourdes, en Francia, entre el 11 de
febrero y el 16 de julio de 1858.
Recién en la tercera aparición, la niña habló con la Señora en gascón,
dialecto occitano que se usa en la zona, la cual se dirigió a ella usando el
"usted" (voi) de cortesía y pidiéndole: "¿Me haría usted el favor de venir
aquí durante quince días?" (Boulet aoue era gracia de bié aci penden quinze
dias?). Bernadette le prometió que lo haría. A su vez, la Señora le anunció
que no le prometía hacerla feliz en este mundo, sino en el otro.
En sucesivas apariciones, el mensaje fue tomando cuerpo:
Invitación a la Penitencia y a la oración por los pecadores (21 de febrero).
Invitación a vivir una pobreza más evangélica.
Solicitud de que se hicieran procesiones a la gruta y le fuera erigida allí
una capilla (2 de marzo).
El 25 de febrero, según testificó Bernadette, la Virgen le dijo que fuera a
tomar agua de la fuente y que comiera de las plantas que crecían libremente
allí. Ella interpretó que debía ir a tomar agua del cercano río Gave y hacia
allá se dirigió. Pero la Señora le enseñó con el dedo que escarbara en el
suelo. Al excavar en el fango e intentar beber, Bernadette ensució su
rostro, y sus gestos y apariencia fueron motivo de escepticismo por parte de
muchas de las de las 350 personas presentes, ya que el manantial no se
manifestó de inmediato. Sin embargo, poco después surgió una fuente de agua
que, hasta el día de hoy, es meta de peregrinaciones por parte de tantos
católicos y que ha sido testigo muda de numerosos milagros. El manantial
que brotó aquel 25 de febrero de 1858 produce cien mil litros de agua por
día, de forma continua desde aquella fecha hasta nuestros días.
Ante la reiterada petición de la jovencita de que revelara su nombre, el 25
de marzo de 1858 (en su decimosexta aparición) la Señora le dijo : "Que soy
era Immaculada Councepciou" ("Yo soy la Inmaculada Concepción"). El dogma
católico de la
Inmaculada Concepción de la Virgen María había sido solemnemente
proclamado el 8 de diciembre de 1854, apenas tres años antes. La expresión
resultaba ajena al vocabulario de Bernadette y, en principio, fue motivo de
desconcierto, tanto en el propio Padre Peyramale -párroco de Lourdes- como
en otras autoridades eclesiásticas y civiles. Sin embargo, Bernadette
Soubirous mantuvo una consistente actitud de calma durante todos los
incisivos interrogatorios que se le hicieron, sin cambiar su historia ni su
actitud, ni pretender tener un conocimiento más allá de lo dicho respecto de
las visiones descriptas.
Aprobación eclesiástica
El último interrogatorio ante la comisión eclesiástica, presidida por el
obispo de Tarbes, Laurence, fue el 1 de diciembre de 1860. El anciano obispo
terminó emocionado, al repetir Bernardita el gesto y las palabras que la
Virgen hiciera el 25 de marzo de 1858: "Yo soy la Inmaculada Concepción". El
18 de enero de 1862, el anciano obispo de Tarbes publicó la carta pastoral
con la cual declaró que "la Inmaculada Madre de Dios se ha aparecido
verdaderamente a Bernardita".2 En ese mismo año, el Papa Pío IX autorizó al
obispo local para que permitiera la veneración de la
Virgen María en Lourdes. Desde entonces los diversos pontífices han
apoyado de varias formas la devoción y la peregrinación al santuario. El
Papa Pío X extendió la celebración de la memoria a toda la Iglesia. El Papa
Pío XI ratificó definitivamente la celebración de Nuestra Señora de Lourdes
al beatificar a Bernadette Soubirous el 6 de junio de 1925, y canonizarla en
la Solemnidad de la Inmaculada Concepción del Año Santo de la Redención, el
8 de diciembre de 1933. In 1937, el mismo Pío XI nombró a Eugenio Pacelli
como Delegado Papal para visitar y venerar personalmente a la Virgen en
Lourdes. El 8 de septiembre de 1953, en conmemoración del centenario del
dogma de la Inmaculada Concepción, el Papa Pío XII, decretó en su Carta
Encíclica Fulgens Corona la celebración de un Año Mariano (el primero en la
historia de la Iglesia Católica) en todo el mundo, mientras describía los
sucesos de Lourdes con las siguientes palabras:
"Y parece como si la Virgen Santísima hubiera querido confirmar de una
manera prodigiosa el dictamen que el Vicario de su divino Hijo en la tierra,
con el aplauso de toda la Iglesia, había pronunciado. Pues no habían pasado
aún cuatro años cuando cerca de un pueblo de Francia, en las estribaciones
de los Pirineos, la
Santísima Virgen, vestida de blanco, cubierta con cándido manto y ceñida
su cintura de faja azul, se apareció con aspecto juvenil y afable en la
cueva de Massabielle a una niña inocente y sencilla, a la que, como
insistiera en saber el nombre de quien se le había dignado aparecer, ella,
con una suave sonrisa y alzando los ojos al cielo, respondió: «Yo soy la
Inmaculada Concepción». Bien entendieron esto, como era natural, los fieles,
que en muchedumbres casi innumerables, acudiendo de todas las partes en
piadosas peregrinaciones a la gruta de Lourdes, reavivaron su fe,
estimularon su piedad y se esforzaron por ajustar su vida a los preceptos de
Cristo (...)"
