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SAN CRISTÓBAL MÁRTIR - ORACIONES, MILAGROS, DÍA DE CONMEMORACIÓN, PEDIDOS Y ESTAMPITA

Cristóbal de Licia, conocido como San Cristóbal mártir, es un santo cristiano, sobre cuyo origen las distintas tradiciones cristianas están en desacuerdo.
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La tradición católica —transmitida sobre todo en la Áurea legenda (aprox. 1282) del arzobispo dominico italiano Jacobo de la Vorágine (1230-1298)— lo describe como un gigante cananeo, que tras su conversión al cristianismo ayudaba a los viajeros a atravesar un peligroso vado llevándolos sobre sus hombros. La leyenda afirma que en una ocasión, ayudó al niño Jesús a cruzar el río; sorprendido por el peso del infante, éste le explicó que se debía a que llevaba sobre su espalda los pecados del mundo, tras lo cual bautizó al gigante y le encomendó la prédica. El nombre de Cristóbal (del griego Χριστοφορος, Christóforos, ‘portador de Cristo’) le vendría de esta hazaña. La leyenda, considerada apócrifa desde antiguo, continúa siendo popular, pese a que en 1969 el Vaticano oficialmente la proclamase no canónica.

En la tradición ortodoxa, la leyenda describe a Cristóbal como un bárbaro de singular tamaño, proveniente de una tribu bereber, que fue ejecutado bajo el emperador Decio por predicar la fe cristiana, tras haber realizado numerosos milagros. Para las iglesias ortodoxas, la historicidad de Cristóbal no está en duda.

Hasta su supresión, san Cristóbal era patrón de

los viajeros
los automovilistas
los barqueros
los conductores de autobús y de taxi
los marineros
los aguateros
los mozos de cuerda
los vendedores de fruta
los solteros
los arqueros
las tormentas
el granizo
los afectados de dolor de muelas
la ciudad de La Habana (antes San Cristóbal de La Habana), capital de Cuba, donde existe el Convento de San Cristóbal de La Habana.
la ciudad de Rab (en la actual Croacia).

Su fiesta era el 25 de julio; actualmente el santoral católico lo celebra cada 10 de julio.

Algunos piensan equivocadamente que Cristóbal proviene del griego Χριστός y βάλλω. Además de la dificultad en pensar que un cristiano pueda crear este nombre (puesto que βάλλω significa arrojar, lanzar lejos de sí, tirar), no existe ningún texto que reporte el nombre Χριστοβάλλω en griego ni en ningún otro idioma. Por lo demás, la evolución de Christophorus a Cristóbal es fácil de explicar: la phi cambia en be (como en Stephanus - Esteban), la rho puede cambia por la líquida ele. Compárense las formas del mismo nombre en otros idiomas: Chrisopher (inglés), Cristofor (holandés), Cristòfol (valenciano), Cristóbal (español), Cristóvão o Cristóvam (portugués)

Leyendas y culto

Leyenda de San Cristóbal

Una tradición indica que Cristóbal fue un gigante primogénito y unigénito de un rey cananeo, y debió haber nacido en Tiro o Sidón. Su nombre era Relicto, Ofero o Réprobus (‘réprobo, malvado’, seguramente derivado del arameo rabrab: ‘gigante’).1 Era horroroso, con rostro de perro (cinocéfalo). Como quería estar al servicio de un amo digno de su fuerza, Réprobo le ofreció primero sus servicios al rey Felipe de Licia (que en griego significa ‘país de los lobos’, que podría estar relacionado con su cara de perro). Este rey era malvado y despiadado, una persona que imponía su voluntad con puño de hierro. Sin embargo un día Ofero lo vio temblando de miedo y le preguntó cual era el motivo y el rey dijo que tenía su alma vendida a Satanás y que le temía al infernal ser. Entonces dijo Ofero: «Si le temes al Demonio, él es más poderoso que tú, habré de servirle a él».

