El nombre de María
Para los
hebreos el nombre no era un simple apelativo, estaba íntimamente ligado
a la persona, por ello usaban nombres que describirían la personalidad, el
carácter, así es muy usada la expresión "su nombre será tal" cuando se
quería designar una misión o carácter especial al niño por nacer.
María es un nombre conocido en el Tanaj o Antiguo Testamento por haber sido
nombre de la hermana de Moisés y Aarón, originalmente escrito como Miryām,
la versión de los Setenta lo menciona como Mariám (Mαριαμ), el cambio en la
primera vocal señala tal vez la pronunciación corriente, la del arameo, que
se hablaba en Palestina antes del nacimiento de Cristo. Al igual que con los
nombres de
Moisés y Aarón, que fueron tomados con sumo respeto, el de María no se
usó más como nombre común, pero la actitud cambió con el tiempo y fueron
puestos como señal de esperanza por la era mesiánica. En el texto griego del
Nuevo Testamento, en la versión de los Setenta, el nombre usado era Mariám4
María sería probablemente la forma helenizada de la palabra.
Aunque en la
Edad Media se le buscó significados más piadosos que exactos, bajo los
actuales descubrimientos arqueológicos, "Alteza" o "Ensalzada" son los
significados más cercanos al nombre de origen hebreo.
María es asimismo conocida como "Estrella de los Mares" o "Estrella del Mar"
(Stella Maris). Dicho nombre procede de la interpretación de un pasaje del
Antiguo Testamento, del primer Libro de los Reyes 18:41-45.
Vida
María es mencionada por su nombre por primera vez al escribirse el evangelio
más antiguo, el evangelio según san Marcos, pero de forma tangencial. En el
evangelio según san Mateo se la menciona con motivo de la narración de la
concepción milagrosa de Jesús y de su nacimiento y huida a Egipto.
Aquí el evangelista menciona que es María aquella de quien habló el profeta
Isaías al decir: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el
nombre de Emmanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros". El
evangelio según san Lucas es el que más datos da sobre María, al desarrollar
con más detalle los temas de la infancia de Jesús, algunos de los cuales se
amplían más abajo: la Anunciación, la Visita a Isabel, el Nacimiento de
Jesús, la Presentación de
Jesús en el Templo (aquí el anciano Simeón le profetiza: a ti misma una
espada te atravesará el corazón, aludiendo al dolor de María durante la
Pasión de su Hijo) y la pérdida de Jesús y su hallazgo en el templo. También
es san Lucas quien dice que María conservaba estas cosas y las meditaba en
su corazón. En el evangelio según san Juan, Jesús hace su primer milagro a
petición de ella, en Caná. Y en la cruz, la entrega como madre al mismo san
Juan, y san Juan es entregado a María como hijo. Las teologías católica y
ortodoxa destacan, a raíz del milagro de Caná, la eficacia de la intercesión
de María ante su Hijo; y en la entrega al pie de la cruz, la proclamación
simbólica de María como Madre de la Iglesia, es decir, de todos los
cristianos, figurados en la persona de Juan. También se la menciona en los
Hechos de los Apóstoles como miembro destacado de la comunidad cristiana
primitiva.
Padres y familia
Sobre sus padres, el catolicismo romano ha tomado los nombres de Joaquín y
Ana como los de sus progenitores, tomados del Protoevangelio de Santiago,
uno de los evangelios apócrifos más famosos y tomado como referencia para
muchos datos piadosos sobre la vida de la Virgen María.
No se tiene seguridad de si María tuvo
hermanas. Aunque algunos toman por ciertos datos del evangelio de San
Juan y San Mateo quienes mencionan a una "hermana de su madre", la cual
sería María de Cleofás, Hegesipo menciona a esta María como esposa de
Cleofás, hermano de José y por tanto cuñada de María. [Un matrimonio hebreo
no colocaría el mismo nombre a dos de sus hijas carnales].
En el Nuevo Testamento, aunque en algunos pasajes se habla de hermanos de
Jesús sólo dice que María es la madre de Jesús. La Iglesia Católica, la
Iglesia Ortodoxa, la Iglesia Copta y la Comunión Anglicana, basadas en el
uso del lenguaje hebreo de aquella época y en la tradición eclesial,
interpretan este término como "parientes", y declara que María permaneció
siempre virgen. Por su parte, la mayoría de las confesiones protestantes,
con excepciones entre los luteranos, dicen que María, después de la
concepción virginal, tuvo otros hijos.
Los que afirman que María tuvo otros hijos, basan su argumentación en la
interpretación literal de los textos bíblicos en los que se habla
expresamente de hermanos de Jesús. En el idioma arameo así también en el
hebreo no existe un término para indicar primo o un
familiar cercano. Los Setentas, al traducir la Biblia hebraica al
griego, cada vez que encuentran el término hermano, usan el término adelfos
para indicar parientes incluso no muy cercanos. Así se comprende entonces
que Asaía tuviera “doscientos veinte hermanos” (1ª Cró 15:6 –ver también Gén.