Pío XII, Carta encíclica Fulgens Corona, N° 3-4
Naturaleza de la aprobación
Las apariciones fueron revelaciones privadas y no públicas, por lo cual la
Iglesia Católica no las considera artículos de fe -no incorporaron material
nuevo como objeto de fe de la Iglesia Católica, ni se requiere de sus fieles
que crean en ellas-. En la fe de la Iglesia Católica, el Señor Dios elige a
quién curar y por qué medios, pues "vuestros pensamientos no son los míos,
ni vuestros caminos son mis caminos, dice el Señor" (Isaías 55, 8). En el
decir de Blas Pascal, "Dios tiene sus razones que nuestra razón no conoce".
Consecuencias de la aprobación
Por otra parte, las autoridades de la Iglesia Católica han expresado
explícitamente su devoción a Nuestra Señora de Lourdes de distintas formas.
El 25 de marzo de 1958, centenario de aquella aparición en la que la
"Señora" se presentó con las palabras "Yo soy la Inmaculada Concepción", el
cardenal Angelo G. Roncalli, luego Papa y Beato Juan XXIII, consagró la gran
Basílica subterránea de San Pío X. En la clausura del centenario de las
apariciones de Lourdes, lo expresó así: "La Iglesia, por la voz de sus
Papas, no cesa de recomendar a los católicos que presten atención al mensaje
de Lourdes".
El calendario litúrgico
católico celebra la "Festividad de Nuestra Señora de Lourdes" el día de
la primera aparición, es decir, el 11 de febrero. Más aún, en 1992 el Papa
Juan Pablo II instituyó la celebración de la "Jornada Mundial del Enfermo" a
realizarse el 11 de febrero de cada año, en memoria litúrgica de Nuestra
Señora de Lourdes.
En 1983 y 2004, el Papa Juan Pablo II fue en peregrinación a Lourdes, al
igual que lo haría su sucesor Benedicto XVI el 15 de septiembre de 2008, en
conmemoración del 150 aniversario de las apariciones de 1858.4
Hoy, el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes es uno de los sitios
principales de peregrinaje católico en el mundo. Con una población de
aproximadamente 15.000 habitantes, Lourdes recibe actualmente la visita de
unos 6.000.000 de peregrinos por año.
Advocación
La imagen de la Virgen de Lourdes que los fieles católicos veneran sigue en
general la descripción que Bernadette hiciera de la Señora:
Joven
Vestida de blanco con un cinto de color azul que le cae por el frente
Con las manos juntas en actitud orante
Con un rosario colgándole del brazo
Con una rosa dorada en cada pie
Patronazgo de los enfermos: los hechos extraordinarios de Lourdes
La Iglesia Católica siempre consideró a la Virgen María como una figura
íntimamente próxima a todo sufrimiento humano, desde aquel momento descripto
por el Evangelio según San Juan:
"Junto a la cruz de Jesús, estaban su madre y la hermana de su madre, María,
mujer de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella
al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el
discípulo la acogió en su casa"
Juan 19, 25-27
A partir de los hechos testimoniados por Bernadette Soubirous, la
Iglesia Católica consideró a la Virgen María, en su advocación de
Nuestra Señora de Lourdes, la patrona de los enfermos.
Es importante señalar que tanto las apariciones de Lourdes como la
existencia de hechos "no explicables científicamente por las leyes
naturales" no constituyen artículos de fe -éstos últimos incluidos en el
"Credo"-.
"Le Bureau des Constatations Médicales" y de "Le Comité Médical
International" de Lourdes, que rigen el análisis científico de las
curaciones producidas en Lourdes, lo hacen de forma sumamente estricta. De
los aproximadamente 7000 expedientes de
curación registrados desde las apariciones, sólo 67 casos han sido
reconocidos por la Iglesia como milagros en un siglo y medio. "La Iglesia
siempre ha sido muy cuidadosa acerca de las curaciones", dijo el facultativo
francés Patrick Theillier, director de la oficina médica. "Prefiere no
reconocer un milagro verdadero a proclamar uno donde no existe". En efecto,
tal es el grado de rigor manifestado en este tema que la curación de Marie
Bailly, aquejada de peritonitis tuberculosa en último estadio (el famoso
"Dossier 54" de los Archivos de "Le Bureau des Constatations Médicales" de
Lourdes), y testimoniada por el mismísimo -y por entonces escéptico- Dr.
Alexis Carrel6 (Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1912), no se
encuentra incluida entre los casos considerados "milagrosos" por la Iglesia
Católica, simplemente por una constatación insuficiente del estado psíquico
de la paciente previo a su curación (ver detalles más adelante).
La persona más joven que se considera recibió esa gracia fue un niño de 2
años: Justin Bouhort, de Lourdes (Francia), que padecía hipotrepsia crónica
post infecciosa con retardo del desarrollo motor. El más reciente
reconocimiento de un milagro por parte de la Iglesia Católica sobrevino en
el año 2005. Asimismo, se reconoció que 6 milagros tuvieron lugar por
intercesión de Nuestra Señora de Lourdes sin que los
enfermos viajaran a Lourdes. La mayoría de los milagros se produjeron
por contacto con el agua de Lourdes (49 milagros de los 67). Para que una
curación se considere "milagrosa" se deben cumplimentar una serie de
requisitos, entre los que se cuentan:
Que la dolencia sea incurable, desde un punto de vista científico.
Que se haya puesto de manifiesto la total ineficacia de los medicamentos o
protocolos empleados en su tratamiento.
Que la curación haya sobrevenido de forma súbita y no gradual.
Que la curación haya sido absoluta, con efectos duraderos, y no solamente
una remisión.
Que la curación no sea el resultado de una interpretación derivada del
estado psíquico de la persona.
