Francisco de Javier fue un relevante misionero jesuita, miembro del
grupo precursor de la Compañía de Jesús y estrecho colaborador de su
fundador, Ignacio de Loyola. Se destacó por sus misiones que se
desarrollaron en el oriente asiático y en el Japón. Recibió el sobrenombre
de Apóstol de las Indias.
Circunstancias históricas de su nacimiento
Francisco de Javier nació en 1506. Seis años después, en 1512 se produce la
conquista de Navarra por las tropas castellano-aragonesas al mando del
Fadrique Álvarez de Toledo, Duque de Alba, por orden de Fernando el
Católico con el apoyo del noble beaumontés Luis de Beaumont. Éstos se
habían enfrentado a los agramonteses en un largo conflicto civil que había
finalizado a comienzos del siglo XVI. Tras la invasión se produjeron varias
contraofensivas navarras hasta 1524, pero finalmente se consumaría la
anexión por parte de Castilla de la Alta Navarra aunque manteniéndose como
reino hasta el siglo XIX, mientras que la Baja Navarra, al norte de los
Pirineos, se mantendría como reino independiente, y con el transcurrir del
tiempo pasaría a formar parte de la corona francesa.
Francisco de Javier procedía de una relevante familia agramontesa. Su padre,
Juan de Jaso, era Presidente del Real Consejo de Juan III de Albret, por lo
que tras la invasión se exilió con su familia al Bearn, donde moriría poco
después. El Castillo de Javier, como casi todo el resto de las fortalezas de
Navarra, fue desmochado y su foso rellenado por orden del Cardenal Cisneros
en 1516. Sus hermanos
Miguel y Juan fueron destacados miembros de las tropas de los reyes de
Navarra Juan III de Albret y Catalina de Foix, participando en las distintas
contraofensivas para recuperar el reino. En la de 1521 se enfrentaron al
capitán Ignacio de Loyola, que pertenecía a la guarnición castellana de
Pamplona, resultando este último herido en el ataque. Poco después las
tropas castellanas derrotaron en la Batalla de Noáin a las navarro-gasconas,
condicionando el futuro del reino de Navarra. Ignacio de Loyola fundará más
adelante la Compañía de Jesús, siendo Francisco de Javier su mejor amigo y
colaborador.
Biografía
Francisco de Javier nació en el castillo de Xavier ubicado en la localidad
de Javier, Navarra, entonces reino independiente y actualmente España, el 7
de abril de 1506 en el seno de una familia noble. Su padre, Juan de Jaso,
era Presidente del Real Consejo de Juan III de Albret. Su madre fue María de
Azpilicueta que pertenecía a una noble familia de la que formaba parte
Martín de Azpilicueta el llamado doctor navarrus. Era el benjamín de cinco
hermanos: Magdalena, Ana, Miguel,
Juan y él mismo.
Su niñez estuvo marcada por los hechos históricos que llevaron a la pérdida
de la independencia al reino de Navarra, y su familia estuvo muy involucrada
en dichos hechos. Su casa natal fue lugar de encuentro de los partidarios de
los Albret y sufrió la revancha de la pérdida. Sus hermanos, miembros del
ejército de Juan III, fueron encarcelados por ello. Estas circunstancias
pudieron ser la causa de la determinación de Francisco por el estudio
religioso. Francisco de Javier realizó sus viajes evangelizadores bajo
pabellón portugués.
Estudios en París
En 1524 Francisco de Javier tiene tomada la determinación de ir a estudiar a
París, a la Sorbona. Antes había cursado estudios en diferentes ciudades
navarras, ultimándolos en Pamplona.
En septiembre de 1528 fue a estudiar a París, donde conoció al que sería su
mejor amigo, Íñigo de Loyola, posteriormente
San Ignacio de Loyola, quien nunca le dejó solo en los momentos
difíciles en París y siempre le ayudó, como, por ejemplo, cuando Javier
sufrió problemas económicos.
