Biografía
Martín fue hijo de un español de la Orden de Alcántara, Don Juan de Porres
(según algunos documentos, el apellido original fue Porras) natural de la
ciudad de Burgos, y de una negra liberta, Ana Velázquez, natural de Panamá
que residía en Lima.
Su padre, debido a su pobreza, no podía casarse con una mujer de su
condición, lo que no impidió su amancebamiento con Ana Velásquez. Fruto de
esta relación nacieron Martín y dos años después Juana. Martín de Porres fue
bautizado el 9 de diciembre de 1579 en la Iglesia de San Sebastián en Lima.
El documento bautismal revela que su padre no lo reconoció, pues por ser
caballero laico y soltero de una
Orden Militar estaba obligado a guardar la continencia de estado.
Ana Velázquez dio cuidadosa educación cristiana a sus dos hijos. Juan de
Porres estaba destinado en Guayaquil, y desde ahí les proveía de sustento.
Viendo la situación precaria en que iban creciendo, sin padre ni maestros,
decidió reconocerlos como hijos suyos ante la ley.
Hacia 1586, decidió llevarse a sus dos hijos a Guayaquil con sus parientes.
Sin embargo, los parientes sólo aceptaron a
Juana quien no había heredado la tez morena de su madre, y Martín hubo
de regresar a Lima, donde fue puesto bajo el cuidado de doña Isabel García
Michel en el arrabal de Malambo, en la parte baja del barrio de San Lázaro,
habitado por negros y otros grupos raciales. En 1591 recibió el sacramento
de la Confirmación de manos del arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo.
Martín inició su aprendizaje de boticario en la casa de Mateo Pastor, quien
se casaría con la hija de su tutora. Esta experiencia sería clave para
Martín, conocido luego como gran herbolario y curador de enfermos, puesto
que los
boticarios hacían curaciones menores y administraban remedios para los
casos comunes. También fue aprendiz de barbero, oficio que conllevaba
conocimientos de cirugía menor.
La proximidad del convento dominico de Nuestra Señora del Rosario y su
claustro conventual ejercieron una atracción sobre él. Sin embargo, entrar
allí no cambiaría su situación social y el trato que recibiría por ser
mulato y bastardo: no podía ser fraile de misa e incluso le prohibieron ser
hermano lego.
Vida religiosa
En 1594 y por la invitación de Fray Juan de Lorenzana, famoso dominico,
teólogo y hombre de virtudes, entró en la Orden de
Santo Domingo de Guzmán bajo la categoría de "donado", es decir, como
terciario por ser hijo ilegítimo (recibía alojamiento y se ocupaba en muchos
trabajos como criado). Así vivió 9 años, practicando los oficios más
humildes. Fue admitido como hermano de la orden en 1603. Perseveró en su
vocación a pesar de la oposición de su padre, y en 1606 profesó los votos de
pobreza, castidad y obediencia
En el convento, Martín ejerció también como barbero, ropero, sangrador y
sacamuelas. Su celda quedaba en el claustro de la enfermería. Todo el
aprendizaje como herbolario en la botica y como barbero hicieron de
Martín un curador de enfermos, sobre todo de los más pobres y
necesitados, a quienes no dudaba en regalar la ropa de los enfermos. Su fama
se hizo muy notoria y acudía gente muy necesitada en grandes cantidades. Su
labor era amplia: tomaba el pulso, palpaba, vendaba, entablillaba, sacaba
muelas, extirpaba lobanillos, suturaba, succionaba heridas sangrantes e
imponía las manos con destreza. En Martín confluyeron las tradiciones
medicinales española, andina y africana; solía sembrar en un huerto una
variedad de plantas que luego combinaba en remedios para los pobres y
enfermos. Debió de empezar su labor como enfermero entre 1604 y 1610.
La vida en el convento estaba regida por la obediencia a sus superiores,
pero en el caso de Martín la condición racial también era determinante.
Aunque frecuentaba a la gente negra y a castas, nunca planteó
reivindicaciones sociales ni
políticas; se dedicó únicamente a practicar la caridad, que hizo
extensiva a otros grupos étnicos. Todas estas dificultades no impidieron que
Martín fuera un fraile alegre. Sus contemporáneos señalan su semblante
siempre alegre y risueño.
