Su nombre
Nacido ' 'Íñigo López de Loyola según fuentes
jesuitas, las referencias de la propia Compañía de Jesús nombraron
también en ocasiones a Ignacio como Íñigo López de Regalde, aunque este
nombre al parecer se lo dio por error un copista. Entre 1537 y 1542 cambió
el nombre de Íñigo por el de Ignacio, como él mismo decía, 'por ser más
común a las otras naciones' o 'por ser más universal'.
Es también conocido por la versión latina de su nombre, Ignatius de Loyola.
Íñigo es una variación vasca de Eneko y por él lo conocieron y trataron gran
parte de su vida; él mismo, por decisión personal, lo cambió por el de
Ignacio -Ignatius- latino, cuando se graduó de Magister. No está muy claro
el momento en que se muda el nombre de Íñigo por el de Ignacio. Al
principio, ya en su época de
santidad, firmaba sus cartas como «De bondad pobre, Íñigo». En 1537
aparece por vez primera el nombre de Ignacio en sus cartas, firmando en
latín. Desde entonces, aparecen en sus escritos ambos nombres: cuando
escribe y firma en castellano, usa el Íñigo, y cuando lo hace en latín o
italiano, escribe Ignacio. Y desde 1542 desaparece el Íñigo, que reaparece
sólo en una ocasión, en recado escrito por Fr. Barberá en 1546. Fuera de
este caso, en los catorce años últimos de su vida siempre firmó como
Ignacio.
Algunas hipótesis apuntan a que el cambio de nombre fue debido a la devoción
que Íñigo tenía a San Ignacio de Antioquía, pero no hay datos que puedan
confirmarlo.
Niñez
Siendo el menor de los varones de trece hermanos, Íñigo no fue secundario en
su familia. Su destino estaba claro: ser hombre de armas o dedicarse a
Dios. Su niñez la pasó en el valle de Loyola, entre las villas de
Azpeitia y Azcoitia, en compañía de sus hermanos y hermanas. Su educación
debió ser marcada por las directrices del "duro mandoble" y del "fervor
religioso", aunque nada cierto se sabe de la misma.
Juventud
El año 1506 ó 1507, coincidiendo con la muerte de su madre, el Contador
Mayor de Castilla, Juan Velázquez de Cuéllar, pide al Señor de Loyola que le
mande un hijo suyo para tenerlo como propio. Entre los
hermanos se decide mandar al menor, a Íñigo, que va a Arévalo, donde
pasaría un mínimo de once años, hasta 1517, realizando frecuentes viajes a
Valladolid y manteniéndose siempre muy cerca de la Corte, ya que su
protector era Consejero Real, además de Contador.
En este tiempo aprende lo que un gentilhombre debe saber, el dominio de las
armas. La biblioteca de Arévalo era rica y
abundante, lo que dio alas a su afición por la lectura y, en cuanto a la
escritura, no dejó de pulir su buena letra. Se le consideró "un muy buen
escribano". Él mismo califica esos tiempos como
dado a las vanidades del mundo y principalmente se deleitaba en ejercicio de
armas con un grande y vano deseo de ganar honra.
En 1517 Velázquez de Cuéllar cae en desgracia, al morir Fernando el
Católico, y al año muere. Su viuda, María de Velasco, manda a Íñigo a servir
al duque de Nájera, Antonio Manrique de Lara, que era virrey de Navarra,
donde dio muestras de tener ingenio y prudencia, así como
noble ánimo y libertad. Esto quedó reflejado en la pacificación de la
sublevación de Nájera en la Guerra de las Comunidades de Castilla
(1520-1522), así como en conflictos entre villas de Guipúzcoa, en los cuales
destaca por su manejo de la situación.
En 1512 las tropas castellanas conquistan el Reino de Navarra, con varios
episodios bélicos posteriores. En 1521 se produce una incursión de tropas
franco-navarras procedentes de Baja Navarra en su intento de reconquista y
expulsión del invasor, en las que participaban los hermanos de
Francisco Javier. Al mismo tiempo se subleva la población de varias
ciudades, incluida la de Pamplona. Iñigo, que lucha con el ejército
castellano y se encuentra en Pamplona en mayo de ese año, cuando llegan las
tropas franco-navarras, resiste en el castillo de la ciudad, que es
asediado, arengando a sus soldados a una defensa que resultaba imposible. En
el combate es alcanzado por una bala de cañón que pasa entre sus dos
piernas, rompiéndole una e hiriéndole la otra. La tradición sitúa el hecho
el 20 de mayo de 1521, lunes de Pentecostés. El
castillo cae el 23 ó 24 del mismo mes y se le practican las primeras
curas y se le traslada a su casa de Loyola.
La recuperación es larga y dolorosa, y con resultado dudoso, al haberse
soldado mal los huesos. Se decide volver a operar y cortarlo, soportando el
dolor como una parte más de su condición de caballero.