11:27; 12:5 y comparar con Gén. 13:8; 14:14,16).
En el griego Koiné, griego coloquial de la época en que fueron escritos los
Evangelios, si bien existía el término anepsios para indicar primos, no
implica que su uso estuviera generalizado entre los hebreos.
Matrimonio de María
Los evangelios hacen aparecer a María cuando narran la concepción de Jesús.
Según lo que narran se puede ver que María en ese momento era prometida de
José de Nazaret, quien era carpintero. Los relatos evangélicos se inician
después de los desposorios de María con San José.
El evangelio según san Lucas dedica dos capítulos a la concepción e infancia
de Jesús. Es en Lucas también donde es llamada "muy favorecida", "bendita
entre todas las mujeres", "madre del Señor". El apelativo "muy favorecida",
frecuente en las traducciones prostestantes, se traduce en las
biblias católicas en general como "llena de gracia" (siguiendo el "gratia
plena" de la Vulgata). La Biblia de Jerusalén apunta en la glosa del
evangelio según san Lucas 1,28 que este saludo en forma literal significa:
"tú que has estado y sigues estando llena del favor divino".
Según la tradición judía de aquel momento, los jóvenes varones se desposaban
entre los dieciocho y veinticuatro años, mientras que las jóvenes mujeres a
partir de los doce años eran consideradas doncellas (na'arah) a partir de
esa edad podían desposarse. El matrimonio judío tenía dos momentos,
desposorio y matrimonio propiamente dicho: el primero era celebrado en la
casa de la novia y traía consigo acuerdos y obligaciones, aunque la vida en
común era posterior. Si la novia no había estado casada antes se esperaba un
año después del desposorio para llegar a la segunda parte, el matrimonio
propiamente dicho, donde el novio llevaba solemnemente a la novia desde la
casa de sus padres a la de él.
Anunciación
La presencia de María en los relatos bíblicos comienza con la narración de
la aparición del Arcángel Gabriel a María, según lo relata el evangelista
Lucas:
Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre que se
llamaba José, de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era
María. Y entrando el ángel, le dijo: «¡Alégrate, llena de gracia! El Señor
está contigo.»
Lucas 1:26-28
Lucas puso empeño en anotar las reacciones de María ante las revelaciones
divinas que se irán sucediendo: su turbación y su dificultad, al igual que
posteriormente mostraría su asombro ante el oráculo de Simeón y su
incomprensión de la palabra de Jesús en el
templo. En presencia de un misterio que rebasa su inteligencia,
reflexiona sobre el mensaje (Lucas 1:29; Lucas 2:33), piensa sin cesar en el
acontecimiento y lo guarda en su corazón.
Desde el momento de la Anunciación, cuando el proyecto inicial de vida de
María parece trastocarse, comienza una secuencia de riesgos y de
inseguridades señalada por los evangelios de Lucas y de Mateo. La primera
inseguridad se presenta en relación al origen de su concepción. En efecto,
la incertidumbre parece atacar el corazón de su prometido José, y lo conduce
a su intención de repudiar a María en secreto para no ponerla en evidencia.
Así lo tiene planificado José cuando Dios le hace conocer sus designios por
un sueño: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer
porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú
le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
A partir de entonces, José coparticipa de los riesgos que se presentan en la
vida de María, como se detalla más adelante.
La visita de María a
Isabel
María, ya embarazada, visita luego a su prima Isabel, ya que el ángel
Gabriel le había anunciado que también ella, aunque ya anciana, estaba
encinta, señal de que para Dios no hay imposibles. Viaja
María a una población de la montaña de Judea, que actualmente se conoce
como la ciudad de Ain Karim situada a seis kilómetros y medio al oeste de
Jerusalén.
Al llegar María, los evangelios narran que el niño que tenía Isabel en su
vientre dio un salto, que fue interpretado como de alegría. Isabel reconoce
luego a María como la "Madre de su Señor" y la alaba. María responde a
Isabel con un canto de alabanza, ahora llamado "Magnificat", inspirado en el
cántico de Ana, en varios salmos y en otros pasajes del Antiguo Testamento
que, seguramente, eran del conocimiento de María. El "Magnificat" incluye
una profecía: "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada". La
"Anunciación" y el "Magnificat" son, sin dudas, los dos pasajes de los
evangelios
canónicos en que María explicita verbalmente con más detalle su
pensamiento, que no es otro que un anticipo de la misma vida y mensaje de
Jesús.
Nacimiento de Jesús
Lucas, al narrar las circunstancias que rodean el nacimiento de Jesús,
describe con sencillez el riesgo que sigue impregnando la vida de María.
