La
Iglesia Católica y la
Ortodoxa conmemoran su muerte el 22 de noviembre.
En la Iglesia católica, es patrona de la música, de los poetas, de los
ciegos (como santa Lucía de Siracusa) y de las ciudades de Albi (Francia) ,
Omaha (estado de Nebraska, EE. UU.) y Mar del Plata (Argentina).
Sus atributos son el órgano, el laúd y las rosas.
En honor a ella, un importante movimiento de renovación de la música sacra
católica de finales del siglo XIX recibió el nombre de cecilianismo.
Leyenda
Hacia la mitad del siglo V aparecieron unas Actas de
santa Cecilia en latín. Fueron utilizadas en los prefacios de las misas
del Sacramentarium Leonianum. Según este texto, Cecilia había sido una
virgen de una familia senatorial
romana de los Metelos, que se había convertido al cristianismo desde su
infancia. Sus padres la dieron en matrimonio a un noble joven pagano,
Valerius («Valeriano»). Cuando, tras la celebración del matrimonio, la
pareja se había retirado a la cámara nupcial, Cecilia dijo a Valeriano que
ella había entregado su virginidad a Dios y que un ángel celosamente
guardaba su
cuerpo; por consiguiente, Valeriano debía tener el cuidado de no violar
su virginidad. Valeriano pidió ver al ángel, después de lo cual Cecilia lo
envió junto a la tercera piedra miliaria de la Vía Apia dónde debía
encontrarse con el papa Urbano I.
El diálogo, según la tradición, transcurrió así:
Cecilia: Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del
Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el
ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio si me
respetas, el ángel te amará como me ama a mí.
Valeriano: Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me
pides.
Cecilia: Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo
verás al ángel.
Valeriano obedeció y fue al encuentro de Urbano, el papa lo bautizó y
Valeriano regresó como cristiano ante Cecilia. Entonces se apareció un ángel
a los dos y los coronó como esposos con rosas y azucenas. Cuando Tiburcio,
el hermano de
Valeriano, se acercó a ellos, también fue convertido al cristianismo y a
partir de entonces vivió con ellos en la misma casa, en completa pureza.
El prefecto Turcio Almaquio condenó a ambos hermanos a la
muerte. El funcionario del prefecto, Máximo, fue designado para ejecutar
la sentencia. Pero se convirtió al cristianismo y sufrió el martirio con los
dos hermanos. Cecilia enterró sus restos en una tumba cristiana. Luego la
propia Cecilia fue buscada por los funcionarios del prefecto. Fue condenada
a morir ahogada en el baño de su propia casa. Como sobrevivió, la pusieron
en un recipiente con agua hirviendo, pero también permaneció ilesa en el
ardiente cuarto. Por eso el prefecto decidió que la decapitaran allí mismo.
El ejecutor dejó caer su espada tres veces pero no pudo separar la cabeza
del tronco. Huyó, dejando a la virgen bañada en su propia sangre. Cecilia
vivió tres días más, dio limosnas a los pobres y dispuso que después de su
muerte su casa debía dedicarse como templo. El obispo Urbano la enterró en
la catacumba de Calixto, donde se sepultaban los obispos y los confesores.
El relato así no tiene valor histórico; es un romance pío, como tantos otros
recopilados en los siglos V y VI. La existencia de los mencionados
mártires, sin embargo, es un hecho histórico. La relación entre Cecilia
y Valeriano, Tiburcio y Máximo, mencionados en las Actas, tienen quizá algún
fundamento histórico.
Explicación de la leyenda
Los historiadores creen que Valeriano y Tiburcio fueron verdaderos mártires
cristianos, pero que Cecilia probablemente sea un mito. No se la menciona en
ninguna de las listas hagiográficas en boga en esa época, hasta la aparición
de las Actas de santa Cecilia (aprox. 480). La basílica actual (Santa
Cecilia in Trastévere) se encuentra en un sitio que a fines del siglo V era
una casa doméstica, y es posible que una mujer piadosa donara su casa para
que se convirtiera en una iglesia. La bella
iglesia actual se encuentra cerca del puerto Ripa Grande sobre el río
Tíber, donde estaba situado el gueto.