Fue allí donde con otros cinco compañeros se constituye lo que sería el
embrión de la Compañía de Jesús. El 15 de agosto de 1534, una vez
finalizados los estudios, juran votos de caridad y castidad, a la vez que
prometen viajar a Tierra Santa, en la iglesia parisina de Montmartre.
Francisco se queda en París otros dos años más estudiando Teología, después
de participar en los Ejercicios
espirituales junto a Ignacio de Loyola.
En 1537 se reúne con Ignacio de Loyola para viajar a Italia. En Roma visitan
al Papa Pablo III para pedirle su bendición antes de emprender el viaje a
Tierra Santa, viaje que no se iba a poder realizar por haber entrado en
guerra Venecia con Turquía. Llegan a Venecia y es ordenado sacerdote el 24
de junio. Durante su estancia en Venecia, mientras esperaban el barco para
ir a Tierra Santa, se dedica junto a sus compañeros a predicar por los
alrededores. Ante la tardanza del viaje, vuelven a Roma y se ofrecen al Papa
para ser enviados a cualquier otro lado. De allí parte hacia Lisboa en 1540,
donde dará comienzo la etapa más importante de su vida: la de misionero. El
viaje a Portugal se debió a la solicitud del embajador portugués en Roma,
Pedro de Mascarenhas, que pidió en nombre de
Juan III de Portugal a Ignacio de Loyola algunos hombres suyos para
enviarlos a las Indias Orientales. Para ese viaje Francisco fue nombrado por
el Papa legado suyo en las tierras del Mar Rojo, del Golfo Pérsico y de
Oceanía, a uno y otro lado del Ganges.
Sus viajes de misiones
El viaje a Lisboa fue por tierra y paró en Azpeitia (Guipúzcoa) para
entregar cartas de Ignacio de Loyola a su familia. En Lisboa estuvieron un
tiempo, hasta que fue designado Francisco para ser el enviado a las
Indias. En ese tiempo no pararon de predicar el evangelio a los pobres de la
ciudad.
El 7 de abril de 1541, día que cumplía 35 años, sale la expedición y llega
el 22 de septiembre a Mozambique. Allí se queda hasta febrero del año
siguiente. En esa estancia ayuda en el hospital y percibe la realidad del
trato que se da a los negros, lo cual le lleva a tener los primeros
enfrentamientos.
Después de efectuar escalas en Melinde y Socotora, llega a Goa (ciudad que
luego sería capital de la India Portuguesa) el 6 de mayo de 1542. Prepara un
texto divulgativo basado en el catecismo de Juan Barros y comienza a
predicar la doctrina católica por la ciudad, a la vez que asiste a
moribundos, visita a presos y socorre a pobres.
Para lograr un acercamiento más intenso se dedica a aprender la lengua del
país. Tras rechazar el puesto de director del seminario de
San Pablo, se embarca, en octubre de 1542, para las islas de la
Pesquería, donde permaneció más de un año.
Evangeliza a los indios Paravas y recorre las ciudades de Tuticorrín,
Trichendur, Manapar y Combuture. Encontró la oposición de los brahmanes, que
habitaban las pagodas de la región.
Aprendió tamil y tradujo a esa lengua parte de los textos cristianos y una
plática sobre el cielo y el infierno.
En noviembre de 1543 se encuentra con sus compañeros Micer Paulo y Mansilla
en Goa y se entrevista con el
obispo de la ciudad, Juan de Alburquerque, para pedirle misioneros. El
obispo destina a 6 sacerdotes para esa labor. Con los nuevos colaboradores
se vuelve de nuevo a la Pesquería. En el viaje escribe varias cartas a sus
compañeros de Roma, en una de ellas dice:
muchos cristianos se dejan de hacer en estas partes, por no haber personas
que se ocupen en la evangelización. Muchas veces me mueven pensamientos de
ir a esas Universidades dando voces como hombre que tiene perdido el juicio,
y principalmente a la Universidad de París, diciendo en la Sorbona a los que
tienen más letras que voluntad, para disponerse a fructificar con ellas;
¡cuántas almas dejan de ir a la gloria y van al infierno por negligencia de
ellos! Es tanta la multitud de los que se convierten a la fe de Cristo en
estas partes, en esta tierra donde ando, que muchas veces me parece tener
cansados los brazos de bautizar, y no poder hablar de tantas veces de decir
Credo y mandamientos en su lengua de ellos y las otras oraciones.
