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EL MARUCHITO - ORACIONES, MILAGROS, DÍA DE CONMEMORACIÓN, PEDIDOS Y ESTAMPITA

Junto al camino de Barda Colorada y a una legua escasa de Aguada Guzmán, se encuentra una pequeña capilla donde, descansan los restos de "El Maruchito" considerado "protector de los caminos y de los derechos de los niños".
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El lugar está cubierto de placas, testimonios y otros elementos que son muestra de la fe y devoción popula r.
En épocas anteriores eran las tropas de carros y chatas, andando por viejas rastrilladas y abriendo huellas, las que realizaban la actividad comercial. Era habitual por esos años que en toda tropa hubiese un marucho, un peón, casi siempre menor de edad, que se encargaba del cuidado de las mulas y de otros trabajos complementarios, mientras se iba haciendo hombre y aprendía el manejo de los carros.

¿Quién es el Maruchito?

Se llamaba Pedro Farías. Era un peoncito de corta edad (12 años) que trabajaba de "marucho", una de las pocas ocupaciones para los campesinos menores.
Andaba en tropas de carro (unión de diversos mercachifles), que recorrían el Territorio de Río Negro, hasta General Roca y Neuquén. Dentro de la tropa, el niño se ocupaba del arreo de las mulas, de juntar leña para preparar el fuego durante los altos de la huella, y de ayudar en diversos trabajos.

¿Cuál fue su historia?

Muchas son las versiones en relación con las circunstancias, sin duda injustas, de la muerte de "el marucho", que han hecho que el amor y la veneración estuvieran siempre presentes.
El relato más conocido ubica la historia en el verano de 1919, en el dobladero de los carros del paraje Barda Colorada (entre Cerro Policía y Aguada Guzmán) lugar en el que la tropa se detuvo, agobiada por el calor.
El Marucho, después del almuerzo, tras terminar sus tareas y asegurarse que los hombres se retiraban a descansar, se dispuso a tocar la guitarra, lo cual le había sido prohibido.
Pero Onofre Parada, el capataz de la tropa, descubrió la travesura del niño y sin pensarlo tomó un cuchillo y lo apuñaló. El marucho cayó desmayado, abrazando la guitarra.
Los peones no ocultaron su enojo por la mala acción del capataz. Llevaron al peoncito hasta el rancho de una famosa curandera chilena de Aguada Guzmán, doña Catalina Rieuser. Pero, a pesar de los esfuerzos, el Marucho murió.
Le dieron sepultura junto al camino, en Barda Colorada. Finalmente, en el año 1924 colocaron sus restos bajo una capillita de adobe construida por los vecinos del lugar.

Comienzo de la leyenda

Desde entonces, su tumba es venerada por los lugareños, convirtiéndose en un sitio de parada obligada, donde se depositan ofrendas, se realizan plegarias y pedidos de buen viaje. En el Marucho hay cartas y un cuaderno, donde la gente deja sus pedidos y agradecimientos, paquetes de velas y dinero.
La mayoría de quienes se acercan a su tumba, están viendo en el Maruchito Pedro Farías a todos aquellos niños de las zonas rurales que sufren, que no pueden ir a una escuela, o que les son vulnerados sus derechos.

Aguada Guzmán y sus alrededores está ubicada en una vasta región (3200 km2) del Departamento El Cuy de la Provincia de Río Negro (República Argentina). Este paraje se encuentra a 180 km de General Roca, al suroeste; se llega por la ruta 6 que va al Cuy, se toma el desvío que está en el cruce con la ruta 71, y por esta misma, pasando por Cerro Policía, se llega al paraje.Son 90 km de asfalto y 90 de ripio.

El paraje está ubicado en una zona de meseta árida, donde viven cerca de 200 personas, en su mayoría son peones rurales, crianceros y amas de casa. Se ocupan de tareas domésticas, cría de animales, extracción y venta de leña, esquila, venta de lana y de animales, principalmente corderos y chivos.