Su preocupación por los pobres fue notable. Se sabe que los desvalídos lo
esperaban en la portería para que los curase de sus enfermedades o les diera
de comer. Martín trataba de no exhibirse y hacerlo en la mayor privacidad.
La
caridad de Martín no se circunscribía a las personas, sino que también
se proyectaba a los animales, sobre todo cuando los veía heridos o faltos de
alimentos. Tenía separada en la casa de su hermana (que ya estaba casada y
en buena posición social) un lugar donde albergaba a gatos y perros
sarnosos, llagados y enfermos.
De todas la virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad,
siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una
ocasión el Convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en la
necesidad de vender algunos objetos valiosos, ante esto, Martín de Porres se
ofreció a ser vendido como esclavo para remediar la crisis, el Prior
conmovido, rechazó su ayuda.
Ejerció constantemente su vocación
pastoral y misionera; enseñaba la doctrina cristiana y fe de Jesucristo
a los negros e indios y gente rústica que asistían a escucharlo en calles y
en las haciendas cercanas a las propiedades de la Orden ubicadas en
Limatambo. La situación de pobreza y abandono moral que estos padecían le
preocupaban; es así que con la ayuda de varios ricos de la ciudad - entre
ellos el virrey Conde de Chinchón, que en propia mano le entregaba cada mes
no menos de cien pesos - fundó el Asilo y Escuela de Santa Cruz para reunir
a todos los vagos, huérfanos y
limosneros y ayudarles a salir de su penosa situación.
Martín siempre aspiró a realizar vocación misionera en países alejados. Con
frecuencia lo oyeron hablar de Filipinas, China y especialmente en Japón del
cual manifestó conocer.
El futuro santo fue frugal, abstinente y vegetariano. Dormía sólo dos o tres
horas, mayormente por las tardes. Usó siempre un simple hábito de cordellate
blanco con una capa larga de color negro . Alguna vez que el
Prior lo obligó a recibir un hábito nuevo y otro fraile lo felicitó,
Martín, risueño, le respondió: “pues con éste me han de enterrar” y
efectivamente, así fue.
Santo en vida
Martín fue seguidor de los modelos de santidad de Santo Domingo de Guzmán,
San José, Santa Catalina de Siena y San Vicente Ferrer. Sin embargo, a pesar
de su encendido fervor y devoción, no desarrolló una línea de misticismo
propia.
Se sabe que San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima terciaria dominica y
San Juan Macías también dominico, se conocieron y trataron algunas veces,
aunque no se tienen detalles históricamente comprobados de sus entrevistas.
La personalidad carismática de Martín hizo que fuera buscado por personas de
todos los estratos sociales, altos dignatarios de la Iglesia y del Gobierno,
gente sencilla, ricos y pobres, todos tenían en Martín alivio a sus
necesidades espirituales, físicas ó materiales. Su entera disposición y su
ayuda incondicional al
prójimo propició que fuera visto como un hombre santo.
Aunque él trataba de ocultarse, la fama de santo crecía día por día. No
había familia en Lima que no hubiese recibido ayuda de Martín de Porres de
alguna forma u otra. También, muchos enfermos lo primero que pedían cuando
se sentían graves era: "Que venga el santo hermano Martín". Y él nunca
negaba un favor a quien podía hacerlo.
Hacia 1619 comenzó a sufrir de cuartanas, fiebres muy elevadas que se
presentaban cada cuatro días; este mal se le fue agudizando y duró el resto
de su vida, aunque continuó cumpliendo con sus obligaciones. Con el correr
del
tiempo, Martín fue ganando no sólo fama de santo sino que empezó a ser
temido. La imaginería popular se desconcertaba ante sucesos sobrenaturales,
algunos de ellos no presenciados pero conocidos de oídas. Comenzaron a
correr rumores de que deambulaba por el claustro en las noches, rodeado de
luces y resplandores. También causaban miedo sus apariciones inesperadas y
sus desapariciones inexplicables.
Milagros atribuidos
Las historias de sus milagros son muchas y sorprendentes, éstas fueron
recogidas como testimonios jurados en los Procesos diocesano (1660-1664) y
apostólico (1679-1686), abiertos para promover su beatificación. Buena parte
de estos testimonios proceden de los mismos religiosos dominicos que
convivieron con él, pero también los hay de otras muchas personas, pues
Martín de Porres trató con gentes de todas las clases.