Existe una explicación del mito: cerca del sitio de la iglesia Santa Cecilia
en Trastévere se encuentra el templo de la Bona Dea Restituta. Esta ‘buena
diosa de la restitución [de la salud]’ era la diosa romana que curaba la
ceguera. Y la palabra latina correspondiente a la ceguera es cæcitas (muy
parecido a Cæcilia).
Referencias históricas
La referencia histórica más antigua sobre Cecilia se encuentra el
Martyrologium Hieronymianum, lo que indica que en el siglo IV la Iglesia
romana ya la conmemoraba. En este martirologio de Jerónimo su nombre se
menciona el 11 de agosto, que es la fiesta del mártir Tiburcio. Pero
evidentemente se trata una
adición equivocada y tardía, debido al hecho que este Tiburcio, que fue
enterrado en la Vía Labicana, fue identificado erróneamente con Tiburcio, el
cuñado de Cecilia mencionado en las Actas de santa Cecilia.
En el mismo martirologio se la menciona el 16 de septiembre, con una nota
topográfica: «Appiâ viâ in eâdem urbe Româ natale et passio sánctæ Cecíliæ
virginia» (‘en la Vía Apia de la ciudad de Roma, nació y murió la santa
virgen Cecilia’). El 16 de septiembre podría ser el día del entierro de la
mártir. La fiesta de la mártir que se menciona el 22 de noviembre, en cuyo
día se celebra todavía, fue preservada en el templo dedicada a ella del
barrio del Trastévere en Roma. Por consiguiente, su origen probablemente se
remonta a esta iglesia.
Las primeras guías medievales de los
sepulcros de los mártires romanos señalan su tumba en la Vía Apia, al
lado de la cripta de los obispos romanos del siglo III. De Rossi localizó el
sepulcro de Cecilia en las catacumbas de Calixto, en una cripta adjunta a la
capilla de la cripta de las papas; un nicho vacío en una de las paredes que
probablemente contenía un sarcófago. Entre los frescos posteriores que
adornan la pared del sepulcro, aparece dos veces la figura de una mujer
ricamente vestida, y aparece una vez el papa Urbano I (quien —según las
Actas de santa Cecilia— había tenido una estrecha relación con la mártir).
Venancio Fortunato,
obispo de Poitiers muerto en el año 600), en su libro Miscellánea (1.20
y 8.6) escribió que entre el 176 y el 180 (en la época del emperador Marco
Aurelio) había muerto una Cecilia en la isla de Sicilia. Ado (Martirologio,
«22 de noviembre») sitúa el momento de la muerte de Cecilia en el reinado de
Marco Aurelio y Cómodo (aproximadamente el 177). De Rossi (en Sotterránea de
Roma, 2.147), intenta demostrar que la declaración de Venancio Fortunato es
la más segura históricamente.
En otras fuentes occidentales de la baja Edad Media y en el Synaxaria
griego, el martirio se sitúa en la persecución de Diocleciano (aunque se
refiere probablemente a una mártir verdadera llamada Cecilia, africana,
quien sufrió la persecución de este emperador, y su día se conmemora el 11
de febrero). P. A. Kirsch intentó fijar la fecha en el tiempo del emperador
Alejandro Severo (229-230); Aubé, en la persecución de Decio (249-250); y
Kellner, en la de Juliano el Apóstata (362).
Ninguna de estas opiniones está suficientemente establecida, ya que las
Actas de santa Cecilia (única fuente disponible) no ofrecen ninguna
evidencia cronológica. La única indicación temporal segura es la
localización de la tumba en la catacumba de Calixto, en inmediata proximidad
a la antiquísima cripta de los papas, en la que fueron enterrados los papas
Ponciano y Antero, y probablemente también Urbano I.