Ante un edicto de César Augusto que ordena un censo, José y María deben
emprender la travesía desde Nazaret en Galilea hacia Belén en Judea, cuando
ella está por dar a luz. Como no hay sitio para hospedarse, debe dar a luz
en un pesebre. El relato del evangelio de Lucas parece resaltar de forma
creciente la fe de María, quien se fía de Dios a pesar de no comprender
plenamente lo que sucede: ella guarda "estas cosas" y las medita en su
corazón.
María y una profecía de
sufrimiento
Con motivo de la presentación de Jesús en el Templo para dar cumplimiento a
la ley que ordena que todo varón primogénito ha de ser consagrado al
Señor, se produce un nuevo signo de inseguridad para María. Un hombre
justo y piadoso llamado Simeón, a quien le es revelado que no verá la muerte
antes de ver al Cristo, reconoce en el hijo de María la salvación, luz para
iluminar a los gentiles y gloria del pueblo de Dios, Israel. Pero a
continuación, una profecía realizada por Simeón atraviesa la figura de
María:
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les
bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación
de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción –– ¡y a ti misma una
espada te atravesará el alma! –– a fin de que queden al descubierto las
intenciones de muchos corazones.»
Lucas 2:33-35
María en la huida a Egipto
Tiempo más tarde, unos magos de Oriente se presentan en busca del «Rey de
los judíos que ha nacido». Cuando entran en la casa, ven al niño con María
su madre y, postrándose, le adoran. Pero esta visita de los magos atrae la
atención de Herodes el grande que ordena matar a todos los niños de Belén y
de toda su comarca.
El riesgo se cierne nuevamente sobre María y el niño. Pero el Ángel del
Señor se aparece en sueños a José y le dice: «Levántate, toma contigo al
niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga.
Porque Herodes va a buscar al
niño para matarle.» Él se levanta, toma de noche al niño y a su madre, y
se retira a Egipto; y permanece allí hasta la muerte de Herodes. Un autor
contemporáneo remarca la ausencia casi constante de toda seguridad humana en
el destino de María: «Quédate allí hasta nuevo aviso: tal era la fecha que
Dios había señalado. ¿Cuando será la vuelta? ¿Pronto, dentro de un mes, de
un año? ¿Se instalarán, vivirán allí provisoriamente?...»
Cuando mueren los que buscaban la vida del niño, José toma consigo al niño y
a su madre, y entra en tierra de Israel. Pero se entera de un nuevo riesgo:
Arquelao reina en Judea en lugar de su padre Herodes, y por eso tiene miedo
de ir allí. Y, avisado en sueños, se retira a la región de Galilea, a una
ciudad llamada
Nazaret.
María, durante la
adolescencia de Jesús
El único episodio de Jesús adolescente narrado por los evangelios canónicos
es referido por Lucas con motivo de la fiesta de la Pascua.
Luego de sufrir la pérdida de su hijo en el Templo y de haberlo buscado
durante tres días, al encontrarlo María le pregunta: «Hijo,
¿por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira, tu padre y yo, angustiados,
te andábamos buscando!» La expresión deja traslucir el dolor y la
preocupación de una madre diligente, que incluso habla en nombre de José, lo
que remarca la gran personalidad de María. Jesús le responde a María con
otra pregunta, que ella no comprende.
María: la que guardó y
cumplió las palabras de Jesús
De acuerdo con las Sagradas Escrituras, María no fue lo que la Epístola de
Santiago llamó «un oidor olvidadizo». El
Evangelio de Lucas nos lega una frase que se repite dos veces casi
literalmente, forma de poner énfasis en el asunto. En la escena del
nacimiento de Jesús, después que los pastores relatan a José y María lo que
se les había dicho del niño, el evangelista agrega que «María conservaba
todas esas cosas y las meditaba en su corazón». Y un poco más adelante, al
relatar el episodio del hallazgo del Jesús, de doce años, entre los doctores
del templo, el evangelista repite casi textualmente la frase antes citada:
«Y su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón».
Es de notar que esta segunda frase no sólo se refiere a la respuesta dada
por Jesús en el templo a los doce años, sino que es razonable extenderla a
todo lo que Jesús le dijo en los diálogos que con ella tendría durante los
años que pasó «sujeto a sus padres». También es claro que el evangelista
señala que
María conservaba esas palabras a pesar de que ni ella ni José habían
entendido la respuesta de Jesús en el templo: que «convenía que él se
ocupara de las cosas de su Padre». Juan de Maldonado comenta que no podía
María dejar de comprender que Jesús llamara a Dios «su Padre», ni tampoco
podía resultarle extraño que él se considerara obligado a ocuparse de las
cosas de Dios. Lo que María aún no comprendía era «a qué cosas llamaba Jesús
las cosas de su Padre: de enseñar primero a los hombres, y luego de morir
por ellos».