Se le atribuye el don de la bilocación. Sin salir de Lima, fue visto en
México, en África, en China y en Japón, animando a los
misioneros que se encontraban en dificultad o curando enfermos. Mientras
permanecía encerrado en su celda, lo vieron llegar junto a la cama de
ciertos moribundos a consolarlos o curarlos. Muchos lo vieron entrar y salir
de recintos estando las puertas cerradas. En ocasiones salía del convento a
atender a un enfermo grave, y volvía luego a entrar sin tener llave de la
puerta y sin que nadie le abriera. Preguntado cómo lo hacía, siempre
respondía: "Yo tengo mis modos de entrar y salir".
Se le reputó control sobre la naturaleza, las plantas germinaban antes de
tiempo y toda clase de animales atendían a sus mandatos. Uno de los
episodios más conocidos de su vida es que hacía comer del mismo plato a un
perro, un ratón y un gato en completa armonía.
Se le atribuyó también el don de la sanación, de los cuales quedan muchos
testimonios, siendo las más sorprendentes la
curación de enfermos desahuciados. "Yo te curo, Dios te sana" era la
frase que siempre solía decir para evitar muestras de veneración a su
persona. Según los testimonios de la época, a veces se trataba de curaciones
instantáneas, en otras bastaba tan sólo su presencia para que el enfermo
desahuciado iniciara un sorprendente y firme proceso de recuperación.
Normalmente los remedios por él dispuestos eran los indicados para el caso,
pero en otras ocasiones, cuando no disponía de ellos, acudía a medios
inverosímiles con iguales
resultados. Con unas vendas y vino tibio sanó a un niño que se había
partido las dos piernas, o aplicando un trozo de suela al brazo de un donado
zapatero lo curó de una grave infección.
Muchos testimonios afirmaron que cuando oraba con mucha devoción, levitaba y
no veía ni escuchaba a la gente. A veces el mismo
Virrey que iba a consultarle (aún siendo Martín de pocos estudios) tenía
que aguardar un buen rato en la puerta de su habitación, esperando a que
terminara su éxtasis.
Otra de las facultades atribuidas fue la videncia. Solía presentarse ante
los pobres y enfermos llevándoles determinadas viandas, medicinas u objetos
que no habían solicitado pero que eran secretamente deseadas o necesitadas
por ellos. Se contó además entre otros hechos, que Juana, su hermana,
habiendo sustraído a escondidas una suma de dinero a su esposo se encontró
con Martín, el cual inmediatamente le llamó la atención por lo que había
hecho. También se le atribuyó facultades para predecir la vida propia y
ajena, incluido el momento de la muerte.
De los relatos que se guardan de sus milagros, parece deducirse que
Martín de Porres no les daba mayor importancia. A veces, incluso, al
imponer silencio acerca de ellos, solía hacerlo con joviales bromas, llenas
de donaire y humildad. En la vida de Martín de Porres los milagros parecían
obras naturales.
Su muerte
A la edad de sesenta años, Martín de Porres, cae
enfermo y anuncia que ha llegado la hora de encontrarse con el Señor. La
noticia causó profunda conmoción en la ciudad. Tal era la veneración hacia
este mulato, que el Virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla,
Conde de Chinchón, fue a besarle la mano cuando se encontraba en su lecho de
muerte pidiéndole que velara por él desde el cielo.
Martín solicitó a los dolidos religiosos que entonaran en voz alta el Credo
y mientras lo hacían, falleció. Eran las 9 de la noche del 3 de noviembre de
1639 en la Ciudad de los Reyes, capital del Virreinato del Perú. Toda la
ciudad le dio el último adiós en forma multitudinaria donde se mezclaron
gente de todas las clases sociales. Altas autoridades civiles y
eclesiásticas lo llevaron en hombros hasta la
cripta, doblaron las campanas en su nombre y la devoción popular se
mostró tan excesiva que las autoridades se vieron obligadas a realizar un
rápido entierro.
En la actualidad sus restos descansan en la Basílica y Convento de Santo
Domingo en Lima, (Perú) junto a los restos de Santa Rosa de Lima y San Juan
Masías en el denominado "Altar de los Santos Peruanos".
Beatificación y canonización
A pesar de la biografía ejemplar del mulato Martín de Porres, convertido en
devoción fundamental de mulatos, indios y negros, la sociedad colonial no lo
llevaría a los altares. Su proceso de
beatificación hubo de durar hasta 1837 cuando fue beatificado por el
Papa Gregorio XVI, franqueando las barreras de una anticuada y prejuiciosa
mentalidad.