Algunos de 67 casos de curación considerados "milagrosos" por la Iglesia
Católica son los siguientes:
Jeanne Fretel, de Rennes (Francia). Visitó Lourdes el 10 de mayo de 1948, a
los 31 años. Tenía peritonitis tuberculosa, con enflaquecimiento extremo y
fiebre. Fue llevada a Lourdes en estado comatoso. Le fue dado un fragmento
minúsculo de
Eucaristía y despertó. Se informó que fue "inmediata y permanentemente
curada" esa noche mientras yacía en su silla de ruedas al lado del
manantial. Ella todavía no se había bañado en el manantial, ni bebido de su
agua. Su curación fue reconocida oficialmente el 11 de noviembre de 1950.
Hermano Léo Schwager, de Fribourg (Suiza). Visitó Lourdes el 30 de abril de
1952, a la edad de 28 años. Sufría esclerosis múltiple desde los 5 años. Su
curación fue reconocida oficialmente el 18 de diciembre de 1960.
Alicia Couteault, de Bouille-Loretz (Francia). Visitó Lourdes el 15 de mayo
de 1952, a la edad de 34 años. Sufría esclerosis múltiple desde hacía tres
años. Su curación fue reconocida oficialmente el 16 de julio de 1956.
Marie Bigot, de La Richardais (Francia). Visitó Lourdes en dos
oportunidades, el 8 de octubre de 1953 y 10 de octubre de 1954, a la edad de
31 y 32 años respectivamente. Padecía de aracnoiditis a nivel de la fosa
posterior (causal de su ceguera, sordera y hemiplegia). Su curación fue
reconocida oficialmente en Rennes, el 15 de agosto de 1956.
Ginette Nouvel, de Carmaux (Francia). Visitó Lourdes el 21 de septiembre de
1954 a la edad de 26 años. Padecía el Sindrome de Budd-Chiari (trombosis de
las ramas principales de las venas suprahepáticas). Su curación fue
reconocida el 31 de mayo de 1963 en la diócesis de Albi.
Elisa Aloi, luego Elisa Varcalli, de Patti (Italia). Visitó Lourdes el 5 de
junio de 1958, a la edad de 27 años. Padecía tuberculosis osteoarticular y
fístulas en diversos sitios del miembro inferior derecho. Su curación fue
reconocida el 26 de mayo de 1965 en la diócesis de Messina (Italia).
Juliette Tamburini, de Marsella (Francia). Visitó Lourdes el 17 de julio de
1959, a la edad de 22 años. Padecía osteoperiostitis femoral con fístulas y
epistaxis. Su curación fue reconocida el 11 de mayo de 1965 en la diócesis
de Marsella.
Vittorio Micheli, de Scurelle (Italia). Visitó Lourdes el 1 de junio de
1963, a la edad de 23 años. Padecía de sarcoma (cáncer) de pelvis. Su tumor
canceroso era tan grande y terrible que desencajó su muslo izquierdo,
dejando su pierna izquierda paralizada. Después de ser bañado en las aguas
del manantial, se liberó del dolor y pudo
caminar. La disminución del tamaño del tumor se produjo de inmediato,
aunque la verificación final se realizó en febrero de 1964, fecha en la que
no sólo el tumor había desaparecido por completo, sino que además se había
recalcificado la unión con la cadera, habiendo retornado Vittorio a su vida
normal. La curación fue reconocida el 26 de mayo de 1976 en la diócesis de
Trento.
Serge Perrin, de Lion d’Angers (Francia). Visitó Lourdes el 1 de mayo de
1970 a la edad de 41 años. Sufría de hemiplejía recurrente del lado derecho,
con lesiones oculares, por trombosis bilateral de la arteria carótida. Los
síntomas, que incluían dolor de cabeza, deterioro del habla y de la visión,
y parálisis parcial del lado derecho, comenzaron sin advertencia previa en
febrero de 1964. Durante los siguientes seis años vivió confinado a una
silla de ruedas, casi ciego. En 1969 viajó a Lourdes, retornando en el mismo
estado alarmante. Durante su peregrinaje a Lourdes en 1970, sintió un calor
repentino de pies a cabeza, retornando su visión y su capacidad de caminar
sin ayuda alguna. Regresó de Lourdes con la confirmación médica de hallarse
curado. Su curación fue reconocida oficialmente el 17 de junio de 1978 en la
diócesis de Angers.
Delizia Cirolli, luego Delizia Costa, de Paternò (Sicilia, Italia). Visitó
Lourdes el 24 de diciembre de 1976 a la edad de 12 años. Padecía del Sarcoma
de Ewing en la rodilla derecha. Los doctores sugirieron la amputación pues
el avance de la enfermedad podría resultar fatal, pero sus padres se
rehusaron. La madre llevó a la
niña a Lourdes. A su retorno a Italia, el tumor evidenció una rápida
regresión hasta desaparecer toda evidencia del mismo. El tumor dejó su tibia
angulada, requiriéndose una operación correctiva (osteotomía). La niña
recomenzó a caminar, comer, y vivir normalmente. Su curación fue reconocida
el 28 de junio de 1989 en la diócesis de Catania (Italia). Ella se hizo
enfermera.
Jean-Pierre Bély, de La Couronne (France). Visitó Lourdes el 9 de octubre de
1987, a la edad de 51 años. Padecía esclerosis múltiple desde 1972 y su
estado se deterioró año tras año. Cuando partió en peregrinación a Lourdes,
el 5 de octubre de 1987, había sido reconocido por el sistema sanitario
francés con un grado de invalidez total. En Lourdes, después de recibir la
unción de los enfermos en la explanada del Santuario, experimentó una
profunda paz interior. Repentinamente, recobró la sensibilidad táctil y pudo
moverse nuevamente. En el acto, él no se atrevió a ponerse de pie. En la
noche siguiente, una voz interior le repitió : «Levántate y anda», lo cual
hizo. Como a él mismo le gustaba destacar: «el Señor ha curado primero mi
corazón, y luego mi cuerpo». El médico que le atendió, Dr. Patrick Fontanaud,
agnóstico, reconoció abiertamente que resulta científicamente inexplicable
lo que sucedió. Después de 12 años de investigaciones médicas, su curación
fue oficialmente reconocida el 9 de febrero de 1999 en la diócesis de
Angoulême. Una comisión canónica declaró que esa curación fue «un signo
eficaz de Cristo Salvador, que se consumó por la intercesión de Nuestra
Señora de Lourdes».