El poblado cuenta con una comisión de fomento, que este año comienza a elegir a sus representantes, después de más de 20 años que fueron elegidos por el gobernador de la provincia.

Con respecto a lo educativo, hay una escuela de nivel primario a la que concurren 25 alumnos entre los dos turnos. Este año comenzó a funcionar el CEM rural virtual para alumnos que terminaron séptimo grado hasta 18 años. Al mismo concurren 7 alumnos.
En cuanto a los servicios, el paraje no cuenta con agua potable, si no de pozo, tiene luz 4 horas al día de 19:30 a 23:30 hs, si con asistencia médica en la sala de primeros auxilios por parte de enfermeras y asistentes sanitarios. Y no cuenta con un destacamento policial, ni juzgado.

Cada año, a fines del mes de octubre, los pobladores se preparan para organizar la fiesta del Marucho, a la cual concurre gente de distintas ciudades de la provincia, parajes y poblados cercanos. Se hace la tradicional caminata, almuerzo con asado y empanadas en la capilla, luego la misa, y por la tarde noche, el baile con músicos invitados.

Sobre el mito del marucho

Vayan dos o tres comentarios sobre el tema del "Maruchito", sugeridos o actualizados por la lectura del relato de Elias Chucair.

El primero, es que se trata que se sepa del único mito folklórico de estas características, auténtico de toda la Patagonia. Como lo señala indirectamente aquel, las figuras de Ceferino Namuncurá y de la Difunta Correa, hoy difundidas en toda la Patagonia y de característi­cas a primera vista comparables, han sido impuestas por determinadas organizaciones, y con una finalidad o deliberación. Por lo demás, care­cen de la fuerza y por ende de la popularidad del Maruchito. Aunque tal vez deba decir adhesión más bien, dado el aislamiento geográfico de su "ermita” para usar la expresión de Elias Chucair.

El segundo comentario se refiere a las aludidas características del mito, enumeradas por él mismo a través de los distintos episodios o anécdotas que alimentan su vida y la suficiente fuerza.
En realidad, he de detenerme sólo en una de ellas, y entiendo que la específica: el carácter propiciatorio de su culto.

En efecto, quien no cumple con el requisito de propiciar el espíritu del Maruchito asesinado, es decir no se detiene y exterioriza su tributo, siquiera sea éste de mero respeto, se expone a las consecuencias y arriesga una contrariedad o un accidente.

Y si su faceta de "hacedor de milagros"' recuerda a los mitos mendonados (y a otros), en ésta de dispensador de suerte en el paso de la travesía, evoca especialmente a uno: el Gualicho. Cien relatos de indí­genas y viajeros narran las consecuencias terribles de la infracción a su propiciamiento en los sitios por él señoreados: los caldenes "del Gualicho” en La Pampa, las travesías del "Gualicho” en el norte de la Patagonia. De ellas, la más célebre precisamente en la provincia de Río Negro, entre el antiguo fortín Castre, sobre el curso medio -inferior del río- y el oasis de Valcheta, en cuyo centro conocido significativamente por "La Salamanca del Gualicho” todavía depositan ofrendas los escasos viajeros de esa ruta olvidada.

El Gualicho, es una figura (femenina) maléfica, temible... por información o decadencia de Watsiltsum, "La Giradora” la Alta Diosa dis­pensadora de la caza y antepasada del pueblo tehuelche del norte de la Patagonia", su cultor. Decaída, descendida del cielo a lo largo del tiem­po histórico, por acentuación de su faceta de castigadora, se transformó en maligna.
Hoy, por extensión, "engualichar" "hacer gualicho” significa embrujar, hacer daño, y otras variantes.

Tornando a lo anterior, la coincidencia entre el Gualicho y el Maruchito -en cuanto a tema de propiciamiento- parece clara. Dicho de otro modo, al adjudicársele como atributo central, los viejos carreros, devoradores de rutas y travesías (grandes extensiones sin agua potable), han de haber tenido presente la figura tremenda del Gualicho.
Así habría confirmado su personalidad singular este auténtico mito folklórico patagónico. Fuente

 

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