A pesar de que, bajo este aspecto, las palabras de Cristo quedaron de
momento envueltas en el misterio para la mente de María, ella las guarda
como una reliquia, lo que forma parte de la psicología profunda de María. De
allí que haya autores que hagan referencia a ella dándole el título de
«Señora del Silencio». Y es también por ello que algunos exégetas han
llegado a considerar a María misma como una de las fuentes primarias del
Evangelio de Lucas. En cualquier caso, aún cuando María no fuese una fuente
oral del
Evangelio de Lucas, es razonable al menos admitir la existencia de un
testimonio mediato: las palabras de María pueden haber llegado a Lucas a
través de Juan el Apóstol o de mujeres que convivieron con ella.
María durante el
ministerio público de Jesús
Durante el ministerio público de Jesús, María aparece mencionada en los
Evangelios como "su madre", una situación especial que no pertenece a ningún
otro miembro de la comunidad. «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos
que te criaron», exclamó una voz entre la muchedumbre, y siguen ahora
exclamando los cristianos. Como se señalará más adelante, se suele poner
particular relieve en la virginidad de María, en su concepción inmaculada o,
sobre todo, en su maternidad divina. Jesús respondió: «Dichosos más bien los
que escuchan la palabra de Dios y la cumplen». Cristo no dice que haya otros
seres más dichosos que su madre. Lo que sí afirma es que la razón principal
de la bienaventuranza de María consiste, no sólo en haber concebido al Hijo
de Dios, sino en haber escuchado su palabra y haberla puesto en práctica, en
haber creído en él, de la misma forma que lo había señalado antes Isabel:
"Feliz de ti por haber creído".
En el evangelio según san Juan, toda la vida pública de Jesús está
encuadrada por los dos únicos pasajes en los que aparece su Madre, y que son
propios de este evangelio. Se trata de las "bodas de Caná" y la "muerte del
Señor", que forman parte del inicio y del final del ministerio público
de Jesús.
Las bodas de Caná tienen lugar cuando, según lo expresa Jesús, todavía no ha
llegado "su Hora". Sin embargo, y a pedido de María, Jesús realiza su primer
signo, para que sus discípulos crean en él. María reaparece al llegar "la
Hora", que no es otra que la de la glorificación de Jesús, su muerte y
resurrección. En la cruz, es Jesús el que llama a su Madre. Como en Caná,
María es llamada por Jesús “Mujer”, y le encomienda que sea “Madre” del
discípulo amado que está con ella junto a la cruz.
María adquiere un valor simbólico porque en ese momento pasa, en la figura
del discípulo amado, a ser la madre de los discípulos de
Cristo. Se la llama "Mujer", y esta palabra hace alusión a la primera
mujer del comienzo del Génesis, "Eva, madre de todos los vivientes". Muchos
Santos Padres (San Jerónimo de Estridón, San Agustín, San Cirilo, San Juan
Crisóstomo, San Juan Damasceno) señalan al respecto que "si la muerte vino
por Eva, la vida vino por María". Ahora que comienza una nueva creación, hay
una nueva "Mujer" que es la Madre de la Iglesia, madre de todos los que
viven. Las teologías católica y ortodoxa destacan que, en virtud de esos dos
pasajes, son discípulos del Señor aquéllos que –tal como pide María– hacen
lo que Él dice, que permanecen al pie de la cruz del crucificado junto a
María y los que la reciben como madre propia, al igual que hizo "el
discípulo a quien Jesús amaba". Otras interpretaciones se discuten más
adelante (ver sección “Cuestiones Teológicas”).
María en el Cristianismo
María, durante las primeras persecuciones y en la Patrística
A pesar de ser una figura con pocas (aunque muy importantes) menciones en
los evangelios, con el paso de los siglos, la atención sobre la persona de
María se acrecentó de forma notable. Ya en el siglo II, San Ireneo de Lyon
denominaba a María "nuestra más eminente abogada" y su figura aparecía
representada en las catacumbas de Priscila en Roma. También en el siglo II,
se decía de Ella: "Y en Ti, hasta el último día, el Señor hará ver la
redención por Él concedida a los hijos de Israel" (Protoevangelio de
Santiago). De modo que llegaron a surgir en las reflexiones sobre ella todo
tipo de virtudes y cualidades. Sin embargo, se debe mencionar que en los
orígenes del cristianismo, es decir, en el Siglo I, y en el Nuevo
Testamento, no existen demasiados indicios acerca de María. Cabe mencionar
que algunos ven en la veneración a
María similitudes con la veneración de mujeres en otras culturas
paganas.
María en las iglesias
católica, ortodoxa y copta
Como la doctrina de la Trinidad considera a Jesús una de las personas
divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), se le da a María el título de
theotokos, 'Madre de Dios'. Isabel había dicho: «¡Feliz la que ha creído que
se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45).
Aquí "el Señor" es indudablemente Dios. Por lo tanto cuando a continuación
la llama: "la madre de mi Señor", la referencia es muy clara: la consideraba
'Madre de Dios'.