Anna Santaniello de Salerno (Italia). Nacida, en 1911, sufría una
cardiopatía severa derivada de fiebre reumática aguda, conocida en el
ambiente científico como enfermedad de Bouillaud. Como consecuencia de su
enfermedad, tenía dificultades para hablar, estaba incapacitada para
caminar, y presentaba ataques de asma severos, cianosis en el rostro y los
labios, y edemas en los miembros inferiores. El 16 de agosto de 1952, a la
edad de 41 años, peregrinó a Lourdes con la organización italiana UNITALSI
(Unión Nacional Italiana de Transporte de Enfermos a Lourdes y al Santuario
Internacional). Ella hizo el viaje a Lourdes en tren en una camilla. Durante
su estancia encontró asilo en Notre-Dame, precursor de la actual Casa de
Nuestra Señora, en el Santuario, siendo objeto de vigilancia constante. El
19 de agosto de 1952 fue conducida e introducida a la piscina de Lourdes en
camilla, saliendo del agua por sus propios medios. Esa misma tarde,
participó de la procesión mariana de las antorchas. El Comité Médico
Internacional de Lourdes calificó la curación de la mujer de
"extraordinaria" en 1961. El 21 de septiembre de 2005, la curación milagrosa
de Anna Santaniello fue reconocida oficialmente por monseñor Gerardo Pierro,
arzobispo de la diócesis de Salerno (Italia), cuando ella contaba con 94
años de edad. Anna Santaniello confió más tarde que, estando enferma, no oró
para sí misma en la gruta de Lourdes, pero por un joven de veinte años,
Nicolino, que había perdido el uso de sus piernas después de un accidente.
Permaneció soltera y, en el ejercicio de la profesión de enfermera
pediátrica, trató desde su regreso a Italia a cientos de niños
desfavorecidos.
Para los creyentes católicos, científicos o no, la atención no se centra en
lo sorprendente o extraordinario de los hechos ocurridos, sino en Dios, de
cuya autoridad emana el poder para realizarlos. Al igual que Jesús en los
evangelios, "cuya discreción reduce al mínimo el riesgo de una posible
interpretación mágica",9 los creyentes son llamados a vivir estos sucesos de
forma sencilla, desconfiando de las grandes palabras.
La conversión de un premio Nobel: el caso de Alexis Carrel y de Marie
Bailly
Una curación extraordinaria es un desafío, pero ciertamente sería
desafortunado plantearlo como un "desafío a la ciencia". Es más bien un
desafío para el espíritu humano. En Lourdes, la Iglesia Católica considera
que, por intercesión de Nuestra Señora, se han producido muchos más cambios
de vida que curaciones del cuerpo. Aunque no se trató de una conversión
abrupta, sino gradual, la de Alexis Carrel es quizá la más conocida, por
tratarse de un científico laureado con el Premio Nobel de Fisiología o
Medicina en 1912.
No corresponde tratar de dilucidar el misterio que encierra toda conversión,
pero sí se puede hacer una aproximación al converso, describir su
trayectoria antes y después de su encuentro con el misterio, estudiar el
contexto y subrayar lo que tiene de significativo para nuestros días.
Breve referencia acerca del Dr. Alexis Carrel
Alexis Carrel provenía de una familia
católica devota y fue educado por los jesuitas. Sin embargo, al momento
de ingresar a la Universidad, ya no practicaba su religión. Él era un
estudiante de medicina de segundo año cuando el presidente francés, Marie
François Sadi Carnot, fue asesinado por un anarquista en Lyon en 1894. El
cuchillo del anarquista había cortado una arteria de primer orden, por lo
que el presidente murió luego de dos días de agonía. En esos tiempos, la
sutura de un vaso sanguíneo grande todavía era un tema sin solución segura.
El joven estudiante de medicina Carrel decidió resolver el problema. Julius
H. Comroe, profesor emérito del Cardiovascular Research Institute (University
of California at San Francisco) escribió: "Carrel ganó el Premio Nobel en
Fisiología y Medicina en 1912, y no lo ganó por alguna investigación oscura
y
esotérica, sino «en reconocimiento a su trabajo en sutura vascular y en
trasplantes de vasos sanguíneos y órganos». Entre 1901 y 1910, Alexis
Carrel, utilizando animales de experimento, efectuó todas las acciones y
desarrolló todas las técnicas conocidas hoy en cirugía vascular (...)"
Seis años más tarde de sus inicios, ya médico y asistente en el Departamento
de Anatomía, Carrel leyó su trabajo científico publicado en la Sociedad de
Medicina de Lyon el 12 de mayo de 1902. Ese trabajo científico hizo historia
y lo catapultaría a la fama una década después, como Carrel intuía que lo
haría. Dos semanas más tarde se encontró en el tren que llevó a Marie Bailly
a Lourdes. Lo que pasó desde ese momento durante los siguientes cinco días
fue escrito por Carrel después, aunque el manuscrito recién fue publicado en
1948 bajo el título "Le voyage de Lourdes, suivi de fragments de journal et
de méditations",6 cuatro años después de su muerte ocurrida en noviembre de
1944. En 1950, fue publicado en una traducción al Inglés como "The Voyage to
Lourdes".