Establece en las Pesquería un sistema de asignación de territorios a un
responsable, el cual debía de mantenerle informado del devenir de la misión.
Una vez que ha organizado ese territorio, parte hacia Manapar y el distrito
sur. Permanece un mes con los makuas, bautizando a más de 10.000.
Durante 1544 realiza más de veinte viajes de evangelización. Ante las
noticias de la ejecución de cristianos en Ceylan, Francisco vuelve a Goa y
habla con el gobernador, para acompañar a las tropas que se iban a enviar
para castigar las acciones contra los cristianos que el rey Jafnapatán había
hecho. Por diferentes causas dicha acción nunca se llevó a cabo.
En 1545 parte a las islas Molucas en compañía de Juan Eiro, llegando a
Malaca poco después. Durante tres meses Francisco de Javier aprendería un
mínimo el idioma y se familiariza con la cultura local; también traduciría,
con ayuda de gentes entendidas, la parte básica de los textos de la doctrina
católica. Ese mismo año escribe al rey de Portugal sobre las injusticias y
vejaciones que les imponen los propios oficiales de Vuestra Majestad.
Sale hacia las Islas de Amborio y Ternate en enero de 1546, después de
preparar las Instrucciones para los catequistas de la Compañía de Jesús.
Llega a su destino al cabo de mes y medio. Recorre diferentes islas de la
región y en Baranula (Ceran), según cuenta la tradición, un cangrejo le
devuelve el
crucifijo que había perdido durante una tempestad.
En junio llega a Ternate, rico centro comercial de especias y última
posesión portuguesa, permaneciendo en ella tres meses. De allí sale a las
islas del Moro, donde pasa otros tres meses. De las islas del Moro emprende
viaje de vuelta a Cochín, donde llegaría el 13 de enero de 1548.
Después de realizar labores de reordenación y supervisión de las misiones
establecidas en India y Molucas, donde se siente decepcionado con el
deterioro sufrido, tal y como demuestra en sus cartas, parte para Japón,
junto a sus compañeros Cosme de Torres y Juan Fernández y el traductor
Anjirō, el domingo de Ramos de 1549, llegando a tierras niponas el 15 de
agosto. Desembarcan en Kagoshima, entonces capital del reino Sur del Japón.
Permaneció en esta ciudad durante un año y por
tierras japonesas durante dos años y tres meses. En colaboración de su
compañero Pablo de Santa Fe evangelizó por tierras niponas e hizo traducir
la obra Declaración de los artículos de la Fe, que se aprendió de memoria y
solía recitar en las esquinas. Para responder a las preguntas que los
transeúntes realizaban se valía de un intérprete. Ante el fracaso de la
misión, pensó en citarse con el rey de la zona con la esperanza de que si
éste se convertía al catolicismo, el pueblo también lo haría. En 1550 se
dirige al norte con esta intención. Funda una pequeña colectividad cristiana
en Hirado. Llega a Yamaguchi, luego a Sakai y, finalmente a Meaco, donde
intenta, sin conseguirlo, ser recibido por el rey.
Se traslada a Yamaguchi de nuevo y obtiene del príncipe la garantía de
respeto a los conversos al cristianismo. Ante esa perspectiva realiza, junto
con sus dos compañeros, una intensa labor de predicación que da su fruto en
la creación de una pequeña comunidad católica. Muchos de los convertidos son
samuráis. La oposición del
clero local, los bonzos, fue siempre fuerte.
