Etimológicamente: Jacinto =
Aquel que se parece a un Jacinto (tipo de flor), es de origen griego.
La
Iglesia está en plena era feudal propia de la época. Los obispos y
abades son grandes señores con mucho poder e influencia incluso en las
decisiones políticas de los nobles y reyes. También un Francisco de Asís
habla a las aves y un Domingo está convirtiendo herejes. Roma ha conseguido
centralizar la
disciplina y liturgia y se ve en la obligación de atender a todos los
asuntos; hace mucho por arreglar las complicadas cosas de los reinos y
algunas se escapan a su control.
Jacinto en hijo de los condes de Konskie; nació en el castillo de Lanka,
fortaleza que domina la villa polaca de Gross-Stein. Estudió en Praga, hizo
derecho en Bolonia y cursó teología en París. Con tal curriculum es nombrado
canónigo de Cracovia.
Un viaje a Roma va a influir de modo decisivo en su vida. Iba a la Ciudad
Eterna acompañando con otros clérigos a su tío Yvon Odrowaz, entonces obispo
de Cracovia, para hacer visita reglamentaria al Papa; ésta es la ocasión
para conocer a Santo Domingo de Guzmán que está allí cumpliendo encargos de
Honorio III. El encuentro del buen obispo con el santo fundador tuvo
lugar con ocasión de un milagro reciente. Y el motivo fue la súplica y el
ruego esperanzado de conseguir religiosos misioneros para Cracovia que
estaba necesitada de sacerdotes y de instrucción. No cuenta Domingo con
predicadores polacoparlantes. Pero cuatro de los acompañantes del obispo
polaco se muestran dispuestos a ser recibidos por el fundador entre los
dominicos; como son ya sacerdotes, reciben una formación específica
intensiva: corto noviciado, retoques de espíritu y ¡a predicar y fundar
conventos!. Han aprendido unas normas sencillas: alabar a Dios, dar doctrina
y estar dispuestos a sellar con su
sangre su verdad.
Cracovia está situada en una planicie ondulada, bañada por el Vístula y
cercada de
bosques de pinos. La ciudad está defendida por fuertes murallas. El día
de todos los santos del 1222 llegó Jacinto ya dominico y misionero. Se va
haciendo conocer por los labriegos y artesanos. Tiene fama de taumaturgo.
Construye un primer convento de madera y luego le llegan
donaciones hasta que Cracovia se llega a convertir en cuna de
predicadores del norte de Europa.
La frontera oriental limita con Prusia, aún un país pagano, semibárbaro e
idólatra. Allí va Jacinto a ser su misionero. Y le sigue la fama de los
milagros. Luego será la gran Rusia, con sus estepas heladas y desiertas, la
que recorrerá Jacinto, llegando hasta Kiev. Por aquellas tierras sí que
conocen las gentes a
Jesús; pero son cismáticos quienes han predicado el Evangelio. La
Iglesia católica occidental que obedece a Roma no tiene nada que hacer; pero
una curación milagrosa de la ceguera de la hija del príncipe Wladimiro le
abre la posibilidad de fundar el primer monasterio occidental en Rusia.
Vienen las invasiones tártaras con Batou, hijo de Gengis-Kan, al frente de
sus implacables y demoledoras huestes que llegaron a las mismas puertas de
Hungría, Polonia y Austria, haciendo temblar a todo el occidente; hicieron
que Jacinto hubiera de interrumpir sus quehaceres apostólicos y replegarse
al interior del continente hasta que pudiera volverse a reemprender la
siembra.
La
leyenda áurea lo hace fundador de conventos en Noruega, Suecia,
Finlandia, Escocia, Irlanda, Bulgaria, Hungría y no se sabe por cuántos
sitios más. No se dispone de datos históricos con los que puedan apoyarse
todas estas correrías del
santo. Más bien parece que son producto de la imaginación o que intentan
afirmar que fueron sus inmediatos discípulos quienes llegaron a hacer lo que
materialmente él no pudo.
ORACIÓN A SAN
JACINTO
Muere Jacinto (o Jacek, como debió ser su genuino nombre) en su convento de
Cracovia, el 15 de Agosto de 1257, dejando sembrada Polonia de innumerables
conventos y de frailes. No extraña por ello que los polacos lo tengan como
patrón principal. Hizo irradiar el Evangelio hasta los confines de Europa
con éxitos
apostólicos en ocasiones no muy duraderos, pero que afianzaban la fe en
su patria, siempre que la proyectaba hacia el exterior de sus fronteras. Fuente
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