Un colega de Alexis Carrel y ex-compañero de clases le pidió que tomara su
lugar como médico a cargo de un tren que trasladaba gente enferma a Lourdes.
Carrel estaba interesado en Lourdes, pero no para evaluar la "autenticidad"
de los milagros. En esos momentos, el no creía en milagros. Él estaba
interesado en justipreciar de forma personal la velocidad con que se
producía la curación de diferentes enfermedades o lesiones informadas en
Lourdes. Dotado de un fino sentido de observación, sus amigos decían de él
que tenía "el ojo en la espalda..."
De entre los enfermos, el Dr. Alexis Carrel fijó su atención en una joven
enferma agonizante, Marie Bailly (a quien él llamó con el seudónimo de
"Marie Ferrand" en sus escritos -publicados de forma póstuma bajo el título
de "Un viaje a Lourdes"-). Marie Bailly estaba afectada por peritonitis
tuberculosa en último estadio, una enfermedad ciertamente mortal en esa
época. Acerca de la condición de Marie Bailly antes de su curación, Carrel
escribió:
"Hay una paciente que está más cerca de la muerte en este momento que
cualquiera de los otros. He sido llamado al lado de su cama numerosas veces.
Esta desafortunada chica está en las últimas etapas de una peritonitis
tuberculosa. Conozco su
historia. Toda su familia murió de tuberculosis. Ella ha tenido úlceras
tuberculosas, lesiones de los pulmones, y ahora, en estos últimos meses, una
peritonitis, diagnosticada tanto por un médico general como por un cirujano
reconocido de Burdeos, Bromilloux. Su estado es muy grave, yo tuve que darle
morfina en el viaje. Ella puede morir en cualquier momento, justo debajo de
mi nariz. Si un caso como el suyo se curara sería realmente un milagro.
Nunca dudaría de nuevo... Su condición se deteriora constantemente. Si ella
llegara a casa de nuevo con vida, eso de por sí sería un milagro... Ella
está condenada. La muerte está muy cerca. Su pulso es muy rápido, de ciento
cincuenta pulsaciones por minuto, e irregulares. El corazón está
apagándose..."
Alexis Carrel
Retirando los cobertores, el cuerpo de Marie estaba expuesto de nuevo. El
abdomen estaba hinchado como antes, pero algo más pronunciado en el lado
izquierdo... "Temo que se me muera entre las manos...", habría declarado
Carrel. Cuando el tren arribó a Lourdes, la joven Marie Bailly estaba semi-inconciente,
pero al llegar ella al Hospital de Lourdes propiamente dicho, ella estaba
conciente. Carrel tenía una visión tan pesimista de la condición de la joven
que prometió "convertirse en monje" si ella llegaba con vida a la Gruta,
situada apenas a 400 metros del hospital. Por insistencia de Marie Bailly,
una jarra llena de agua del manantial de Lourdes fue vertida tres veces
sobre el abdomen, ciertamente muy hinchado, de la joven. Media hora más
tarde, el pulso de la joven comenzó a disminuir y el vientre hasta entonces
hinchado se acható. Durante ese tiempo, Marie Bailly permaneció totalmente
conciente. Carrel quedó perplejo: el científico que regía su interior se
negó a aceptar la posibilidad de un milagro, pero su mente tampoco lograba
obtener una conclusión empírica y pragmática.
La curación repentina de Marie Bailly se dio a conocer ampliamente en Lyon,
junto con el hecho de que Carrel estuvo presente durante su curación. Un
periódico publicó un artículo, implicando que Carrel se negaba a creer en el
milagro. En consecuencia, el Dr. Carrel se vio compelido a publicar una
respuesta que no agradó a nadie. Él criticó a los creyentes por tomar con
demasiada facilidad algo inusual como si se tratara de milagro. Y, por otra
parte, reprochó a quienes se negaban a mirar los hechos cada vez que parecía
ser un milagro (implicando en gran medida a los miembros de la comunidad
médica).
Medio año después el Dr. Carrel tuvo que abandonar la Facultad de Medicina.
Primero fue a París, de allí a Montreal, de allí a la Universidad de
Chicago, y desde allí, a través de una conferencia en la Universidad Johns
Hopkins, el Instituto Rockefeller. El caso de Marie Bailly se convirtió en
una gran noticia en Francia recién a partir de 1913, después que Alexis
Carrel, con el halo del Premio Nobel de Fisiología/Medicina de 1912, volvió
de visita a Francia.
El "Dossier 54" o "Caso Bailly"
Los detalles más precisos sobre los hechos de importancia que constituyen la
columna vertebral del "caso Bailly" se pueden obtener del "Dossier 54", en
los archivos de "Le Bureau des Constatations Médicales" (Oficina Médica),
organismo que, junto con "Le Comité Médical International", rige el análisis
científico de las curaciones producidas en Lourdes. El "Dossier 54" también
se encuentra en la introducción redactada por Stanley L. Jaki (ganador del
Premio Templeton 1987) en ocasión de una re-edición del libro de Carrel "Un
viaje a Lourdes".
Marie Bailly nació en 1878. Tanto su
padre, un óptico, como su madre murieron de tuberculosis. De sus cinco
hermanos, sólo uno no sufrió esa enfermedad. Ella tenía veinte años cuando
se evidenciaron por primera vez los síntomas de la tuberculosis pulmonar. Un
año más tarde, se le diagnosticó meningitis tuberculosa, de la que se
recuperó repentinamente cuando utilizó agua de Lourdes. Dos años más tarde,
en 1901, sufrió peritonitis tuberculosa. Poco después, ella ya no podía
retener los alimentos. En marzo de 1902, los médicos en Lyon se negaron a
operarla por miedo a que ella muriera en la mesa de operaciones.