En septiembre de 1551 le llama el príncipe de Bungo, que le permite predicar
en esa islas. Un mes después y dejando algunos conversos, Francisco Javier
se vuelve a la India alertado por las noticias que le llegan. El viaje de
vuelta se realiza en la nao Santa Cruz que capitaneaba Diego de Pereira,
quien le da la idea de organizar una embajada a China en nombre del rey de
Portugal para entablar negociaciones de paz. Cuando llega a Malaca se entera
de que la India ha sido nombrada provincia jesuítica independiente de
Portugal y que él es su provincial.
El 24 de enero de 1552 llega a Cochín y el 18 de febrero a Goa. Después de
solucionar algunos problemas de las misiones y preparar el viaje a China,
parte rumbo a ese país el 14 de abril. Le acompañan en la aventura el padre
Gago, el hermano Álvaro de Ferreira, Antonio de Santa Fe (que era de origen
chino) y un criado indio llamado Cristóbal, y se embarcaron en la Santa Cruz
capitaneada por Pereida.
Cuando llegan a Malaca tienen problemas con el Capitán de Mares, Alvaro de
Ataide, que retrasa el viaje por dos meses e impide que Pereida siga al
mando de la nao. Llegaron a la isla de Sanchón a finales de agosto de 1552.
Esta isla era el lugar de
encuentro entre los mercaderes chinos y portugueses.
Permanecen a la espera de la llegada de un barco chino que debe de
introducirles, clandestinamente, en el continente. El 3 de diciembre de ese
año muere Francisco de Javier cuando contaba 46 años de edad.
Su cuerpo es conducido a Goa, donde llega en la primavera de 1554, siendo
enterrado en esa ciudad.
ORACIÓN A SAN
FRANCISCO JAVIER
La canonización,
patronaje y fiestas
Fue canonizado por el Papa Gregorio XV en 1622 junto a San Ignacio de
Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Isidro Labrador y San Felipe Neri.
Ha sido nombrado patrono de varios sitios y obras:
En 1748 es nombrado patrono de todas las tierras al este del cabo de Buena
Esperanza.
En 1904 es nombrado patrono de la
Obra de la Propagación de la Fe.
En 1927 el Papa Pío XI le nombra Patrono de las Misiones junto a santa
Teresita del Niño Jesús.
Es también patrono de la Rama Caminantes dentro del Movimiento Scout
Católico.
Es copatrón de Navarra junto con San Fermín y Santa María la Real,
celebrándose su fiesta el 3 de diciembre, aniversario de su muerte.
Anualmente, en los primeros días de marzo, se celebra una masiva
peregrinación en su recuerdo hasta el Castillo de Javier, las conocidas
javieradas.
Iconografía y obra
Son muchas la obras que han reflejado al
Apóstol de las Indias en pintura y escultura. Célebres artistas, como
Murillo, Rubens, Van Dyck, Luca Giordano y Goya, han inmortalizado con sus
pinceles al Santo de Javier.
Francisco de Javier se convirtió a partir del siglo XVI en un ideal a seguir
como misionero en tierra pagana. Esto ha dado lugar a una muy abundante obra
que trata de su figura. Obra de todo tipo, especialmente epistolar, al
considerarlo como ejemplo a seguir por los miembros de la Compañía de Jesús.
Fue Javier quien creó el primer seminario de Goa y quien impulsó las
vocaciones al sacerdocio de los indígenas, a la vez que proponía la
catequización directa y la traducción de los textos litúrgicos a las lenguas
locales.
La obra escrita de
Francisco de Javier se centra en la correspondencia que mantuvo con sus
compañeros y responsables de evangelización. También hay pequeños escritos
catequísticos conocidos, como el pequeño catecismo (1542), el gran catecismo
(1546) y las Instrucciones para los catequistas de la Compañía de Jesús
(1545). Fuente
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