Decide el gigante ponerse al servicio de Satanás, verdadero príncipe del mundo, y buscó a un brujo para que se lo presentara. El brujo accedió a cambio de algunos favores de Ofero y emprendieron la búsqueda a caballo, en el camino el brujo evadió una cruz de piedra temblando de miedo. Ofero le reclamó ese miedo a algo tan simple como una cruz. El brujo le dijo: «Temo a quien murió en la cruz».

El gigante preguntó al hechicero que si el tal demonio temía también a ese tal Jesús y el brujo le dijo que el diablo tiembla con la sola mención de la cruz donde murió Cristo. Entonces Ofero decide servir a tan poderoso personaje que aún después de muerto hace que el Príncipe de las Tinieblas tiemble de miedo.

Hay versiones que dicen que ese hechicero es el demonio disfrazado. Pero en cuanto a Ofero se dedica a buscar a su nuevo amo, al que aunque no conoce ya ha jurado ser su más bravo y sanguinario guerrero. Empieza a vagar y a preguntar a todas las personas que como podría servir a Jesús y nadie es capaz de contestarle, hasta que un ermitaño le dice: «Aquí al lado hay un río donde suelen morir muchos de los que intentan atravesarlo. Tienes una estatura y fuerza descomunal, perfectamente podrás pasarlos de orilla a orilla sobre tus hombros. Y efectivamente, comenzó a pasar viajeros apoyado en una vara gruesa y resistente. Ahí encontrarás a la persona que te dará la respuesta correcta». Y Ofero se convirtió en porteador.

Antes había muy pocos puentes y era un problema atravesar los ríos, uno de los oficios de entonces era el de porteador: por una remuneración hombres corpulentos pasaban a las personas de una orilla a otra de los ríos. Ese era el oficio de san Cristóbal. Era tan buena persona que no negaba a nadie el servicio aunque no le pudiera pagar.

ORACIÓN A SAN CRISTÓBAL

De Ofero a Cristóbal

Ofero empezó a cruzar a la gente por el río preguntando que donde y como podría servir a Jesús pero nadie le daba una respuesta correcta. Hasta que un día cruza la corriente cargando a un niño a quien ni siquiera le toma la molestia de preguntarle; ¿qué va a saber aquella frágil criatura? A mitad del camino el nivel del agua comenzó a subir se hace pesado como un costal de plomo, después pesa como si cargara el mundo entero, insoportable, y sólo a costa de enormes esfuerzos consigue llegar a la orilla.

Le pregunta Ofero al pequeño: «¿Quién eres, niño, que me pesabas tanto que parecía que transportaba el mundo entero?». y el niño con claridad: «Tienes razón, peso más que el mundo entero, pues sobre mis hombros cargo con los pecados del mundo. Yo soy Cristo. Me buscabas y me has encontrado. Desde ahora te llamarás Cristóbal (en griego Χριστοφόρος, compuesto de Χριστός, Cristo, y de φέρω, llevar; o sea, el que lleva a Cristo). Al ayudar a cualquiera a cruzar el río, me estarás ayudando a mí. Fija en la tierra ese árido tronco que te sirve de báculo, que mañana lo verás, no sólo florido, sino coronado de frutos». En efecto, a la mañana siguiente la estaca seca plantada en el suelo se había trocado en esbelta palmera, con incontables frutos.

El martirio de Cristóbal

Después del episodio del Niño Dios recibió Cristóbal el bautismo de manos del patriarca Babilas en la Basílica de Antioquía. Según algunos autores, Cristóbal portó a Cristo de cuatro maneras: en los hombros, en los labios, en el corazón y —al momento de su martirio— en todo el cuerpo.

Cristóbal empezó a evangelizar sobre todo en Samos en compañía de su gran bastón y fue un predicador elocuente. El emperador romano Decio ordenó perseguir a los cristianos y ofrecerlo como sacrificio a sus dioses paganos. Dagón, que era prefecto de Licia, cumplió con el encargo del emperador, profanó iglesias y casas de cristianos. Cristóbal vio que pronto sería prendido y se arrodilló a orar. Cristo entonces se le apareció lo levantó y le dijo: «No temas, que estoy contigo». Cristóbal, al saber, primero, y ver, después, cómo eran torturados los que confesaban públicamente la fe de Cristo, en vez de desfallecer, en medio de una multitud inmensa clamó: «También yo soy cristiano y tampoco quiero sacrificar a los falsos dioses». Inmediatamente fue detenido y conducido hacia el tribunal del prefecto.