El 25 de mayo de 1902, le rogó a sus amigos que la metieran "de contrabando"
en un tren que llevaba enfermos a
Lourdes. Ella tenía que ser objeto de tránsito ilícito ya que, por regla
general, estaba prohibido llevar a gente moribunda en esos trenes. El tren
partió de Lyon al mediodía. A las 2 de la mañana siguiente, ella se estaba
muriendo. Se llamó a Alexis Carrel. Él le suministró morfina a la luz de una
lámpara de kerosene y permaneció con ella. Tres horas más tarde, él
diagnosticó ese caso como peritonitis tuberculosa y dijo a media voz que no
iba a llegar a Lourdes con vida. El diagnóstico inmediato en ese tiempo
dependía en gran medida de un procedimiento de palpación.
En Lourdes, Marie Bailly fue examinada por varios médicos. El 27 de mayo,
ella insistió en ser llevada a la Gruta, aunque los médicos (entre ellos
Carrel) tenían miedo de que muriera en el camino. El "Expediente 54"
("Dossier 54") del Archivo de la Oficina Médica contiene las declaraciones
inmediatas realizadas por tres médicos, incluyendo el propio Carrel, y el
testimonio de Marie Bailly, que escribió en noviembre y entregó a Carrel,
quien lo remitió debidamente a la Oficina Médica de Lourdes. Los aspectos
más destacados del testimonio de la propia Marie Bailly son los siguientes.
Al llegar a los baños contiguos a la
gruta, no se le permitió la inmersión. Pidió que un poco de agua de los
baños se derramara sobre su abdomen. Esto le causó un dolor punzante en todo
el cuerpo. Aún así, ella pidió se reiterara. La segunda vez, ella sintió
mucho menos dolor. Cuando el agua se vertió sobre su abdomen por tercera
vez, le daba una sensación muy agradable.
Mientras tanto Carrel estaba detrás de ella, con un bloc de notas en sus
manos. Marcó el momento, el pulso, la expresión facial y otros datos
clínicos, como testigo ocular. El abdomen, enormemente hinchado y muy duro,
comenzó a aplanarse y, en un plazo de 30 minutos, había desaparecido la
hinchazón por completo. No se observó ningún tipo de descarga corporal.
Ella fue llevada primero a la Basílica y, a continuación, a la Oficina
Médica, donde fue examinada de nuevo por varios médicos, entre ellos Carrel.
Por la noche, ella se sentó en su cama y cenó sin vomitar. A la mañana
siguiente, se levantó por sí misma y ya estaba vestida cuando Carrel la
volvió a ver.
Carrel no podía dejar de registrar que ella estaba curada. "¿Qué vas a hacer
con tu vida ahora?", le preguntó Carrel. "Me uniré a las Hermanas de la
Caridad para pasar mi vida cuidando a los enfermos", fue la respuesta de
Marie Bailly. Al día siguiente, Marie Bailly se subió al tren por su cuenta
y, después de un viaje de 24 horas en duros bancos, llegó renovada a Lyon.
Allí tomó el tranvía y se fue a la casa familiar, donde tendría que "probar"
que ella era realmente Marie Bailly, la misma que sólo cinco días antes
había salido de Lyon en un estado crítico.
Carrel continuó tomando un gran interés en ella. Le pidió a un psiquiatra
que la pusiera a prueba cada dos semanas, lo que se realizó durante cuatro
meses. Ella fue examinada regularmente en busca de trazas de la
tuberculosis. A fines de noviembre, ella fue declarada en buen estado de
salud, tanto física como mental. En diciembre, ella entró en el noviciado en
París. Sin tener una recaída, ella vivió la vida ardua de una Hermana de la
Caridad hasta 1937.
La inquietud de pensamiento y la conversión de Carrel
Carrel tenía ante sí un problema. Si alguien conocía los
hechos del caso era él, quien humanamente sabía lo que pasó con Marie
Bailly. Sin embargo, no se atrevía a creer que algo más que simplemente las
fuerzas naturales había intervenido en la recuperación repentina de Marie
Bailly. Continuó regresando a Lourdes para poder ver otras curaciones
repentinas. Él esperaba percibir de esta forma alguna fuerza puramente
natural que produjera las llamadas curaciones "milagrosas" y que lo hiciera
a través del poder de la oración, al cual él consideraba una fuerza psíquica
puramente natural. La prueba de ello está en su famoso libro "L'homme, cet
inconnu" ("La Incógnita del Hombre - El Hombre, Ese Desconocido"), que
apareció publicado por primera vez en francés en 1934, luego en inglés y,
posteriormente, en treinta idiomas. Allí se hace referencia, precisamente en
este sentido, a varios de los milagros de Lourdes.
Para entonces, habían pasado treinta y dos años desde que Carrel había
estado detrás de la camilla de Marie Bailly. En todos esos años, se había
entrevistado con sacerdotes una y otra vez. Se reunió con teólogos, o mejor
dicho, algunos teólogos lo buscaron a él, con la esperanza de que Carrel les
diera una confirmación "científica" de los milagros. Nada de esto parecía
haberlo acercado a la fe de su infancia. Entonces, Marie Bailly murió en
1937 a la edad de 58 años.
Al año siguiente, Carrel se topó con un sacerdote, Rector del Seminario
Mayor en Rennes, con quien desarrolló rápidamente una relación. El Rector le
sugirió ver a un monje trapense, Alexis Presse. El
Padre Alexis había pasado una década restaurando y reabriendo abadías en
ruinas en toda Francia. En 1939 comenzó a trabajar en una abadía en ruinas
en Bouquen, a sólo una hora en automóvil de la residencia de verano de
Carrel en Bretaña. Cuando se dirigía con su esposa, Carrel permaneció
refunfuñando: "El encuentro con los sacerdotes le hace a uno más daño que
bien".
