La
imagen está pintada sobre madera, a manera de lienzo. La imagen de media
talla posee rostro venerable y moreno, pelo suelto, rayos alrededor de la
cabeza, ojos inclinados alegremente al niño envuelto en pañales. Tiene el
pecho descubierto, con unas pequeñas gotas de leche dirigidas a los labios
del niño. Éste, reclinado en los brazos de su madre, la mira con igual
dulzura. La Virgen tiene vestido en túnica azul (no negra) y manto de rojo
intenso o carmesí. A la espalda tiene una especie de arboleda oscura a
manera de montaña. Se trata de un paisaje que representa la huida a Egipto.
Llegó al convento de los dominicos entre 1511 y 1522. Mide 55 por 37 cm.
A causa de las invasiones inglesa de 1598 y holandesa de 1625 fue ocultada y
prodigiosamente hallada según la tradición. En 1714 fue colocada en la
Catedral de San Juan, con Altar privilegiado.
Durante el asedio de Abercromby (1797), el obispo Zengotita dio órdenes para
que todos los días se llevaran a cabo rogativas en las parroquias de la
ciudad. Sus participantes, principalmente mujeres, cantaban cantos y
letanías y llevaban en las manos velas o antorchas. El cuadro de la
Virgen de Belén fue paseado en procesión por la ciudad pidiendo auxilio.
Cuenta la leyenda que el invasor vio un ejército de hombres con antorchas.
Atemorizado ante tal imponente visión, decidió retirarse y no atacar la
ciudad. Así, la protección de la ciudad fue atribuida a la
Virgen de Belén, que fue considerada por el pueblo “protectora de la
ciudad”. Hoy existe en la Caleta de San Juan, junto a la antigua muralla y
frente a la bahía de San Juan, una escultura imponente llamada "La
rogativa", que eterniza este capítulo memorable de la historia de Puerto
Rico.
Fruto de la devoción personal y del pueblo sanjuanero, el pintor
puertorriqueño José Campeche la reprodujo muchas veces. Algunas
reproducciones de la Virgen de Belén original están en la Galería Nacional
del Viejo San Juan y otra en el Museo de la Universidad de Puerto Rico en
Río Piedras.
El primer obispo puertorriqueño Juan Alejo de Arizmendi le fue devoto. En
1806 concedió cuarenta días de indulgencia a quienes rezaran una Salve
delante de la imagen, rogando a Dios por los fines de la Iglesia.
La Virgen de Belén original pasó más tarde a la Iglesia San José del Viejo
San Juan (antigua Iglesia Santo Tomás de los dominicos). Allí permaneció,
hasta que desapareció en 1972.
Origen de la tradición iconográfica
Según la tradición,
María y su Hijo decansaron en una cueva, llamada la
Gruta de la Leche, muy cerca del lugar donde hoy se encuentra erigida la
Iglesia de la Natividad. La tradición añade que allí la Virgen amamantó al
Niño. Una gota de leche cayó en la piedra de la gruta, y ésta se hizo
blanca. Durante los primeros siglos, esta creta, diluida en agua, tomaba el
aspecto de leche y se usaba como reliquia.
La tradición de la leche se remonta, por otra parte, a los primeros siglos
del cristianismo. A los neófitos se les daba a beber leche mezclada con
miel, que en las primitivas iglesias de Egipto, Roma y el Norte de África
era bendecida solemnemente en las vigilias de Pascua y Pentecostés. La leche
con miel simbolizaba la unión de las dos naturalezas en
Cristo. La costumbre de dar leche con miel a los recién bautizados no
duró demasiado pero sobrevivió la representación artística.
Algunas representaciones iconográficas
En las catacumbas de Priscila, en Roma, figura una representación pictórica
de la Virgen, hecha en el siglo II. Es probable que se trate de una Virgen
lactante. En las catacumbas también hay otros símbolos que hacen referencia
a la leche.
En la iglesia del Monasterio Chilandari, del Monte Athos, en Grecia, fue
venerada una Virgen de la Leche, en el estilo bizantino de los siglos XI y
XII, llamada Panagia Galaktotrophusa.
Una inscripción del siglo XIII, en una de las imágenes de la
Virgen (que pudo ser una Virgen de la Leche), en la ciudad de Saydnaya,
cerca de Damasco, figura en latín: Hoc oleum ex ubere Genitris Dei Virginia
Mariae emanavit in loco, qui Sardinia vocatur, ubi genitilitas est, ex
imagine lignea “Este óleo manó del pecho de la Virgen María, Madre de Dios,
esculpida en madera, lo que sucedió en un lugar de gentiles llamado Sardinia”.
Esta imagen fue trasladada de Constantinopla a Saydnaya, probablemente en el
siglo XI. Y hasta pasado el siglo XIV, se distribuyó aceite o leche. Este
icono tuvo mucha influencia. Los Templarios distribuyeron la sustancia entre
los peregrinos y en muchos países. Es muy probable que este famoso santuario
de Saydnaya, que fue lugar de peregrinaciones de cristianos de Oriente y
Occidente, sea la fuente (o una de las fuentes principales) del tema
pictórico.
Las representaciones de la Virgen en los Países Bajos
Respondiendo a la devoción y culto a la
Virgen en Europa durante la Baja Edad Media, los pintores flamencos
primitivos multiplicaron las imágenes de María. A finales del siglo XV, XVI
y hasta el Concilio de Trento (1545-1563), tuvieron auge en los Países Bajos
las representaciones de la Virgen de la leche.
Rogier Van der Weyden, presunto autor de la
Virgen de Belén, fue pintor flamenco de fama y prestigio en el siglo XV.
Abandonó en 1435 su ciudad natal de Tournai para establecerse en Bruselas,
donde fue nombrado pintor de la ciudad. No se conserva ninguna obra del
autor firmada.
El interés por su arte no se limitó a la región bruselense. Recibió encargos
de regiones distantes como Italia, Saboya, las tierras del Rin y España.
Es posible que la tabla flamenca pasara a algún convento de dominicos en
España y poco más tarde acompañara en su viaje a los frailes dominicos
fundadores del primer convento en el Viejo San Juan. Fuente
ORACIÓN A LA
VIRGEN NUESTRA SEÑORA DE BELÉN
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