Dagón trató de persuadirlo pero Cristóbal no se dejó sorprender ni por la buena ni por la mala. Sería cometido a los siguientes tormentos:

Flagelación con varillas de hierro, durante la cual no cesaba Cristóbal de cantar himnos a Dios.
Le pusieron un casco de hierro al rojo vivo sobre su cabeza.
Lo pusieron sobre una parrilla enorme sobre la que es tendido para que sea quemado en fuego lento, y que es derretida por las llamas pero él no se quema.
Flechas innumerables arrojadas sobre Cristóbal atado a un árbol, sin que ni una sola dé en el blanco, pero sí una en un ojo del prefecto... Y entonces, la voz del Mártir, que resuena vibrante: «El Señor prepara ya mi corona... Cuando la espada separe mi cabeza de mi cuerpo, unge tu ojo con mi sangre, mezclada con el polvo, y al punto quedarás sano. Entonces reconocerás quién te creó y quién te ha curado».
Al día siguiente es decapitado y Dagón hace lo que indica Cristóbal y recupera la vista, se convirtió al cristianismo.

San Cristóbal según «La leyenda áurea»

De acuerdo al legendario relato Áurea legenda, de Santiago de la Vorágine, Cristóbal era un gigante cananeo de doce codos (poco más de cinco metros) de estatura— nacido con el nombre de Ofero, que vivió durante la primera mitad del siglo III. Su enorme fortaleza física le había hecho orgulloso, y se había jurado servir únicamente a un amo más temible que él mismo. Escogió primero a Satanás como amo, pero al enterarse de que aún el diablo temía al nombre de Dios y al signo de la cruz, renunció a su servicio y buscó quien le indicara como servir a este último.

Ofero tomó como guía a un ermitaño cristiano, que indicaba a los viajeros los lugares seguros por los cuales atravesar un peligroso río, y fue educado por él en la fe cristiana. A la muerte del ermitaño, Ofero tomó su lugar, pero gracias a su fuerza y estatura prefirió transportar los viajeros en sus hombros de un lado a otro del río. La leyenda indica que un día fue visitado por un niño pequeño, que le pidió que lo cruzara; Ofero lo tomó en sus hombros, pero quedó atónito por el peso del niño. Éste le reveló que era en realidad Jesús, y que el peso era el de los pecados del mundo que cargaba sobre sí; bautizó al gigante en el río, y le instruyó para que partiese a predicar a Samos y a Licia. Se cuenta que en su prédica, Cristóbal realizó numerosos milagros, entre ellos el de plantar su báculo en el suelo y transformarlo en un árbol. Allí lo encarceló el rey Dagón, enfurecido por la conversión de sus súbditos, y decretó su captura y martirio según las órdenes del emperador Decio.

Leyendas antiguas

El texto de De la Vorágine constituye una evolución fantástica de testimonios anteriores. Las fuentes latinas y griegas más antiguas registran un mártir, de nombre Cristóbal, originario de una tribu norafricana. Capturado por las tropas romanas a comienzos del siglo IV, fue conscripto como legionario y trasladado a prestar servicio en una guarnición romana cerca de Antioquía.

Poco se sabe de los Marmaritae a los que habría pertenecido Cristóbal; como a otras tribus africanas, las fuentes griegas solían describirlos como infrahumanos, llamándolos con frecuencia κυνοκηφαλοι, kynokefaloi, ‘cinocéfalo (cabeza de perro)’. Algunas fuentes tomaron el término literalmente, y numerosos iconos ortodoxos representan a Cristóbal con cabeza de perro. Las fuentes latinas tradujeron el término por canineus (‘perruno’). Se estima que Santiago de la Vorágine, en su Áurea legenda, lo interpretó como cananeus (‘cananeo’, de Canaán).