Llegaron. Desde las ruinas vino un monje, el Padre Alexis. Miró a Carrel,
quien comenzó a sentir "algo extraño corriendo a través de él". Cuatro años
más tarde, en noviembre de 1944, Carrel se moría en París. El mensaje fue
enviado al Padre Alexis en Bretaña. El monje abordó un tren militar que
transportaba bananas de América a las tropas que seguían combatiendo a los
alemanes más allá de París. Llegó justo a tiempo. Carrel pidió los
sacramentos antes de morir, el 5 de noviembre de 1944. Eduardo de la Hera
hizo una descripción de los conversos que quizá se corresponda con la de
Alexis Carrel, un converso de "Nuestra
Señora de Lourdes":
"Los conversos son esas personas que, después de haber vivido al margen de
toda fe religiosa, un día inolvidable dieron un viraje tan intenso a la
trayectoria de su vida que cambiaron de rumbo. Y comenzaron, si se me
permite la expresión, a "tomarse en serio a Dios". Dios trastocó sus vidas.
En cierto sentido, se las complicó. Alguien pudo ver en ellos a seres
sugestionados, alucinados o alienados. Pero no, ellos no se salieron de este
mundo: el suyo y el de todos, el único que tenemos. (...) Tampoco se
transformaron en fanáticos de lo religioso. Supieron, simplemente, mostrarse
coherentes con su verdad y respetuosos con la verdad de los otros."
Eduardo de la Hera
Esta es la esencia de lo que realmente le sucedió en Lourdes a aquel hombre
laureado con el premio Nobel. La totalidad del famoso "Dossier 54" brinda
sólo la mitad de la respuesta a la pregunta: ¿Qué ocurrió realmente? La otra
mitad no se trata tanto de medicina sino que se enmarca en el plano de la fe
católica.
La Iglesia Católica y la no certificación de la curación como milagro
Por cierto, esta curación no fue reconocida como "milagrosa" por la Iglesia.
El caso de Marie Bailly, fue discutido en varias ocasiones en distintos
niveles por la Oficina Médica de Lourdes y, finalmente, en París, en su
nivel más alto, por el Comité Internacional. Era el año 1964. Se tomó la
decisión en contra de la naturaleza milagrosa de la cura. ¿La razón?
Debido a que los primeros médicos que la atendieron no habían considerado la
posibilidad de un embarazo psicológico (pseudociesis) –para lo cual se
requeriría de más informes psicológicos y psiquiátricos previos a la
curación–, el Comité Internacional decidió fallar en contra de la
recomendación de considerar a la curación de Marie Bailly para su aprobación
eclesiástica como "milagro". Se podría suponer que se trataba de una
suposición descabellada. ¿Podrían tantos médicos diagnosticar
incorrectamente semejante caso? ¿Podrían todos los médicos equivocarse al
momento de palpar la pesada mucosidad del abdomen? Esto, debido a que la
peritonitis de Marie Bailly no producía una mucosidad líquida, sino pesada.
La palpación puede fácilmente establecer la
presencia de esa mucosidad densa y pesada, especialmente cuando se
presenta en grandes cantidades. Más aún, ¿a dónde había ido a parar toda esa
pesada mucosidad en sólo 30 minutos? Por último, Marie Bailly había superado
todas las pruebas psicológicas posteriores a su curación con gran éxito.
Ella resultó ser una persona equilibrada, con sentido común y difícilmente
impresionable.
Sin embargo, el fallo fue en contra, a fin de excluir la más mínima
posibilidad de error en la certificación de ese hecho como "milagroso". Eso,
aunque quien firmara en representación de la ciencia médica que se trataba
de un hecho inexplicable fuera un Premio Nobel de Fisiología o Medicina.
Un renacimiento espiritual
En cierto sentido, las contribuciones del Dr. Alexis Carrel en el campo de
la medicina no perduraron en el reconocimiento que se les debería, ni
siquiera por parte de sus colegas científicos. En el artículo antes
mencionado, Julius H. Comroe señaló: "En 1974, antes de iniciar una charla a
un grupo de científicos cardiovasculares en su reunión anual, le entregué a
cada uno una tarjeta que tenía en la parte superior esta requisitoria: «Sin
consultar a nadie, por favor escriba a continuación del nombre de cada
persona (mencionada), aquélla que considera fue su mayor contribución a la
ciencia biomédica». Seguían cuatro
nombres, uno de los cuales era Alexis Carrel. Cuando las respuestas
fueron tabuladas, encontré que sólo 7 de los 111 que retornaron sus tarjetas
conocían sus grandes contribuciones a la cirujía vascular, 33 sólo conocían
sus últimos trabajos sobre cultivos de órganos, y 71 escribieron después del
nombre de Carrel: NOADE -nunca oí acerca de él-." Sin embargo, el
renacimiento espiritual de Alexis Carrel llegó a ser uno de los ejemplos más
reconocidos de conversiones en Lourdes.