La parte más antigua de esta catacumba fecha todos estos eventos al final
del siglo II; por consiguiente, desde ese momento hasta la mitad del siglo
IV es el período dejado abierto para el martirio de Cecilia: 180 a 350.
En las firmas del Concilio Romano de 499 se menciona al templo de Cecilia
como títulus sánctæ Cæcíliæ.
Reliquias
En el documento que enlista las reliquias en la
catedral de Valencia, se encuentra una costilla de santa Cecilia (junto
con la nuca de san Pedro Apóstol, el brazo y mano derecha —con carne y piel—
de san Lucas, un pedazo de la cabeza de san Sebastián y un hierro de las
saetas con que fue martirizado, dos
monedas de la venta de Cristo, un cuerpo entero de un Santo Inocente, el
Santo Grial y cabellos de la Virgen María, entre otros).
Los cuentos de Canterbury
El «Cuento de la segunda monja», de Los cuentos de Cantérbury de Chaucer
(fines del siglo XIV) dan un recuento de la vida de Cecilia, con una pequeña
mención a la música:
And whyl the organs maden melodye / To God alone in herte thus sang she
Y mientras los órganos hacían melodías / a Dios solo en el corazón así cantó
ella
Que es la traducción del texto que se encuentra en los Actos de santa
Cecilia: «... Mientras sonaban los instrumentos musicales, ella en su
corazón a su único Señor cantaba».
Error de traducción
La reputación
artística de Cecilia fue, probablemente, el resultado de una mala
traducción de las Actas de santa Cecilia.
Venit dies in quo thalamus collacatus est, et, cantantibus organis, illa
[Cecilia virgo] in corde suo soli Domino decantabat [dicens]: Fiat Domine
cor meum et corpus meus inmaculatum et non confundar
‘Vino el día en que el matrimonio se celebró, y, mientras sonaban los
instrumentos musicales, ella (la virgen Cecilia) en su corazón a su único
Señor cantaba [diciendo]: Haz, Señor, mi corazón y mi cuerpo inmaculados y
no sea yo defraudada.’ (paráfrasis del salmo LXX: In te Domine speravi; non
confundar in aeternum.)
La palabra latina organis, que significa ‘instrumentos musicales’ se tradujo
como ‘órgano’. Entonces la frase se volvió ‘ella cantaba y se acompañaba con
el órgano’. Y así Cecilia se volvió
patrona de la música, y a partir del siglo XV (en el ámbito del Gótico
cortés) se empezó a pintar a la santa cargando un pequeño órgano portátil, y
otros instrumentos (clavicémbalo, laúd, etc.).
No ‘órgano’ sino
‘instrumentos de tortura’
En realidad los códices más antiguos no dicen canentibus organis (canentibus
como sinónimo de cantantibus), sino candentibus organis, Caecilia virgo....
Los «órganos» no serían ‘instrumentos musicales’, sino ‘instrumentos de
tortura’, y la antífona describiría que Cecilia, ‘entre las herramientas
candentes, cantaba a su único Señor en su corazón’. La antífona no se
referiría al banquete nupcial, sino más bien al momento del martirio.
Aún hoy, se cree que el padrinazgo de la
música le fue otorgado a santa Cecilia por haber demostrado una
«atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos: su
espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en
símbolo de la música».
Papa Gregorio XIII
Pasaron más de mil años para que Cecilia se volviera
patrona de la música. En el año 1594 el papa Gregorio XIII le dio
oficialmente el nombramiento.
En el año 1594 santa Cecilia fue nombrada patrona de la música por el Papa
Gregorio XIII y, a través de los siglos, su figura ha permanecido venerada
por la cristiandad, con ese padrinazgo. Su fiesta es el 22 de noviembre,
fecha que corresponde con su nacimiento y que ha sido adoptada mundialmente
como el Día de la Música. El
padrinazgo de la música le fue otorgado por haber demostrado una
atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Su
espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en
símbolo de la música.