Según la teología ortodoxa y también católica, es correcto denominarla de
esta forma pues Jesús unía en una misma persona dos naturalezas (la humana y
la divina), y cuando se habla de María como Madre de Dios se refiere a María
como madre de Jesús en toda su persona. La ortodoxia encuentra correcto el
referirse a María como Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa del
Espíritu Santo. Su razonamiento lógico es el siguiente; "Si Jesús es
Dios y María es madre de Jesús, entonces María es Madre de Dios". La
encarnación significa que en un instante la segunda Persona de la Trinidad,
el Verbo, de naturaleza divina, asumió plenamente la naturaleza humana -sin
menoscabo de su condición divina- al ser concebido milagrosamente en María.
Como fue instantánea y esencial, María en ese momento empezó a ser madre de
Jesús: hombre-Dios.
Para los cristianos y, con mayor énfasis, en la teología católica, ortodoxa
y anglicana, se ponen de manifiesto un conjunto de "paradojas marianas" que
sólo pueden ser contempladas en el marco de la fe, ya que forman parte del
"misterio mismo de Dios, que quiso hacerse niño". Esas paradojas fueron
recopiladas por Castán Lacoma, y hacen referencia a las gracias
extraordinarias de las que fue depositaria María, en orden a su maternidad.
Por ser la madre de Cristo –considerado el Verbo encarnado,
Dios mismo–, María es:
la que "dio el ser al creador de todo",
la que "engendró al mismo que la había creado a ella",
la que existía antes que Dios... se encarnara,
la que encerró en su seno al Inmenso e Infinito,
aquella que encerró en sus entrañas a quien no cabe en todo el mundo,
la que sostuvo en sus brazos al que todo lo sustenta,
la que tuvo obligación de ejercer vigilancia materna sobre el que todo lo
ve,
la que tuvo a su cuidado al Dios que cuida de todos,
la que tocó los confines de quien no tiene fin.
En la iglesia ortodoxa también existe la creencia de la "Santísima dormición
de la Virgen María"; en Jerusalén se encuentra la benedictina Abadía de
Hagia Maria o de la Dormición, en cuya cripta se dice descendió María y fue
dormida antes de su
asunción al cielo. Por otro lado también se cree lo dicho por los padres
de la Iglesia desde San Melitón de Sardes en el siglo II después de Cristo
de que María fue coronada en el cielo después de su asunción, basándose esto
en el relato del libro del Apocalipsis en el capítulo 12. En la iglesia
católica, la Coronación de María es el 5to. Misterio glorioso del Rosario.
Cuestiones teológicas
Mientras la Reforma disminuía la posición de María, en el catolicismo ésta
seguía creciendo. El pasaje del evangelio según San Juan 19:27 ha dado lugar
a interpretaciones que aún hoy no concuerdan: Muchas versiones traducen: “Y
desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa”. Mientras que
otras [como Sagradas Escrituras (1569) y Reina Valera (1909)] traducen: “Y
desde aquella hora el discípulo la recibió consigo”.
Según el catolicismo, la diferencia de lo que se transmite no es menor, ya
que "para
Jesús era el momento más trascendental de toda su existencia terrenal".
Para saber si estaba dejando a su madre al cuidado de su amado discípulo
Juan, es conveniente verificar el texto original (griego):
καὶ ἀπ’ ἐκείνης τῆς ὥρας [y desde aquella hora]
ἔλαβεν ὁ μαθητὴς αὐτὴν εἰς τὰ ἴδια [(aquél discípulo la tomó a su
propiedad)62 ]
En cualquier caso se traduce al español como: “y desde aquella hora el
discípulo la tomó como propia” (es decir, como su propia madre).
En 1854, se produjo la proclamación, por parte del Papa Pío IX del dogma de
la Inmaculada Concepción: María fue liberada del pecado original en su
propia concepción, de manera que vivió una vida completamente sin pecado,
cuestión que tampoco es aceptada por los protestantes. Por tanto, la Iglesia
Católica considera dogma de Fe que "la Santísima Virgen, en el primer
instante de su concepción, por singular gracia y privilegio concedido por
Dios omnipotente, en previsión de los méritos de Jesucristo Salvador del
género humano, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original"
Por medio de la Constitución Apostolica "Munificentíssimus Deus" del Papa
Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen el 1 de noviembre de
1950: "Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la
luz del
Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la
Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal
de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria
de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la
autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles
Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser
dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen
María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a
la gloria del cielo". Al definir este dogma, Pío XII no hizo más que definir
solemnemente lo que los fieles siempre habían creído, es decir, la
"necesidad" de que la carne de la Mujer que había dado carne al Hijo de Dios
escapara a la corrupción de la carne. Las confesiones protestantes niegan
esta proposición.