En su libro póstumo "Viaje
a Lourdes", el protagonista lleva el seudónimo de Dr. "Lerrac", que es
su apellido al revés, Carrel. Allí, Alexis Carrel escribió:
"Y él se fue a la gruta, a contemplar atentamente la imagen de la Virgen,
las muletas que, como exvotos, llenaban las paredes iluminadas por el
resplandor de los cirios, cuya incesante humareda había ennegrecido la
roca... Lerrac tomó asiento en una silla al lado de un campesino anciano y
permaneció inmóvil largo rato con la cabeza entre las manos, mecido por los
cánticos nocturnos, mientras del fondo de su alma brotaba esta plegaria:
«Virgen
Santa, socorro de los desgraciados que te imploran humildemente,
sálvame. Creo en ti, has querido responder a mi duda con un gran milagro. No
lo comprendo y dudo todavía. Pero mi gran deseo y el objeto supremo de todas
mis aspiraciones es ahora creer, creer apasionada y ciegamente sin discutir
ni criticar nunca más. Tu nombre es más bello que el sol de la mañana. Acoge
al inquieto pecador, que con el corazón turbado y la frente surcada por las
arrugas se agita, corriendo tras las quimeras. Bajo los profundos y duros
consejos de mi orgullo intelectual yace, desgraciadamente ahogado todavía,
un sueño, el más seductor de todos los sueños: el de creer en ti y amarte
como te aman los monjes de alma pura...»
Eran las tres de la madrugada y a Lerrac le pareció que la serenidad que
presidía todas las cosas había descendido también a su alma, inundándola de
calma y dulzura. Las preocupaciones de la vida cotidiana, las hipótesis, las
teorías y las inquietudes intelectuales habían desaparecido de su mente.
Tuvo la impresión de que bajo la mano de la Virgen, había alcanzado la
certidumbre y hasta creyó sentir su admirable y pacificadora dulzura de una
manera tan profunda que, sin la menor inquietud, alejó la amenaza de un
retorno a la duda."
Alexis Carrel
Quizá el número total de curaciones declaradas como "milagros" sólo sea un
dato anecdótico, puesto que la importancia de "Nuestra
Señora de Lourdes" viene dada por el renacimiento espiritual de aquellos
que a ella acuden.
"Nuestras indagaciones no llegarán nunca a dilucidar el misterio de un
renacer espiritual y de los caminos de la gracia. Con todo, puede
pretenderse ver cómo se encuadra en su época, cómo la moldea y es moldeado
por ella."
Romano Guardini
Nuestra Señora de Lourdes y la "unidad de los cristianos"
El 24 de septiembre de 2008, el Arzobispo de Canterbury y primado de la
Comunión Anglicana Rowan Williams peregrinó al mismísimo Santuario de
Nuestra Señora de Lourdes para honrar a la Inmaculada Concepción, predicando
ante 20.000 personas en la Eucaristía Internacional. En su homilía destacó:
"María se nos presenta aquí como la primera misionera, «el primer mensajero
del Evangelio», como la llamó el obispo de Lourdes, Perrier: el primer ser
humano que llevó la buena nueva de Jesucristo a otra persona; cosa que hace
simplemente llevando a Cristo dentro de sí. Ella nos recuerda que la misión
comienza no con la entrega de un mensaje hecho de palabras sino en el camino
hacia otra persona con Jesús en el corazón. Ella atestigua la primordial
importancia de, sencillamente, llevar a Jesús, incluso antes de que existan
las palabras o las acciones para mostrarle y explicarle. (...) Cuando
María se le apareció a Bernadette, la primera vez lo hizo como una
figura anónima, una hermosa mujer, una «cosa» misteriosa, no identificada
aún como la Madre Inmaculada del Señor. Y Bernadette –inculta, carente de
instrucción doctrinal– saltó de gozo, reconociendo que allí había vida, que
allí estaba la cura. Recordad sus narraciones en las que habla de sus
movimientos agraciados y ligeros a las órdenes de la Señora; como si ella,
al igual que Juan en el vientre de Isabel, comenzara a bailar siguiendo la
música del Verbo Encarnado que lleva su Madre. Sólo poco a poco encontrará
Bernadette las palabras para que el mundo sepa; sólo poco a poco, podríamos
decir, descubre cómo escuchar a la Señora y referir lo que tiene que
decirnos. (...) Los vecinos, los maestros y el clero de la parroquia de
Bernadette sabían lo que pensaban que necesitaban saber sobre la Madre de
Dios, pero tuvieron que quedar sorprendidos por esta adolescente incapaz de
expresarse, inerme e insignificante que había saltado de gozo reconociendo
haber encontrado a María como madre, hermana, portadora de su Señor y
Redentor. (...) Hoy aquí, con Isabel y Bernadette, decimos con agradecido
estupor: «¿Qué he hecho para merecerme que la madre de mi Señor haya venido
hasta mí?» Y reconocemos que el deseo de nuestro corazón ha sido satisfecho
y lo más profundo de nuestro ser ha sido llevado a una nueva vida."
Rowan Williams,
Arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana
Este hecho fue considerado como muy significativo en orden a la unidad de
los cristianos y fue seguido por la visita histórica del Papa Benedicto XVI
al primado anglicano el 17 de septiembre de 2010, en ocasión del 50
aniversario del primer encuentro de un Papa y un Arzobispo de Canterbury en
los tiempos modernos, el de Juan XXIII y el arzobispo Geoffrey Fisher, en
diciembre de 1960. A ello a su vez siguió el recibimiento de Benedicto XVI a
Rowan Williams en el Vaticano el 18 de noviembre de 2010, poco después de
que cinco obispos anglicanos anunciaran su pase a la Iglesia Católica,
aprovechando el nuevo ordinariato creado a tal fin por la Santa Sede. En tal
ocasión, el Papa Benedicto XVI y Rowan Williams oraron juntos. En el sentir
de la Iglesia, Nuestra Señora de Lourdes constituye un camino de superación
de las divisiones entre los cristianos, en orden al cumplimiento del mandato
de Jesús: "Que todos sean uno" (Juan 17, 21). Fuente
ORACIÓN A LA
VIRGEN DE LOURDES
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