El
Papa Juan XXIII que sentía una verdadera devoción por Martín de Porres,
lo canoniza el 6 de mayo de 1962 con las siguientes palabras: "Martín
excusaba las faltas de otro. Perdonó las más amargas injurias, convencido de
que el merecía mayores castigos por sus pecados. Procuró de todo corazón
animar a los acomplejados por las propias culpas, confortó a los enfermos,
proveía de ropas, alimentos y medicinas a los pobres, ayudo a campesinos, a
negros y mulatos tenidos entonces como esclavos. La gente le llama ‘Martín,
el bueno’."
Su
festividad en el santoral católico se celebra el 3 de Noviembre, fecha
de su fallecimiento. En diversas ciudades de Perú se efectúan fiestas
patronales en su nombre y procesiones de su imagen ese día, siendo la
procesión principal la que parte de la Iglesia de Santo Domingo en Lima,
lugar donde descansan sus restos mortales.
Patronazgos
Patrón Universal de la Paz.
Patrono de la justicia social en el Perú.
Patrón de los enfermos.
Protector de los pobres (junto a San Vicente de Paul y San Camilo de Lelis).
Patrón de los barberos.
Patrón de los barrenderos.
Patrón de la intercesión de los animales.
Patrón de los químicos farmacéuticos del Perú.
Patrón de la sanidad de las fuerzas policiales del Perú.
Patrón de la Compañía de Bomberos Voluntarios "San Martín de Porres" Nº65
(Lima, Perú).
Patrón de los trabajadores municipales del Perú.
Patrón tutelar del Distrito de San Martín de Porres en Lima, Perú.
Patrón de la Universidad de San Martín de Porres (Lima).
Patrón de Editora Perú y del diario El Peruano.
Patrón de la Parroquia El Recreo, de la ciudad de San Fernando en Venezuela.
Patrono de la parroquia Caricuao y primera Iglesia en llevar su nombre en
1962 en Venezuela.
Patrono de la capilla San Martín de Porres en La Chorrera (Panamá)
Patrono de la iglesia San Martín de Porres en Valle de la Pascua (Guarico)VENEZUELA
Patrono de la Parroquia San Martín de Porres en la Arquidiócesis de
Maracaibo, Venezuela.
Patrono de la Filial San Martín de Porres de la Parroquia Nuestra Señora de
los Dolores en Alajuelita, Costa Rica.
Patrono de la Parroquia San Martín de Porres en L'Oliveral,València.
Hermandades
Hermandad de Caballeros de San Martín de Porres y San Juan Macías O.P.: Es
la institución principal, fundada el 9 de julio de 1922 en el Convento de
Santo Domingo - Lima, Perú.
Hermandad de San Martín de Porres de San Juan de Miraflores Zona C Fundada:
el 3 de septiembre de 1976 Lima, Perú.
Hermandad de Damas y Caballeros de San Martín de Porres, Iglesia La
Inmaculada, Huancayo Perú: Fundada el 5 de mayo de 1963.
Cofradía de Caballeros de San Martín de Porres: Fundada el 10 de noviembre
de 1957 de la Parroquia-Santuario de San Martín de Porres, Lima, Perú.
Hermandad de Cargadores y Sahumadoras de San Martín de Porres de Barranco:
Fundada el 2 de enero de 1964. Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de
Barranco.
Hermandad de San Martín de Porres de Palomino - Cercado de Lima.
Hermandad de San Martín de Porres de Barranco
Hermandad de Cargadores de San Martín de Porres de Cruz Blanca, Santa María
- Huacho
Hermandad de San Martín de Porres de Sandia - Cercado de Lima: Fundada el 15
de noviembre de 1957.
Hermandad de Cargadores de San Martín de Porres de Valdiviezo, fundada el 21
de diciembre de 1962. - SMP
Hermandad de San Martín de Porres de Condevilla Señor 2da Etapa Sector 11 .
San Martín de Porres: Fundada el 17 de junio de 1979. Jr. Félix del Valle
432 .
Hermandad de Damas y Caballeros de San Martin de Porres y Santa Rosa de
Lima, fundada el 25 de Noviembre de 1973, en Magdalena del Mar. Fuente
ORACIÓN A SAN
MARTÍN DE PORRES
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