Apariciones de María
Según la Iglesia Católica, la iglesia ortodoxa y la
Iglesia Copta, es posible que María y los santos puedan comunicarse
privadamente con los hombres. Los mensajes revelados a los videntes son
consideradas por la Iglesia como revelaciones privadas (mensajes que pueden
ayudar a la salvación). Sin embargo, aunque la Iglesia Católica llegue a
aprobar una aparición como auténtica manifestación sobrenatural y diga que
los mensajes están de acuerdo con la doctrina y tradición cristiana, estas
revelaciones no son consideradas como una verdad de fe, lo que deja en
libertad a los creyentes de aceptarlas o no. Las apariciones de María son
indicadas en la teología católica con el término Mariofanías.
La historia del
catolicismo recuerda numerosas apariciones, de las cuales sólo algunas
han sido aprobadas oficialmente. Entre las más conocidas podemos citar:
Guadalupe (México, 1531), Lourdes (Francia, 1858), Fátima (Portugal, 1917);
la que se refiere a Medjugorje (1981) todavía era objeto de estudio (en
2010) por parte de las autoridades católicas.
Pero esto no ha ocurrido solo en el catolicismo. Durante la historia de casi
todos los países de cristianidad ortodoxa tales apariciones se manifestaron
en gran número con la construcción de santuarios dedicados al evento en
donde tuvo lugar. Algunas de esas apriciones se reflejaron en los
calendarios litúrgicos de las iglesias ortodoxas (p.ej., véase Protección de
la Madre de Dios). En los últimos años se han producido diversas apariciones
marianas en Egipto, algo que la Iglesia Copta interpreta como una
consolación en tiempos de persecución. Ha habído varias apariciones como la
del Zeitún en 1968, Asiut en 2000, y más recientemente en el barrio cariota
de El Warrak en diciembre de 2009. La mayoría de estas apariciones tienen
lugar en las cúpulas de iglesias coptas. Recientemente el Papa copto,
Shenouda III aprobó tales apariciones como verdaderas manifestaciones de la
Virgen María.
Oraciones marianas
La oración mariana de más antigüedad conocida Sub tuum praesidium (Español:
Bajo tu protección o amparo)
Texto griego
Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν,
καταφεύγομεν, Θεοτόκε.
Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
μὴ παρίδῃς ἐν περιστάσει,
ἀλλ᾽ ἐκ κινδύνων λύτρωσαι ἡμᾶς,
μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη.
Texto Latín
Sub tuum praesidium confugimus,
sancta Dei Genitrix.
Nostras deprecationes ne despicias
in necessitatibus,
sed a periculis cunctis
libera nos semper,
Virgo gloriosa et benedicta
Traducción
Bajo tu amparo nos acogemos,,
Santa Madre de Dios
no deseches las súplicas que te dirigimos
en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos
siempre de todo peligro,
Oh Virgen gloriosa y bendita
Un papiro descubierto en Egipto data del siglo III (publicado por Roberts en
Manchester en 1938, su original se mantiene en la Biblioteca Universitaria
John Rylands ) el papiro es conocido como Papiro Rylands 470, contiene la
muy conocida oración Sub Tuum Praesidium, cabe destacar la presencia del
término Theotokos (en este caso, Theotoke, en vocativo), es decir, “Madre de
Dios”. Dos siglos después, en el Concilio de Éfeso, se reconoció de forma
solemne que este título era adecuado para la
Virgen María, contra el parecer de Nestorio.. Esta oración es una
plegaria confiada en la protección e intercesión de la Madre de Dios para
que nos libre de todos los peligros y está considerada como la oración
mariana más antigua. La razón de dicha confianza está clara, los primeros
cristianos vieron en María a «la llena de gracia», la «bendita entre todas
las mujeres».
La Iglesia Católica enseña que existen diversas oraciones marianas para
venerar o pedir la intercesión de María, entre ellas se encuentran el Ave
María, el Angelus, el Regina Coeli (que se reza en el tiempo litúrgico de
Pascua en lugar del Angelus), la Salve y también Bendita Sea tu pureza:
Bendita Sea Tu Pureza
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A Ti Celestial Princesa,
Oh, Virgen Sagrada María,
Yo te ofrezco en este día,
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes Madre Mía. Amén.
También es conocida la oración llamada La Salve:
"Salve, Reina y madre de misericordia, vida dulzura y esperanza nuestra.
Salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suplicamos gimiendo
y llorando en este valle de lágrimas. Ea pues señora abogada nuestra, vuelve
hacia nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro
muestranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, oh clemente, oh piadosa, oh
dulce siempre virgen María. Ruega por nosotros santa Madre de Dios para que
seamos dignos de alcanzar y gozar las gracias de nuestro Señor Jesucristo.
Amén."
María en la Reforma
protestante
El protestantismo acepta la concepción milagrosa de
Jesús por obra del Espíritu Santo como una verdad bíblica, pero además,
cuando las Escrituras se refieren a los "hermanos de Jesús", o cuando el
apóstol Pablo escribe "Santiago el Menor, el hermano del Señor", lo
interpretan literalmente, por lo que niegan la virginidad perpetua de María
(así como interpretan en ese mismo sentido el texto de Mateo 13:55-56). Su
razonamiento es que en aquella época no tener hijos era una afrenta y
ninguna mujer deseaba ser vista como estéril, lo que más anhelaban era tener
un hijo y ofrecerlo a Dios. Ademas de apoyarse en el texto original en
griego.
