Creció Jesús Méndez en el
ambiente sano de los pueblos. Sus estudios primarios los realizó en la
escuela oficial. Ingresó al
Seminario de Morelia a los 14 años de edad, dedicándose con tesón al
estudio.
Su familia era muy pobre y algunos vecinos de su pueblo natal le ayudaban
con gusto a su sostenimiento, lo mismo que toda su familia, en cuanto podía.
El 23 de julio de 1905 recibió el diaconado y fue ordenado sacerdote el 3 de
junio de 1906 por imposición de manos del señor
arzobispo Atenógenes Silva. Cantó su Primera Misa en su pueblo natal el
22 de junio del mismo año.
Desempeñó su ministerio sacerdotal en las siguientes parroquias: San Juan
Huetamo, Mich., como vicario cooperador, de 1906 a 1907, en donde sufrió un
agotamiento nervioso que alarmó a sus familiares.
Una vez repuesto de eso, se le mandó a Pedernales, en donde permaneció de
abril de 1907 a febrero de 1913, pero de nuevo los nervios lo volvieron a
traicionar, por lo que el señor arzobispo lo envió a Valtierrilla,
Guanajuato, para que mejorara de salud.
En todas partes trabajó mucho. Se distinguió también por su devoción a la
Santísima Virgen a la que procuraba venerar y honrar de una manera especial
en las fiestas marianas, que celebraba con la mayor solemnidad posible.
Fundó y atendió asociaciones parroquiales: Catecismo, Apostolado de la
Oración, Vela Perpetua, Hijas del María, Obreros Guadalupanos. Objeto
especial de su preocupación pastoral fue la atención a la escuela
parroquial. Promovió obras sociales y fundó una cooperativa de consumo.
En Valtierrilla, como en muchas otras partes, durante la persecución
callista, muchos sacerdotes se alejaron de sus parroquias para esconderse
buscando siempre lugares más seguros, pero el Padre Méndez siguió al pie del
cañón aunque ejerciendo su ministerio de manera oculta, celebrando su misa
muy temprano y, asimismo,
bautizaba y confesaba a esas horas. También por las noches salía a
bautizar a las casas. Durante el día se dedicaba a atender a los
enfermos.tados los recursos pacíficos y legales para que se derogasen las
leyes persecutorias, en diversos lugares de la Patria comenzaron a tomarse
las armas en acto de legítima defensa.
Algunos en Vatierrilla quisieron sumarse a los cristeros y fijaron como
fecha para el levantamiento el 5 de febrero de 1928, pero fueron delatados y
vinieron los soldados de Sarabia, poblado cercano, a sofocar el
levantamiento. El Padre Méndez nada tuvo que ver con ese asunto ya que jamás
empuñó las armas.
El día cinco señalado, estaba el Padre Méndez terminando de celebrar su misa
en una dependencia de la notaria cuando se oyeron los primeros disparos de
la fuerza federal, que venían entrando al pueblo en busca de los que se iban
a levantar en armas.
El Padre Méndez ante el inminente
peligro, tomó el copón con las Hostias consagradas y lo escondió bajo su
zarape, con el cual se cobijaba cuando hacía frío, mas sintió la necesidad
de proteger mucho más al Santísimo y por lo mismo, trató de no hacerse
visible.
Saltó por una ventana de la notaría que estaba al pie de la torre del
templo. Los soldados, que se habían subido precisamente a lo alto del
campanario para poder vigilar mejor los movimientos del pueblo, vieron que
alguien abría la ventana tratando de escapar y avisaron a los de abajo,
quienes hicieron salir al Padre
Jesús. Cuando vieron al padre, sin conocerlo, deben haber pensado que se
trataba de algún cristero, creían que bajo la cobija llevaba alguna arma y
le exigían que la entregara, a lo que respondió que no tenía arma.
Recibieron la orden de registrarlo, un soldado dio un jalón a la cobija
descubriendo el copón que apretaba contra su pecho. Le hicieron la clásica
pregunta: "¿Es usted Cura?" a lo cual respondió: "Sí soy
Cura". Esto bastó para que lo aprehendieran.