A través de los siglos, la figura de
Cecilia ha permanecido venerada por la humanidad con ese padrinazgo. Por
alguna razón en algunos textos el 22 de noviembre aparece erróneamente como
su fecha de nacimiento (aunque la tradición señala que se trata del día de
su muerte), que ha sido adoptada en muchos países como el Día de la Música.
Desde el siglo XVII en Francia, Italia y Alemania se
celebraba su día con festivales musicales. En 1683, la Musical Society
of London estableció los festivales anuales del Día de Santa Cecilia, donde
hasta el día de hoy participan los más grandes compositores y poetas
británicos.
Henry Purcell
Henry Purcell publicó en 1683 la oda Laudate Ceciliam para el primer
festival anual de santa Cecilia. El latín del texto es bastante macarrónico,
el poeta que lo escribió probablemente era uno de los caballeros de la
Sociedad Musical de Londres, seguramente más músico que erudito en latín. La
oda simplemente llama a todos a
alabar a Cecilia con voces e instrumentos. Más tarde compuso Welcome to
all the pleasures (Z339) y dos odas: Raise, raise the voice (1685, Z334) y
Hail, bright Cecilia! (1692, Z328). Igualmente siguió componiendo otras
obras memorables para el festival, como el Te Deum y Jubilate Deo (en re
mayor).
Un himno para santa Cecilia de Herbert Howells, está basado en el texto de
Ursula Vaughan Williams. Es una canción referida a la historia de Cecilia,
con un fuerte romanticismo agregado. Habla de
canciones, la primavera de la mocedad, el regocijo celestial, las
nupcias del corazón, el anillo de fuego, y finalmente el martirio de la
virgen. Finalmente ensalza al inmortalidad de la música:
Así que desde la Tierra otra canción se elevará
Para encontrar a los tuyos en el
sempiterno deleite de los cielos.
Púrcell murió el 21 de noviembre del año 1695), un día antes del Día de
Santa Cecilia.
Haendel
La
Oda para el Día de Santa Cecilia (Ode for St. Cecilia's Day) y La fiesta
de Alejandro de Händel son poemas musicalizados que escribió el poeta John
Dryden (para el Día de Santa Cecilia de 1687 y 1697, respectivamente) por
encargo de la
Sociedad Musical de Londres. (Más tarde, en 1889, el compositor Sir
Hubert Parry las volvió a musicalizar).
Ambos poemas reflejan el ideal clásico de que el orden del ser humano y de
la sociedad reflejan el orden universal, y que el arte (en este caso, la
música) impone el orden sobre el caos.
La Song (canción) de Dryden, se convirtió en la Oda para el Día de Santa
Cecilia de Handel. Nota bene: Handel compuso esta oda en 1736, cuatro años
antes de componer el Mesías. En esta melodía se detecta un fuerte parecido
con el estribillo del «Aleluya».
Benjamin Britten
El compositor Benjamin Britten nació el
Día de Santa Cecilia, el 22 de noviembre, y William H. Auden escribió el
poema Anthem for St. Cecilia’s Day (Himno al Día de Santa Cecilia)
especialmente para él. Estos dos hombres, ambos británicos, eran amigos muy
cercanos; a principios de los años cuarenta incluso vivían en la misma casa
que compartían con el tenor Peter Pears, compañero de toda la
vida de Britten. Eran gays, en una época en que había mucho menos
aceptación de la homosexualidad que la que existe ahora, incluso entre
escritores y músicos. En la poesía y en el tratamiento de la poesía, se
pueden encontrar pasajes sensuales, referencias a la inocencia perdida, y
varios dobles sentidos. Auden conocía bien la depresión que Britten sufrió
toda su vida, y su lucha con la culpa y la autoaceptación.
Himno a santa Cecilia
El himno de santa Cecilia tiene tres secciones, cada una termina con una
invocación que reconoce a Cecilia como patrona de la música y le ruega que
la inspiración musical sea un puente entre lo finito y lo infinito.