En el tiempo de convalecencia, lee los libros La vida de Cristo, del cartujo
Ludolfo de Sajonia, y el Flos Sanctorum, que hacen mella en él. Bajo la
influencia de esos libros, se replantea toda la vida y hace autocrítica de
su vida como soldado. Como dice su autobiografía:
Y cobrada no poco lumbre de aquesta leción, comenzó a pensar más de veras en
su vida pasada, y en quánta necesidad tenía de hacer penitencia della. Y
aquí se le ofrecían los deseos de imitar los
santos, no mirando más circunstancias que prometerse así con la gracia
de Dios de hacerlo como ellos lo habían hecho. Mas todo lo que deseaba de
hacer, luego como sanase, era la ida de Hierusalem, como arriba es dicho,
con tantas disciplinas y tantas abstinencias, cuantas un ánimo generoso,
encendido de Dios, suele desear hacer.
Este deseo se ve acrecentado por una visión de la Virgen con el Niño Jesús,
que provoca la definitiva conversión del soldado en religioso. De allí sale
con la convicción de viajar a Jerusalén con la tarea de la conversión de los
no cristianos en Tierra Santa.
Aspiraciones religiosas
En Barcelona se hospeda en el Monasterio de Montserrat de los Benedictinos
(25 de marzo de 1522), donde cuelga su vestidura militar frente a la imagen
de la Virgen y abandona el mismo con harapos y descalzo. De esa forma llega
a Manresa, donde permanecerá por diez meses, ayudado por un grupo de mujeres
creyentes, entre las cuales tiene fama de santidad. En este período vive en
una cueva en donde medita y ayuna. De esta experiencia nacen los
Ejercicios espirituales, que serán editados en 1548 y son la base de la
filosofía ignaciana.
En Manresa se produce el cambio drástico de su vida, "cambiar el ideal del
peregrino solitario por el de trabajar en bien de las almas, con compañeros
que quisiesen seguirle en la empresa".
Llega a Roma y, seguidamente, el 4 de septiembre de 1523 a
Jerusalén, de donde tiene que volver a Barcelona.
ORACIÓN A SAN
IGNACIO DE LOYOLA
Su amiga Isabel Roser le aconseja que inicie estudios. Aprende latín y se
inscribe en la universidad. Estudia en Alcalá de Henares desde 1526 a 1527;
vivió y trabajó en el Hospital de Antezana como enfermero y cocinero para
los enfermos. Posteriormente, va a Salamanca, hablando a todos sobre sus
ejercicios espirituales, cosa que no es bien vista por las autoridades y le
acarrea algunos problemas, y lo llegan a encarcelar por algunos días. En
vista de la falta de libertad para su plática en España, decide irse a
París.
Estudios en París
En febrero de 1528 entra en la Universidad de París, donde permanece por más
de siete años, aumentando su educación teológica y literaria, y tratando de
despertar el interés de los estudiantes en sus ejercicios espirituales.
Para 1534, tenía seis seguidores clave: Francisco Javier, Pedro Fabro,
Alfonso Salmerón, Diego Laínez, Nicolás Bobadilla y Simão Rodrigues
(portugués).
Fundación de la Compañía
de Jesús
Viaja a Flandes e Inglaterra para conseguir dinero para su obra. Tiene ya
muy perfilado el proyecto y los compañeros que le siguen. El día 15 de
agosto de 1534 los siete juran en Montmartre 'servir a nuestro Señor,
dejando todas las cosas del mundo' y fundan la Sociedad de Jesús, que luego
sería llamada la
Compañía de Jesús. Deciden viajar a Tierra Santa y, si no pueden,
ponerse a las órdenes del Papa.
Ignacio parte a su tierra, por motivos de salud, y está por un período de
tres meses. Luego hace varias visitas a los familiares de sus compañeros,
entregando cartas y recados, y se embarca para Venecia, donde pasa todo el
año de 1536, que aprovecharía para estudiar. El 8 de enero de 1537 llegan
los compañeros de París.
El Papa Pablo III les dio la aprobación y les permitió ordenarse sacerdotes.
Fueron ordenados en Venecia por el obispo de Arbe el 24 de junio. Ignacio
celebrará la primera misa en la noche de Navidad del año 1538. En ese tiempo
se dedican a predicar y al trabajo caritativo en Italia. Parte a Roma a
pedir permiso para ir a
Jerusalén y se lo dan, pero por problemas bélicos no pueden llegar y se
ponen a las órdenes del Papa.
En el viaje a Roma sucede un hecho importante en la vida de Ignacio. En
Storta tiene una experiencia
espiritual de excepcional trascendencia, que su autobiografía recoge
así:
Tuvo tal mutación en su alma y ha visto tan claramente que el Padre le ponía
con Cristo, su Hijo, que no sería capaz de dudar de que el Padre le ponía
con su Hijo. Con esta expresión reveló la unión que desde entonces sintió
con Cristo. Laínez completó estos datos, añadiendo que la visión fue
trinitaria, y que en ella el Padre, dirigiéndose al Hijo, le decía: "Yo
quiero que tomes a éste como servidor tuyo" y Jesús, a su vez, volviéndose
hacia Ignacio, le dijo: "Yo quiero que tú nos sirvas".
