Entre otras hazañas, se
distinguió por haber vengado la muerte del
caudillo riojano Ángel “El Chacho” Peñaloza. Es centro de una devoción
popular porque compartía el fruto de sus robos con los más humildes. Era una
mujer de contextura pequeña, pero fuerte y ágil. De bellos rasgos, su
cabello era negro lacio y de tez morena. Al elegir la vida de
montonera comenzó a utilizar la vestimenta de los gauchos: (chiripá,
poncho, vincha y botas de potro), tal como se representaba en las estampas y
tallados de madera.
La
tumba de Martina Chapanay continúa reuniendo a cientos de devotos en el
pueblo sanjuanino de Mogna. Su padre fue Ambrosio Chapanay, un cacique
huarpe que se refugió en el actual Departamento Lavalle (Mendoza), quien
murió sin otra descendencia aparte de Martina. Su madre fue Mercedes
González, siendo ésta blanca oriunda de la ciudad de San Juan.
La zona es ahora un desierto, pero en el siglo XIX las aguas del río Mendoza
y del Desaguadero creaban las llamadas Lagunas de Guanacache. La
construcción de una represa cerca de la ciudad de Mendoza provocó la sequía
de las
lagunas, y actualmente los huarpes obtienen el agua de pozos muy
profundos, ya que los superficiales están contaminados con agua salada. La
supervivencia de éstos se basa principalmente en la cría de cabras, la
utilización de los frutos del algarrobo, un árbol típico de la zona, y la
venta de artesanías en el Mercado Artesanal, que se encuentra al lado de la
oficina de turismo de la ciudad capital.
Su madre, llamada Teodora, crió a la
hija con dedicación, tal es así que la casa de Martina se transformó en
escuela para los niños del lugar. Cuando era adolescente, Martina se
destacaba por sus actitudes de jinete y cuchillera, su habilidad para hacer
galopar caballos en los arenales, pialar terneros, cazar animales y nadar
con gran destreza. Cuando murió su madre, su padre la entregó a Clara
Sánchez, de la ciudad de San Juan, que la
educó con rigor. En respuesta, Martina logró escapar, encerrando a toda la
familia en la casa.
A partir de ese momento,
Martina vivió con los huarpes y se transformó en ladrona y asaltante de
caminos, repartiendo lo que robaba entre los más pobres.
Luego convivió con el bandido Cruz Cuero, jefe de una banda que asoló la
región por años. Se dijo que incluso atacaron la Iglesia de la virgen de
Loreto, en la provincia de Santiago del Estero. Esta relación con Cruz
terminó en una tragedia, ya que Martina se enamoró de un joven extranjero
que secuestraron;
Cruz golpeó a Martina y mató al joven de un balazo, pero Martina mató a
Cruz con una lanza y quedó como jefa de la banda.
Sucesivamente, Martina se unió con sus secuaces al caudillo Facundo Quiroga.
Martina continuó luego luchando al lado de los
caudillos y Chacho Peñaloza, hasta que le ofrecieron el indulto y un
cargo de sargento mayor en la policía de San Juan. En ese cuepro militar se
encontraba el comandante Pablo Irrazábal, el asesino de Peñaloza. Martina lo
retó a duelo, pero éste no tuvo lugar porque el oficial se descompuso por el
miedo y pidió la baja.
Se cuenta que un antiguo oficial sanmartiniano, el
cura Elacio Bustillos, cubrió la tumba de Martina con una laja blanca,
sin ninguna inscripción, ya que “todos saben quién esta allí”.
El cantante León Gieco, con la colaboración del historiador y ensayista Hugo
Chumbita, publicó en el 2001 el CD “Bandidos rurales”, que contiene un tema
del mismo nombre y donde menciona a Martina Chapanay.
El poeta y cantor mendocino
Hilario Cuadros escribió una cueca llamada La Martina Chapanay. Fuente
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