Sin embargo, el iniciador de este movimiento, Martín Lutero, dijo entre
otras cosas:
María es la Madre de Jesús y Madre de todos nosotros aunque Cristo solamente
fue quien reposó en su regazo... Si Él es nuestro, debieramos estar en su
lugar; ya que donde Él está debemos estar también nosotros y todo lo que Él
tiene debe ser nuestro, y su madre es también nuestra madre.
Sermón, Navidad, 1529
(Ella es) la mujer más encumbrada y la joya más noble de la
cristiandad después de Cristo... ella es la nobleza, sabiduría y
santidad personificadas. Nunca podremos honrarla lo suficiente. Aún cuando
ese honor y alabanza debe serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a
las Escrituras.
Sermón, Navidad 1531
Sobre la Maternidad Divina:
... ella con justicia es llamada no solo madre del hombre, sino también la
Madre de Dios... es cierto que María es la Madre del real y verdadero Dios".
Ref: Sermon on John 14. 16: Luther‘s Works (St. Louis, ed. Jaroslav, Pelican,
Concordia. vol. 24. p. 107)
Sobre la
Inmaculada Concepción:
Es dulce y piadoso creer que la infusión del alma de María se efectuó sin
pecado original, de modo que en la mismísima infusión de su alma ella fue
también purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios,
recibiendo un alma pura infundida por Dios; de modo que, desde el primer
momento que ella comenzó a vivir fue libre de todo pecado.
Sermón: "Sobre el día de la Concepción de la Madre de Dios", 1527.
Y sobre la virginidad perpetua de María:
Cristo... fue el único Hijo de María, y la Virgen María no tuvo otros hijos
aparte de Él... Me inclino a aceptar a quienes declaran que los "hermanos"
realmente significan "primos" aquí ya que el escritor sagrado y los judíos
en general siempre llamaban hermanos a los primos.
Luther‘s Works, eds. Jaroslav Pelikan (vols. 1-30) & Helmut T. Lehmann (vols.
31-55), St. Louis: Concordia Pub. House (vols. 1-30); Philadelphia: Fortress
Press (vols. 31-55), 1955, v.22:23 , v.22:214-15 / Sermons on John, chaps.
1-4 (1539)
Otra importante figura del Protestantismo, Juan Calvino, escribió sobre este
punto:
Helvidius mostró excesiva ignorancia al concluir que María debe haber tenido
muchos hijos porque el término "hermanos" de Cristo es mencionado varias
veces"
Harmony of Matthew, Mark & Luke, sec. 39 (Geneva, 1562), vol. 2 / From
Calvin's Commentaries, tr. William Pringle, Grand Rapids, MI: Eerdmans,
1949, p.215; on Matthew 13:55
(Sobre Mateo 1,25): La deducción que él [Helvidius] hizo, de que María no
permaneció virgen más que hasta su primer parto, y que después tuvo otros
hijos de su esposo... Ninguna justa y sólidamente fundada inferencia puede
ser lograda a partir de esas palabras... como que tomara lugar después del
nacimiento de Cristo. El es llamado el "Primogénito"; pero por el solo
propósito de informarnos que nació de una virgen... lo que ocurrió después
no nos es informado por los historiadores... nadie podrá sostener este
argumento obstinadamente, excepto por un extremo apego a las disputas.
Pringle, ibid., vol. I, p. 107
Como se dice al comienzo de la sección, los continuadores del movimiento se
han apartado de la idea de sus iniciadores -coincidente con la de la
Iglesia Católica- sobre estos puntos.
Hay que recordar que los hebreos vivían bajo la cultura de “clan” (Lev.
25:10), por lo tanto sólo solían distinguir entre parientes cercanos (en
griego: adelphe –traducido al español como hermanos-) y parientes en general
(en griego: suggens –es decir: parentela-). Y en relación con la palabra
traducida como hermano, es sabido que entre los hebreos tenía una aplicación
muy amplia, por ejemplo:
"Cuando Tobías oyó decir esto a Rafael y supo que Sara era hermana suya, de
la misma descendencia que la familia de su padre, la amó intensamente y se
enamoró de ella." (Tobías 6:19)
Sin embargo, la no inclusión del libro de Tobías como canónico -es decir,
con autoridad normativa o dogmática- en algunas Biblias protestantes,
dificulta la aceptación de este argumento.
