¡Oh
Jesús, verdadera libertad de los ángeles y paraíso de delicias!
Acordaos del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido, cuando
vuestros enemigos, como leones furiosos, os rodearon con miles de injurias:
salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os
atormentaron a su antojo. En consideración a estos tormentos y a las
palabras injuriosas os suplico –¡Oh mi
Salvador, y Redentor!– que me libréis de todos mis enemigos visibles e
invisibles y que bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la
perfección de la salvación eterna. Amén.
- Padrenuestro… Ave María… Fuente
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