La primera parte del poema se relaciona con la leyenda
popularizada en el siglo XVI. «Santa dama», «cadencia reverente», «salmo
sutil», «virgen inocente», «cisne negro» son palabras reminicentes de los
madrigales del siglo XVI. El símbolo del cisne se refiere a que en el
momento de la muerte, el alma de un poeta entra en un cisne. Y el negro —un
color muy raro para un cisne— es una alusión al hábito negro de una monja
(Cecilia era virgen).
La referencia a «construyó un
órgano para hacer más grande su plegaria» (constructed an organ to
enlarge her prayer) es un préstamo del texto del poema La fiesta de
Alejandro de Dryden (enlarg'd the former narrow bounds and added length).
Por cierto Auden era consciente de las implicación sexual de esta frase.
Afrodita era la diosa griega de la fertilidad. Su contraparte romana era
Venus, quien flotaba sobre una concha (como en la famosa pintura de
Botticelli). Ella es lo opuesto a santa Cecilia: Afrodita rubia contra cisne
negro; la sensual y voluptuosa contra la inocente y pura. Venus era la madre
de Eneas, o sea la madre de la
raza latina. Y Cecilia fue martirizada por los romanos.
Templo de santa Cecilia
Alrededor del año 821, el papa Pascual I (817-824) hizo demoler la
humilde iglesia situada en el barrio del Trastévere de Roma y la
reconstruyó con gran esplendor. Basándose en las Actas de santa Cecilia, el
papa hizo investigar las catacumbas de Calixto para recuperar sus reliquias.
Sin embargo, definitivamente no había restos reconocibles, por lo que
Pascual creyó que los lombardos las habían robado en su invasión de Roma.
Sin embargo, para instalar el templo necesitaba
reliquias, por lo que declaró que Cecilia se le había aparecido y le
había exhortado continuar su búsqueda en otras catacumbas, porque él ya
había estado junto a ella (es decir, cerca de su tumba). Por consiguiente,
volvió a buscar en la catacumba de Pretextato, y encontró unos restos
cubiertos con costosos ropajes de brocados de oro y con las ropas empapadas
en su sangre a sus
pies. El papa declaró que esas eran las reliquias de Cecilia. Esto
contradecía el texto que señalaba que ella había sido enterrada en la
catacumba de Calixto, pero el papa opinó que seguramente los restos habían
sido trasladados a la catacumba de Pretextato para salvarlos de los primeros
saqueos de los lombardos.
El papa Pascual encontró otros restos en los nichos cercanos, y los trasladó
juntos con los de santa Cecilia, declarando que eran los de Valeriano,
Tiburcio y Máximo, y también las de los papas Urbano y Lucio. Enterró todos
bajo el altar mayor de la iglesia de Santa Cecilia en el Trastévere.
En 1599 (780 años después), el cardenal Paolo Emilio Sfondrato, en ocasión
del próximo jubileo del año 1600, escribió que durante la restauración de la
basílica había abierto el sarcófago de santa Cecilia y la había
encontrado incorrupta y en la misma posición descrita por el papa Pascual.
Sfondrati mandó al escultor Stefano Maderno a esculpir una estatua de mármol
jaspeado de la santa, que se encuentra colocada bajo un baldaquino detro de
la iglesia. La leyenda dice que el cardenal le mostró al escultor los restos
de la santa incorrupta, como dormida, y que Maderno la representó tal como
la vio. La
santa lleva en la cabeza un tocado que muestra su condición de santa
romana antigua. Una copia de la estatua se encuentra en las catacumbas, en
el lugar en el que supuestamente fue enterrada.
Iconografía
Las representaciones más antiguas de Cecilia la muestran en la actitud usual
de los mártires en el arte cristiano de los primeros siglos: o con la corona
del martirio en su mano o en actitud de oración. En el ábside de su
iglesia en el Trastévere todavía se conserva el mosaico hecho debajo de
la imagen del papa Pascual, en el que se la representa con ricos vestidos
como protectora del papa.