Las fuentes más antiguas indican que Cristóbal fue bautizado por el obispo Babilas de Antioquía; sin embargo, es imposible que fuera así, ya que Babilas fue martirizado en 251, y el nombre de la unidad a la que Cristóbal fue adscripto (Cohors Tertia Valeria Marmaritarum: ‘tercera cohorte valeria de los mármitas’) indica que ésta fue reclutada bajo el emperador Diocleciano, cuyo nombre completo era Cayo Aurelio Valerio. Las fuentes latinas sugieren que Cristóbal fue bautizado por el obispo Pedro de Alejandría, que predicó en la región entre el 306 y el 311. De acuerdo a estas razones, se podría identificar con san Menas, de cuya historicidad no se tiene duda. Los Hechos de san Cristóbal, de los que las leyendas posteriores se derivan, parecen haber sido compuestos en época cercana al martirio del santo, probablemente por el obispo de Antioquía, Teófilo el Indio, o alguien cercano a éste.

Otros santos Cristóbales

No resulta raro encontrar a otros personajes que hayan sido elevados a los altares y lleven el nombre de Cristóbal:

San Cristóbal el Bárbaro (mártir sirio del siglo IV).
Cristóbal de Campobasso, beato franciscano del siglo XV.
San Cristóbal de Collesano (siciliano del siglo XV).

Aunque obviamente el más popular es Cristóbal de Licia sobre quien habla este artículo.

Historia del culto

El culto a San Cristóbal de Licia es de origen oriental, llegando a Occidente después del siglo V, de Constantinopla pasó a Sicilia y de allí a Europa Occidental. Durante la Edad Media fue uno de los santos más venerados. En su honor se hicieron templos y monasterios, tanto en Oriente como en Occidente.

Fecha de culto

La fiesta de san Cristóbal se celebra en distintas fechas:

9 de mayo en Oriente.
10 de julio en la tradición hispana (de acuerdo con la tradición mozárabe) para dejar libre el festejo de Santiago Apóstol. En numerosas localidades españolas se han incrementado las celebraciones en honor a San Cristóbal, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, formándose hermandades y asociaciones en honor al santo patrón de automovilistas, taxistas, camioneros y conductores en general, que se han unido para festejar a su patrón. Y así, en muchas poblaciones, y sobre todo el segundo fin de semana de julio —que es el más cercano al día 10 del mes— tienen lugar verbenas, bendiciones de vehículos, así como misas y procesiones con la imagen del santo.
16 de noviembre en Cuba, especialmente en La Habana (ciudad de la cual es patrón), por ser aniversario de la fundación de dicha ciudad.
25 de julio en Occidente.
En Panamá en la localidad de Chepo.
El primer domingo de septiembre en Hornos de Moncalvillo.

San Cristóbal fue venerado como uno de los «catorce santos auxiliadores» y santo patrono de los choferes.

Erasmo de Rotterdam criticó su culto en su obra Moriae encomium (Elogio de la locura).

Reliquias

Muchas iglesias declaran tener las reliquias del santo, entre ellas la catedral de Morelia (México), que afirma haberlas recibido en el siglo XVI como obsequio del papa por la inauguración de la diócesis.

En otras religiones

San Cristóbal tiene un papel importante en la santería, siendo la representación de Agayú.

Posición de la Iglesia

En febrero de 1969, el papa Paulo VI ordenó revisar el calendario litúrgico para suprimir a los santos de cuya existencia no hubiese pruebas. Eso no significa que los «descanonizara», sino simplemente que su celebración y veneración no es obligatoria). En abril de 1969 se dictaminó la eliminación de san Cristóbal del santoral —junto con san Jorge de Capadocia (patrón de Inglaterra) y muchos otros santos—, aunque se mantuvo el derecho a su representación iconográfica y veneración por razones tradicionalistas. Hasta ese momento, san Cristóbal había sido venerado como uno de catorce santos auxiliadores. Fuente

 

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