Esto determinará la fundación de la Compañía de Jesús, sería el remate a lo
que comenzó en Manresa con los ejercicios espirituales. La directriz era
clara: ser compañeros de Jesús, alistados bajo su bandera, para emplearse en
el servicio de
Dios y bien de los prójimos.
En octubre de 1538, Ignacio se encaminó hacia Roma, junto con Fabre y Laínez,
para la aprobación de la constitución de la nueva orden. Un grupo de
cardenales se mostró a favor de la constitución y Pablo III confirmó la
orden mediante la bula Regimini militantis (27 de septiembre de 1540), pero
limitaba el número de sus miembros a sesenta. Esta limitación fue revocada a
través de la bula Injunctum nobis (14 de marzo de 1543). Así nacía la
Societas Iesu, la Compañía de
Jesús o, como se le conoce comúnmente, los Jesuitas.
Superior General de los
Jesuitas
Ignacio fue elegido Superior General de su orden religiosa. Envió a sus
compañeros como misioneros por Europa para crear escuelas, universidades y
seminarios donde estudiarían los futuros miembros de la orden, así como los
dirigentes europeos.
En 1548, sus Ejercicios espirituales fueron finalmente impresos y fue
llevado incluso a la Inquisición romana, pero fue rápidamente dejado libre.
Ignacio escribió las Constituciones Jesuitas, adoptadas en 1554, las cuales
crearon una organización monacal, exigiendo absoluta abnegación y obediencia
al Papa y superiores (perinde ac cadaver, "disciplinado como un cadáver").
Su principio fundamental se volvió el lema Jesuita: Ad Maiorem Dei Gloriam
("A mayor gloria de Dios").
Los
Jesuitas jugaron un papel clave en el éxito de la Contrarreforma.
Durante el período 1553-1555, Ignacio le dictó su biografía a su secretario,
el Padre Gonçalves da Câmara. Esta autobiografía es una pieza importante
para entender sus Ejercicios espirituales. Pero el original quedó archivado
e inédito durante 150 años, cuando Bollandisten publicó el texto en Acta
Sanctorum.
La compañía se extiende por Europa y por todo el mundo y solamente está
obligada a responder de sus actos ante el
Papa.
En 1551 Ignacio de Loyola quiere que se le sustituya al frente de la
Compañía, pero su solicitud de renuncia es rechazada. Al año siguiente muere
Francisco Javier, a quien Ignacio tenía en mente para su sustitución.
Surgen divergencias en el seno de la dirección de la Compañía. Simão
Rodrigues, uno de los fundadores, se rebela contra Ignacio desde Portugal,
Bobadilla critica el modo de mando de Ignacio, y su amiga
Isabel Roser quiere fundar una compañía femenina, a lo que Ignacio se
niega.
Dirige la Compañía desde su celda en Roma y va ordenando todo lo que ha ido
creando hasta poco antes de su muerte. La Compañía crece y pasa a tener
miles de miembros, a la vez que se granjea muchos amigos y enemigos por todo
el mundo.
Muere el 31 de julio de 1556, en el transcurso de una
enfermedad en su celda de la sede de los Jesuitas en Roma.
Patronazgos
Es santo patrón de las provincias vascas de Guipúzcoa y Vizcaya.
San Ignacio de Loyola es el patrono de la ciudad de Junín, Argentina, donde
el principal templo católico es la Iglesia Matriz San Ignacio de Loyola.
Además, son muchos los monumentos, iglesias, calles, plazas e instituciones
dedicados a Ignacio de Loyola en todo el mundo.
En el siglo XVII se levantó una basílica en su nombre en su ciudad natal de
Azpeitia (Guipúzcoa), así como un complejo monasterial que rodea su casa
natal.
En Deusto (distrito de Bilbao, Vizcaya), un barrio y su estación del metro
(San Inazio) se llaman así en su memoria.
En el Perú, hay una provincia que lleva su nombre. Al norte del departamento
de Cajamarca se encuentra la provincia de San Ignacio, la cual fue creada en
1965 con la ley nº 15560 y lleva a San Ignacio de Loyola como el patrón de
la ciudad y cada 31 de julio celebra la fiesta patronal en honor a su santo
patrón San Ignacio de Loyola. En el Cuzco había una universidad regentada
por los jesuitas en el virreinato del Perú de este nombre. En Lima se
encuentran la Universidad
San Ignacio de Loyola, el Colegio San Ignacio de Recalde y el Instituto
San Ignacio de Loyola. En la ciudad de México, la Universidad Iberoamericana
forma parte del Sistema Universitario Jesuita.
En Roma su
sepulcro se venera en la Iglesia del Gesù, y en el siglo XVII, al poco
tiempo de su canonización, se levantó una iglesia en su nombre como capilla
del Colegio Romano, que él mismo había fundado.
El número de instituciones educativas dedicadas al santo es proporcional a
la inmensa labor educativa llevada a cabo por la Compañía de Jesús. Fuente
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