Los cuadros medievales de la santa son muy frecuentes; desde los siglos XIV
y XV se le asigna como atributo un órgano, o se la representa sentada
tocando el órgano, evidentemente para expresar lo que se le atribuyó
erróneamente a menudo en los panegíricos y poemas basado en una mala
traducción de las Actas de
Santa Cecilia: Cantátibus órganis [...] illa decantábat. Posiblemente el
cantántibus órganis fue interpretado erróneamente como si la propia Cecilia
hubiera sido la organista. De este modo se generó el mito de que la santa
estaba estrechamente relacionada con la música.
Santa Cecilia y la música
Es un poco incierto el motivo por el que Cecilia terminó siendo la patrona
de la música. (Ver lo dicho más arriba, referente a un error en la
traducción de las Actas). Narran las Actas de su martirio cómo fue condenada
a morir asfixiada en humo, y en vez de ello, a pesar de haber pasado más de
un día en semejantes condiciones, comenzó a parafrasear, cantando, el salmo
LXX: Que mi corazón y mi carne permanezcan puros, oh
Señor, y que no me vea defraudada en tu presencia. La práctica musical
en sí misma se estaba convirtiendo en la quintaesencia de la virtud, y
teniendo como meta el virtuosismo. Algunas pinturas, como las de Artemisia
Gentileschi y
Bernardo Strozzi, muestran la conexión entre la ejecución virtuosa, la
imagen cada vez más fuerte del artista, y una cultura que en el curso del
siglo XVI se vuelve cada vez más extravertida.
Otros patronos de la
música
En otros momentos de la historia, la música se relacionaba con el rey David
(que tocaba una especie de cítara). También san Jerónimo de Estridón, san
Antonio de Padua y san Francisco de Asís se representaban en un contexto
musical.
Existen cuadros de la Edad Media en que María Magdalena aparece bailando
sola al son de instrumentos profanos. En la iglesia dedicada a María
Magdalena, en la aldea de Cusiano, en el norte de Italia, su vida es
representada en una serie de frescos atribuidos a Giovanni y Battista
Baschenis (1475-1495), dos artistas bastante desconocidos que provenían de
una familia de pintores de donde surgiría el conocido pintor Evaristo
Baschenis (1617-1677).
En uno de los episodios, inspirados en la
Legenda áurea, se ve un trompetista anunciando la llegada de la
Magdalena a Marsella (puerto de la actual Francia) embarazada, en compañía
de Marta, María y Lázaro de Betania (que por un error de interpretación de
los Evangelios, en esa época se consideraban sus hermanos). En los últimos
dos frescos, tres ángeles ejecutan un concierto mientras otros ángeles
portan su alma al cielo.
Santa Cecilia y Florencia
Actualmente es universal el estatus icónico de Santa Cecilia como patrona de
la música, aunque al principio se la relacionaba solamente con Roma, donde
su antiquísima basílica fue construida en el siglo V. El renacimiento de su
culto en el siglo XVII generó un renovado interés por parte de poetas,
músicos y pintores (muchos de ellos en la órbita romana).
Su narración se basa en la Leyenda dorada (del s. XIII) y en escenas de su
vida pintadas a principios del s. XIV. No son muy conocidas las conexiones
entre santa Cecilia y Florencia, donde una nueva academia musical la adoptó
como patrona en 1607. Bajo el reinado de los Médici,
Florencia estaba dominada por santos; pero con el renovado interés en el
culto de Cecilia, su imagen empezó a proliferar entre los artistas
florentinos (tales como Artemisia Gentileschi y Carlo Dolci) y
específicamente por las mecenas Médici (la arquiduquesa María Maddalena y
Vittoria della Rovere). Además, existió una relación especial entre santa
Cecilia y la joven cantante florentina Arcángela Paladini (m. 1622), quien
puede haber sido la modelo para una de las pinturas de Artemisia Gentileschi
de la virgen mártir.