La
Biblia afirma que Abraham era tío de Lot (Gén. 11:27; 12:5); no obstante
a Lot y Abraham más de una vez se los denomina “hermanos” (Gén. 13:8;
14:14,16). También Labán llama “hermano” a Jacob, el cual para nuestra
terminología actual sería su “sobrino” (Gen 29:15). Así se comprende
entonces que Asaía tuviera “doscientos veinte hermanos” (1ª Cró 15:6)
María en la Iglesia
Anglicana
Aunque la figura de María ha estado presente en la
Iglesia Anglicana desde sus inicios, en el año 2005 se produjo un
acercamiento teológico profundo de la Iglesia Anglicana a la figura de
María. Este acercamiento se expresó en un documento publicado por la ARCIC
(Comisión Internacional Anglicano-Católica) llamado "María: Gracia y
Esperanza en Cristo" publicada el 16 de mayo del año 2005 la cual es la
primera declaración conjunta anglicano-católica sobre el papel de la Virgen
María en la doctrina y la vida de la Iglesia. Aunque no es un texto
declaratorio, se ofrece a la iglesias para su estudio y evaluación. Una de
las conclusiones del documento es que "es imposible ser fieles a las
Escrituras sin prestar la atención debida a María".
Profundizando el acercamiento anterior, el 24 de septiembre de 2008, el
Arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana Rowan Williams
peregrinó al Santuario de
Nuestra Señora de Lourdes para honrar a la Inmaculada Concepción,
predicando ante 20.000 personas en la Eucaristía Internacional.
María en el Islam
En el Islam se llama Maryam bint ʿImran (مريم بنت عمران), esto es, María
hija de ʿImran (Joaquín en la Biblia), y de Hannā (حنـّا Ana), o también
Maryam bint Dāwud (María hija de David), por proceder del linaje del rey
David según la tradición. Es considerada ejemplo de mujer virtuosa y tiene
tanta relevancia como su hijo Jesús (ʿIsà عسى), a cuyo nombre se añade casi
siempre el laqab o filiación "ibn Maryam" (بن مريم), esto es, "hijo de
María". A
María está dedicada una de las azoras o capítulos del Corán, la que
lleva por título آل عمران Āl ʿImrān, esto es, la familia de Imran.
Según el Corán; la madre de
María, esperaba tener un hijo varón a quien dedicar al servicio del
Templo, siguiendo la tradición familiar. Dio a luz a una niña, en quien sin
embargo se cumpliría la tradición, pues fue asignada al servicio sagrado.
Fue confiada a la tutela del profeta Zacarías (necesariamente un personaje
distinto al Zacarías bíblico), quien se sorprendía, al visitar a su ahijada
en el oratorio en el que ésta se encontraba retirada, de que siempre contara
con alimentos que le eran enviados por
Dios.
Como en la tradición cristiana, a María le fue anunciada la concepción
sobrenatural de Jesús por un ángel. El Corán insiste, sin embargo, en que
aunque tuvo un hijo por voluntad de Dios sin la intervención de un varón,
Jesús no era en modo alguno un hijo del ser supremo. En el Corán no existe
José:
María dio a luz sola en el desierto, al que se había retirado con este
propósito y en el que se alimentaba de dátiles y del agua de un riachuelo
colocados allí por
Dios. El hijo, por su parte, tiene en el Islam la consideración de
profeta o enviado de Dios (véase el epígrafe "Jesús en el Islam" en Jesús de
Nazaret).
María tiene en el Islam la envergadura
espiritual de un profeta, sin serlo. En el Corán, el mayor error de los
judíos en lo que a Jesús y María se refiere no es, como asumen los
cristianos, el supuesto hecho de haber matado al hijo (cosa que, por otra
parte, la tradición islámica niega que hicieran), sino el hecho de haber
menospreciado y dudado de la virtud de la madre.
Una tradición atribuye a Mahoma el dicho de que cinco son las mujeres más
destacadas ante Dios: Asia, esposa del faraón, que cuidó de Moisés, y que
creía en la palabra eterna de Dios pese a la opresión de su esposo y de su
entorno; María, la madre de Jesús; Jadiya, la primera esposa de Mahoma, que
fue la primera creyente y lo apoyó en las épocas más difíciles de
adversidad, su otra esposa Aisha, y
Fátima, su hija menor y madre de sus nietos, los imanes Hasan y Husain.
Repercusión de María en
el mundo actual
En 1999, una investigación realizada por el periódico británico The Guardian
en la que se efectuó un análisis computarizado del inventario de libros de
la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos con sede en Washington, D.C.,
concluyó que, «si la celebridad de un individuo consiste en que se escriba
un libro sobre él, [...] Jesucristo es aún el personaje que goza de más fama
en el mundo actual.» En efecto, se contabilizaron 17.239 obras acerca de
Jesús, casi el doble que de William Shakespeare, quien alcanza el segundo
lugar. Entre las mujeres, la
Virgen María alcanza el 7° lugar aunque, de hecho, ella es la única
mujer que se ubica en uno de los 30 primeros puestos. Con los 3.595 libros
dedicados a ella, supera en casi 5 veces a su inmediata seguidora, Juana de
Arco. Fuente
ORACIÓN A LA
VIRGEN MARÍA
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