El Padre Méndez les dijo: "A ustedes no les sirven las Hostias consagradas,
dénmelas". Pidió a los soldados unos momentos para recogerse en oración, se
puso de rodillas y comulgó. Dijeron después los soldados: "No queremos
alhajas, deles esa joya a las viejas", refiriéndose a la
hermana del padre, Luisa, y a la sirvienta de esta, María Concepción,
que trataban de defender al sacerdote. Les entregó el copón diciéndoles:
"Cuídenlo y déjenme, es la voluntad de Dios", y dirigiéndose a los soldados:
"Ahora haced de mí lo que queráis; estoy dispuesto".
Seis u ocho soldados lo llevaron al lugar del sacrificio, distante una media
cuadra de la plaza. Lo sentaron en un tronco que había ahí, en medio de dos
soldados. El capitán Muñiz intentó dispararle, pero la pistola no
funcionó. Ordenó entonces a los soldados que le dispararan. Tres veces lo
hizo cada uno con su rifle, pero ninguno hizo blanco, sea porque no hayan
querido o no hayan podido hacerlo.
Enfadado el capitán, ordenó al prisionero que se pusiera de pie, lo registró
y le quitó el crucifijo y unas medallas que traía, lo colocó junto a unos
magueyes y le disparó. El
Padre Jesús cayó al suelo ya muerto. Eran aproximadamente las siete de
la mañana del día 5 de febrero de 1928.
Como a las tres de la tarde de ese mismo día 5, los restos del sacerdote
mártir fueron llevados a Cortazar en una camioneta de redilas, propiedad del
gobierno.
En ese lugar los soldados lo pusieron junto a la vía del tren, con el fin de
que cuando este pasara lo destrozara, no sin antes hacer desfilar a todas
las personas de Valtierrilla, Gto., que se habían llevado en calidad de
detenidos.
Las mujeres de los oficiales, más sensatas y valientes, fueron a la vía del
tren a quitar el cuerpo de ahí para llevarlo hacia un portalillo cercano.
Acto seguido, los soldados cavaron una fosa en el machero de los caballos
para enterrarlo, pero las soldaderas se opusieron, y como el
señor Elías Torres les pidió el cuerpo para sepultarlo, se lo
concedieron.
Un carpintero de Sarabia, Alberto Delgado, hizo el ataúd y fue velado el
cuerpo en el portal de los Carmona y sepultado en Cortazar por Elías Torres.
El Padre Jesús Méndez Montoya fue sacrificado por odio a la fe.
Él conocía los riesgos de su ministerio; sin embargo jamás abandonó a su
feligresía y en muchas ocasiones expresó su deseo de ser mártir.
Cinco años después, el Padre Segoviano, Vicario de Valtierrilla, junto con
su feligresía fueron a Cortazar y exhumó los restos que fueron identificados
por el señor Elías Torres; los familiares también los identificaron por un
mechón blanco que tenía en el cabello y por la ropa que vestía. Además, el
sitio de la sepultura era conocido por la gente del lugar.
El Padre Segoviano depositó la urna con los restos en el piso del
presbiterio de la iglesia parroquial de Valtierrilla, Guanajuato, donde
permanecen hasta la fecha.
El Padre Jesús Méndez Montoya fue declarado Beato por S.S. el
Papa Juan Pablo II en la ceremonia efectuada en la Basílica de San Pedro
en Roma, Festividad de Cristo Rey, el día 22 de noviembre de 1992, en
compañía de sus 24 compañeros Mártires Mexicanos.
El día 21 de mayo del Año Santo 2000, Jubileo de la Encarnación de
Jesucristo, el Papa Juan Pablo II realizó la ceremonia de Canonización
de los 25 Mártires Mexicanos, incluido el Beato Jesús Méndez Montoya, en la
Plaza de San Pedro, ante la presencia de más de cuarenta mil peregrinos.
"Los cristianos esperan encontrar en el
sacerdote no sólo un hombre que los acoge, que los escucha con gusto y
les muestra una sincera amistad, sino también y sobre todo un hombre que les
ayude a mirar a Dios, a subir hacia Él".
Oración
¡San
Jesús Méndez Montoya, que durante tu ministerio sacerdotal tuviste un
gran amor a Jesús en la Eucaristía, ruega por nosotros! Fuente
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