Descripción
El
Mandinga es un ser bastante conspicuo que aparecía de repente en los
lugares mas frecuentados y obligaba a la gente del Pueblo a pecar,
retirándose después con el consabido olor a azufre del diablo. También era
usado para justificar , desde accidentes ( por la ebriedad del jinete),
hasta
gestaciones con padre desconocido. Generalmente era usado por las
comadronas de los pueblos para asustar a los hombres y niños del mismo,
dándole localización generalmente en las cercanías de los lugares que debían
evitar. Igualmente se hace referencia al Mandinga cuando suceden cosas
extrañas y sobrenaturales, hecho de donde proviene la frase es "cosa de
mandinga"; con la cual se hace referencia a algo que no tiene explicación
racional. La asociación original del diablo con la palabra mandinga, se
originó con la intención de los misioneros de asociar al diablo con la tribu
africana de los Mandinga; la cual habría sometido a al esclavitud a otras
tribus, y por lo cual los esclavos asociaban este nombre con el
sufrimiento. De esta manera fomentaban la adoración de los esclavos a Dios,
a través del miedo a ese hecho; al asociarlo con actos del diablo.
El mandinga también es conocido con un sinfín de otros nombres en
Sudamérica. Algunos de los cuales son :
Sátrapa
Cornudo
El cola E´Flecha
Colorao
¨¨ Dorado ¨¨
Zupai
Chino-Parque
7ºb CUS
Pata e lana (jerga minera)
Distribución geográfica
de la tradición del Mandinga
El Mandiga en distintas
localidades chilenas
El Mandinga en el Pueblo de
Lo Barnechea
El centro de la actividad pecaminosa se centraba en la Quinta de Recreo El
León, donde mineros y arrieros se juntaban a gastar sus sueldos recién
recibidos . Las que hacían correr las historias de tales actividades
diabólicas, por supuesto eran las esposas que veían como los sueldos se
esfumaban.En dicha Quinta de Recreo ,según los habitantes del pueblo ,
habían entierros ,candelillas, además de poderse ver al diablo cantando y
tocando mexicanas.
El Mandinga en Corral
Quemado
Generalmente era visto en el puente que quedaba aguas arriba del estero,
lugar de muchos accidentes de jinetes ebrios.
El Mandinga en Argentina
En Argentina al diablo
también se le llama "Mandinga",
y se lo representa de color y vestiduras totalmente negros. Utilizado como
adjetivo, "mandinga" se origina en el apelativo que se aplicaba a los
hombres negros del oeste de Sudán. Puede ser que el término haya sido
introducido en el Río de la Plata por los traficantes de
esclavos, antes de que la Asamblea del Año XIII comenzara a abolir la
esclavitud.
Pactos con el Mandinga
Desde la
antigüedad existe la creencia de que las personas pueden obtener grandes
premios al pactar su alma con el Mandinga. Hasta ahora las páginas de los
periódicos tienen noticias de pactos con el Mandinga. Desde muy antiguo
existen antecedentes en tal
sentido. Eliphas Levi, sentadas las bases de su axioma , no rechaza en
absoluto la posibilidad de pactos infernales, aunque sí exprese sus dudas
sobre algunas de las "recetas contenidas en los grimorios para tal fin".
Naturaleza del pacto
En la
Demonología Cristiana, se pensaba que la persona que había hecho un
pacto con el demonio prometía a cambio sacrificarle niños o al menos
consagrárselos al nacer (se acusó a muchas matronas de hacer tal cosa debido
a la gran cantidad de niños que morían durante el nacimiento en la Edad
Media y el
Renacimiento). También se suponía que participaría en aquelarres,
tendría relaciones sexuales con demonios y concebiría descendencia con los
súcubos (o los íncubos si era mujer).
El pacto podía ser
oral o escrito. El oral se realizaba mediante invocaciones, conjuros o
rituales: una vez que el nigromante cree que el demonio está presente, le
pide el favor que sea y ofrece su alma a cambio; de esta manera, no
quedarían pruebas de lo sucedido. Sin embargo, en los juicios por brujería
siempre aparecían evidencias como la
marca diabólica, una señal indeleble causada por el toque del diablo al
cerrar el pacto. Esta marca (que podía ser desde una peca a una
cicatriz) constituía prueba suficiente de que el pacto diabólico se
había producido.
El pacto escrito atraería al demonio de la misma manera pero incluiría un
contrato firmado con la sangre del hechicero o de la víctima sacrifical (o,
más comúnmente, tinta roja o
sangre animal). Los inquisidores elaboraron sofisticados contratos
falsos para acusar a sus víctimas, aunque en último término afirmaban que
bastaba con haber incluido el propio nombre en un cierto Libro Rojo de
Satán. Otros contratos pudieron ser escritos por personas que creían tratar
realmente con el diablo.
Normalmente, estos contratos contenían signos extraños que se suponían
firmas de
demonios, cada uno con su propio sello.
El significado de la expresión pacto con el diablo se ha expandido hasta
incluir intercambios que no tienen relación con el demonio pero implican
perseguir una meta (como la venganza) por medios considerados malignos (por
ejemplo, el
asesinato). Fuente
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