Es notable la transformación de Cecilia desde una
virgen en éxtasis (establecida especialmente por la obra de Rafael en
1515) hasta la figura alegórica que crearon los artistas del s. XVII como
una musa inspiradora, la personificación misma de la música.
Academias de música
Cuando se fundó en Roma la
Academia de la Música en 1584 fue nombrada patrona del instituto,
después de lo cual su veneración como patrona de la música de la iglesia se
generalizó universalmente; hoy existen por todas partes las sociedades de
cecilianos (asociaciones musicales).
Obras de
arte dedicadas a Cecilia de Roma
Pintura y escultura
En 1599 Stefano Maderno (1576–1636) realizó una estatua de mármol jaspeado
—que actualmente se encuentra bajo el altar mayor de la antedicha iglesia de
Santa Cecilia en Roma—, donde la representó postrada, tal como habría
recibido el soplo de la muerte de manos de su ejecutor.
El éxtasis de santa Cecilia de Rafael (famoso cuadro conservado en Bolonia);
Cecilia aparece tocando el órgano.
Santa Cecilia de Rubens (en Berlín).
Santa Cecilia, san Valeriano y san Tiburcio, por Botticini.
Santa Cecilia y san Valerian de Lelio Orsi.
Santa Cecilia, de Guido Reni, 1606.
Doménico Zampieri (o Domenichino) (1581–1641), pintor barroco italiano de la
escuela boloñesa:
El martirio de santa Cecilia (aprox. 1603, en la Pinacoteca Nacional de
Bolonia)
Escenas de la vida de santa Cecilia (varios frescos, 1613-1614, San Luigi
dei Francesi, Roma):
Santa Cecilia ante el juez.
Santa Cecilia le da limosna a los pobres
Santa Cecilia con un ángel (1618, Museo del Louvre, París).
Santa Cecilia, en estilo florentino del s. XVII. Se encuentra en el
dormitorio palaciego de Gabrielle d’Estrées (amante del rey Enrique IV de
Francia y madre de su heredero legítimo César de Vendôme) en el Château de
Chenonceau (en Chenonceaux, Valle del Loira, Francia).
Santa Cecilia aparece en el reverso del actual billete de 20 libras
esterlinas (en Reino Unido), acompañada por el compositor Sir Edward Elgar
(autor de Pompa y circunstancia).
Literatura dedicada a Cecilia de Roma
Die heilige Cäcilie oder die Gewalt der Musik (Santa Cecilia o la fuerza de
la música), relato de Heinrich von Kleist (1810).
Existe un poema dedicado a
Santa Cecilia.
Música dedicada a santa
Cecilia
"Ode for St Cecilia´s day" de Georg Friedrich Händel,HWV 76.
Himno a santa Cecilia, de Benjamin Britten y letra de William H. Auden,
Un himno a santa Cecilia de Herbert Howells,
Misa a santa Cecilia, de Alessandro Scarlatti,
Messe Solennelle de Sainte Cécile, de Charles Gounod,
Hail, bright Cecilia!, Rise, rise the voice, Welcome to all the pleasures de
Henry Purcell.
Sankta Cecilia fue una canción sueca de moda, cantada por Lotta Pedersen y
Göran Folkestad en el Festival de la Melodía de Suecia (Swedish
Melodifestivalen) 1984.
"Cecilia, vergine romana" Arvo Pärt para coro mixto y orquesta (2000). Myung-Whun
Chung (director), coro y orquesta de la Academia Nacional de Santa Cecilia.
Himno Plegaria a Santa Cecilia (Valencia- España) compuesto por Salvador
Giner Vidal, del que existe una versión orquestada de José María Cervera
Lloret para coro mixto y orquesta.
Fuente
ORACIÓN A SANTA
CECILIA
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